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¿Qué le
confiere a S&P autoridad para juzgar cómo debe medirse financieramente a
nuestra nación?

En 1982
S&P contempló pasarse al "lado oscuro" de la fuerza mediante blandir el
poder de pronunciar bendiciones o maldiciones respecto a naciones enteras.  Aquel año comenzó evaluando deudas
municipales "augurando la entrada de ciudades, estados, e instituciones
públicas al mercado global de capitales", como confiesa orgullosamente S&P
en su propia historia.

Cual
autonombrado oráculo, S&P convencida de su propia clarividencia dice haber
anticipado la Gran Depresión de 1929 porque "con mucha antelación a la
estrellada de los mercados en Octubre de 1929, aconsejó a sus clientes a
liquidar sus activos, porque se dio cuenta que la especulación infló los
precios de las acciones a niveles insostenibles."

La
habilidad de S&P de anticipar con "mucha antelación" el derrumbe del
mercado de valores de 1929, irónicamente no resultó en su propia salvación y se
fue a la quiebra en 1930.

Predecimos
hoy que, dado semejante récord histórico, S&P también se irá a la quiebra
durante esta segunda parte de la gran recesión, un tsunami financiero que está
ya en camino, tal como le sucedió allá en 1930.

Qué
ironía. En el 2008 Standard & Poor's justificó su propia "ceguera
financiera" en el documento "Por qué calificamos a Lehman Brothers 'A'"
–calificación dada por S&P el mismísimo mes que Lehman se fue a la
quiebra.  La respuesta fue culpar
al mercado, al público y curiosamente al gobierno porque "declinó apoyar" a
Lehman permitiendo que se quemara a merced "de crecientes temores que llevaron
a la pérdida de confianza."

La
verdad a los ojos de S&P se volvió borrosa décadas atrás.

¿Acaso
podría permanecer cual juez imparcial del resto de apostadores compulsivos del
mercado de valores, luego de unírseles?

En 1962
S&P comenzó a negociar sus propias acciones en el mercado de valores,
convirtiéndose así en juez y parte del caprichoso mercado y de sus erráticos
clientes.

Calificar
o pronunciar juicio sobre la finanzas de un gobierno es una forma efectiva de
ejercer poder sobre  naciones
enteras.

En 1922
S&P comenzó a calificar bonos municipales. Una vez que consiguió poder respecto
a gobiernos locales, en 1975 S&P empleó su poder suspendiendo calificar los
bonos de la ciudad Nueva York.

Pequeñas
naciones tipo 'Banana Republics' no tienen siquiera chance y fácilmente caen
presa de calificaciones y degradaciones; 
¿podrá un golpeado gobierno de Estados Unidos aguantar la presión?  La ensordecedora respuesta de los
nerviosos mercados de valores es quizás no.

En
tales instancias es  sabio seguirle
la pista al dinero.  A diferencia
del resto de clientes de S&P, Estados Unidos no paga para ser calificado,
¿por qué no averiguar quién está sufragando los costos de ese oneroso
'servicio' de evaluación?

S&P
ya inyectó su veneno al clasificar a Estados Unidos como un miembro más del selecto
grupo de naciones conocidas como 'Banana Republics', pero para consuelo del
Presidente Obama aún es, sin duda, la más grande y poderosa 'Banana Republic'.

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