Epifanía en los huertos
Estoy
de pie en un huerto de árboles de aguacate, en un rancho a unas 40 millas al
nordeste de San Diego. Hasta para el que se crió en los campos de cultivo de la
California Central, este espectáculo es único. Los árboles están encorvados en
una ladera, a unos 20 pies de distancia unos de otros. La tierra es húmeda, no
polvorienta como en los campos de mi tierra natal.
Voy a
necesitar un guía. Al Stehly, el agricultor de aguacates orgánicos dueño de
esta tierra cumple ese papel maravillosamente. Stehly es agricultor en tercera
generación, pero no lo parece. Este hombre de 55 años que viste shorts, una
camiseta y zapatillas de tenis, se acerca en un coche híbrido y me saluda. Es agricultura
al estilo San Diego.
Son las
10 de la mañana y hace unos 75°F, perfecto para esta especie caprichosa, que no
prospera si hace demasiado calor o demasiado frío. En California, hay sólo un
puñado de regiones apropiadas para el cultivo de aguacates. Ésta es una de
ellas.
El
suministro es el motivo por el que usted probablemente esté pagando 2 dólares
por aguacate en el supermercado. Un dólar va a la tienda y el otro al
agricultor, que debe pagar el equipamiento, agua, fertilizante, empacado —y a los
trabajadores.
Ah, sí,
los trabajadores. Son el motivo por el que estoy aquí.
He
estado oyendo algunas exageradas teorías de miembros del Congreso. Desháganse
de los inmigrantes ilegales, afirman algunos, y los estadounidenses realizarán
gustosamente las tareas que ellos dejaron atrás.
Los
agricultores no saben si reír o llorar. Saben mejor que nadie que esta gente
está realizando —como solía decir George W.Bush— las tareas que los
estadounidenses no desean hacer.
Como
cosechar aguacates. Hay cinco recolectores entre los árboles. Han estado aquí
desde las 6 de la mañana y trabajarán hasta las 3 de la tarde. Se pasarán el
día entero con un saco de cuero al cuello, subiendo y bajando de escaleras,
transportándolas de una a otra parte del huerto.
Una
herramienta del oficio se llama "palo de recolección". Es una vara de plástico de 10 pies con
unas tijeras en la punta y una pequeña bolsa agarrada al palo. El recolector
sostiene la vara, parado en la escalera. Tirando de una cuerda corta varios
aguacates que caen en la bolsa. Después trae el palo hacia sí, recoge los
aguacates y los pone en el saco que lleva al cuello. Más tarde, echará los
aguacates en una caja.
Los
campesinos ganan 60 dólares por caja. Un trabajador rápido puede llenar tres
cajas por día y ganar 180 dólares. Un trabajador promedio gana unos 120
dólares. La ley requiere que se les pague, por lo menos, el jornal mínimo.
Ahora
adivinen de qué etnia son estos individuos. O de que país. Aquí va una pista:
para el almuerzo comieron tacos.
El
supervisor es del estado mexicano de Guanajuato y ha trabajado en los campos
durante 25 años.
Cuando
le pregunto si él piensa que los estadounidenses podrían hacer este trabajo, es
diplomático, pero honesto. Piensa que no. me habló de un estadounidense quien,
hace como un año, fue enviado al campo por la oficina de desempleo del estado.
Duró una hora. Tiró su saco al suelo y gritó: "¡No puedo hacer esto! ¡No puedo
hacerlo!" y después se fue corriendo.
Stehly
tiene más esperanzas.
"Nunca
me he encontrado con alguien que me haya dicho que hay un trabajo que no quiere
hacer", expresó. "No me muevo en esos círculos".
Recientemente,
el representante Lamar Smith, republicano por Texas, utilizó la baraja de la
raza al sugerir que le inquietan los "hispano-americanos" y los
"afroamericanos" que se ven privados de puestos de trabajo por los inmigrantes
ilegales.
Hablando
como un hispano-americano que no podría realizar este trabajo en su mejor día,
considero que es el tipo de comentario estúpido que uno oye en el Congreso,
donde todo lo que saben de los aguacates lo aprenden en la cafetería comiendo
ensaladas.
Smith
ha propuesto una ley que requerirá que todas las empresas —incluyendo las del
agro— participen en el sistema E-Verify, que se supone indicará al empleador si
un número del Seguro Social es real.
Le
pregunté a Stehly cómo afectaría ese requisito a los agricultores.
"Nos
liquidará", expresó. "Liquidará a toda una generación de agricultores. O nos
llevará a la clandestinidad".
Aunque
Stehly no piensa que los estadounidenses no realizarán estas tareas, tampoco
cree la idea de que los inmigrantes se queden con puestos de trabajo de los
estadounidenses.
"Si hay
gente que desea trabajar", expresa, "hay trabajo en la agricultura".
Ya lo oyeron.
No se amontonen. Ordenadamente, por favor.
© 2011, The Washington Post Writers Group
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