Obama a los latinos los da por descontados
En
2008, Obama cortejó a los electores hispanos prometiendo apoyar "un sistema que
permita que los inmigrantes indocumentados de buena reputación paguen una
multa, aprendan inglés y vayan al final de la cola para la oportunidad de
convertirse en ciudadanos". Dejen de lado, por un momento, su posición con
respecto al contencioso asunto del cumplimiento de la ley migratoria versus la
reforma, y consideren la profundidad de esta promesa rota.
Porque
Obama dijo que apoyaría —no que defendería, demostraría un liderazgo real o
exigiría— un plan para que esto realmente sucediera, simplemente no ha
sucedido.
Aparte
de unas pocas débiles protestas sobre las leyes de los estados contra los
inmigrantes ilegales, sus actos se han limitado a emitir perogrulladas sobre la
reforma en eventos del Mes de la Herencia Hispana, justo antes de las
elecciones de medio término del 2010, y a expresar su decepción cuando la Dream
ACT fracasó en el Senado.
En
cambio, Obama ha inquietado a los hispanos, para no hablar de todo aquel al que
le importa el cumplimiento eficiente y humano de la ley migratoria, con cifras
de deportaciones sin precedentes y a veces detenciones mortales. Los defensores
de los inmigrantes están indignados porque muchos de los deportados no
constituían casos prioritarios, sino que eran individuos no-violentos sin
antecedentes penales.
Las
últimas tres semanas han sido igualmente irritantes. Primero, Obama se reunió
con un grupo de "altos funcionarios del gobierno e interesados directos en la
inmigración", del que faltaron representantes de grupos a los que les preocupa
la implementación de reformas que conduzcan a una mayor inmigración ilegal. Al
final, el presidente dijo que el Congreso debía actuar.
Después
se reunió con un grupo de "hispanos influyentes" entre ellos, una actriz que
comercializa alcohol en botellas como de perfume, vendidas a mujeres jóvenes;
un corpulento chileno, al que se puede encontrar en millones de casas hispanas,
todos los sábados por la tarde, junto a señoritas que ríen tontamente mientras
se menean en sus tangas, en su programa de variedades que ya lleva tiempo en
pantalla; y un deportista que vive en California, le gusta escandalizar y es
conocido por alentar la participación en las marchas de la inmigración de 2005,
pero también por su programa matutino en español, lleno de obscenidades, al
estilo de Howard Stern.
¿Necesito
explicar cuán ofensivo es esto?
Obama
indicó a las celebridades que procedieran a decir a otros que él debe obedecer
lo que dice la ley y esperar a que el Congreso actúe. Tonterías. El Departamento
de 'Homeland Security' podría comenzar a menguar el dolor de las deportaciones
siguiendo, simplemente, sus propias reglas. Y justo la semana pasada, peritos
en la ley migratoria esbozaron la capacidad ejecutiva del presidente para
interpretar e implementar las leyes existentes, a fin de mejorar la vida de la
gente, en lugar de sólo continuar diciendo que las leyes no funcionan y no se
las puede arreglar.
El
presidente Obama coronó esas joyitas al reunirse con el Comité Hispano del
Congreso. El secretario de prensa de la Casa Blanca, Jay Carney, predijo
correctamente el resultado en la sesión informativa del día de la siguiente
manera: "Bueno, no es diferente. Es sólo —nuevamente, compromiso y
determinación". Obama después dio el equivalente de palmaditas en la cabeza a
los congresistas y se despidió. Una vez más.
Pero
las promesas vacías de Obama están pudiendo más. El representante Luis
Gutiérrez ya ha declarado que no respaldará el intento de reelección de Obama,
si no se progresa en la reforma. En las concentraciones de inmigración del Día
del Trabajo, en todo el país, los hispanos declararon que ya no lo toleran más
—un manifestante, Juan Guerrero, expresó a Los Angeles Daily News "(Obama) no
está haciendo nada. Lo voté la última vez, pero no volveré a votarlo. Muchos
latinos no votarán por él nuevamente."
La
coalición de organizaciones de base para la inmigración con sede en Chicago, a
la que se le adjudicó la incitación de esas marchas masivas de inmigración en
2005, ha comenzado a pedir a los organizadores que saquen a los electores a
votar en 2012 —pero no por Obama.
"No
queremos retroceder en los avances que ha hecho la comunidad en la
participación política electoral. Queremos que la gente salga a votar en las
primarias y vote por todos sus senadores, congresistas y funcionarios electos
locales, pero que se salte al presidente", expresó Jorge Mujica, líder del Movimiento
10 de marzo, quien me dijo que otras organizaciones del mismo pensar están
considerando campañas similares. "Es una medida para presionar a Obama a que
haga algo".
Los
electores latinos son listos y están viendo que la falta de liderazgo de Obama
en el asunto de la inmigración no va a modificarse en un futuro cercano. Tal y
como están las cosas ahora, ya sea si votan a los republicanos o si no votan,
no tienen absolutamente nada que perder en 2012.
© 2011, The Washington Post
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