Defensor del Amazonas asesinado
Imágenes satelitales recientes revelaron que
la deforestación del Amazonas en Brasil se incrementó 6 veces, algo que la
Ministra del Ambiente calificó de "alarmante" considerando que solo 5 meses
antes, un plácido gobierno brasileño irónicamente anunció que la deforestación
había caído a su más bajo nivel en 22 años.
La destrucción de la selva amazónica, junto
con la extinción de miles de especies animales y vegetales, fue hecha posible a
costa del genocidio de las tribus y naciones indígenas del Amazonas, junto con
asesinatos selectivos de activistas considerados como "obstáculos" en el camino
del progreso.
"Podría recibir una bala a la cabeza cualquier
momento" dijo un líder en la defensa de la selva en noviembre del 2010, "porque
denuncio a los madereros y a los productores de carbón." Tan solo seis meses después, José
Claudio Ribeiro da Silva y su esposa María do Espíritu Santo fueron abaleados el
24 de mayo cerca de su casa en el estado de Pará en Brasil. Horas después la cámara baja brasileña
aprobaba la ley que hacía más fácil la deforestación.
Bajo ataque, los defensores del medioambiente
brasileros ahora tienen un nuevo mártir, junto con Chico Mendes también
asesinado en 1988. Según un
reporte de Derechos Humanos en Brasil del 2008, docenas de activistas de
derechos humanos y del medioambiente están en riesgo de ser asesinados.
La minería y las gigantescas agroindustrias comenzaron
temprano en Brasil. Entre sus
pioneros durante la década de los 40 estuvo Nelson Rockefeller quien marcó el
paso para la explotación del Amazonas con varias empresas, entre ellas el rancho
de ganado "Fazenda Bodoquena", una empresa de semillas híbridas, los tractores
Caterpillar, y miles de millones de dólares en negocios bancarios mediante
Chase y sus socios de la banca brasileña.
La cuenca del Amazonas es compartida por
Brasil, Bolivia, Colombia, Ecuador, y Perú, y es vista por sus gobiernos y
poderosos magnates como una frontera que deben "desarrollar" al mismo estilo
del Viejo Oeste estadounidense, erradicando los bosques y exterminando a los
indígenas que los habitan.
"Necesitamos comer" es el argumento tras esta
indiscriminada quema y destrucción del Amazonas. Aún así poco se dice del hecho de que el cultivo de soya y
la cría de ganado está en su gran mayoría en manos de enormes agroindustrias, y
no de pequeños agricultores. Los
jugosos filetes de carne de res y la soya son para la mesa de consumidores adinerados,
y no para los sin tierra y los pobres que viven en las miserables favelas de
Brasil.
¿Tendrán acaso chance de cambiar esta
poderosa marea de ruina los asesinados activistas Ribeiro da Silva y Chico
Mendes?
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