El misterio de los desaparecidos
Para
cuando los medios de Chicago y de Kenosha, Wisconsin, reportaron la historia
sobre la madre de dos adolescentes, dedicada a criar a sus hijos en la casa,
que había desaparecido después de dejar a su hija en casa de una amiga donde se
quedaría a dormir, la policía la había estado buscando durante seis días.
Gracias a pistas generadas por toda la atención, la policía halló su cuerpo el
lunes, en el asiento posterior de su camioneta, aparcada en el estacionamiento
de un complejo de departamentos. La investigación continúa.
Que
una residente de 34 años de Round Lake Park, Illinois, una ciudad de sólo 6.300
habitantes, apareciera en las noticias de TV y en los periódicos locales fue en
sí mismo un logro. A pesar de un puñado de casos de alto perfil, pocos de los
que son buscados desesperadamente por la policía y por abatidos familiares
llegan a los titulares.
Hay
tantos casos —todos los años, cientos de miles de personas simplemente
desaparecen. Según el Centro Nacional de Información Criminal(NCIC, siglas en
inglés) del FBI, el año pasado hubo 692.944 nuevos informes de individuos que
están desaparecidos y que no se supone que lo hayan hecho por elección propia.
Esos individuos, por ejemplo, podrían tener alguna incapacidad física o mental,
o las circunstancias bajo las que desaparecieron podrían indicar que estaban en
peligro físico, o que hay inquietud por su seguridad. A los menores de 21 se
los cuenta automáticamente como desaparecidos, independientemente de si su
ausencia es o no voluntaria.
Aproximadamente
el 51 por ciento de los que han sido reportados como desaparecidos en 2010 son
mujeres, el 60 por ciento son blancos o hispanos y el 33 por ciento afroamericanos,
lo que constituye un reflejo aproximado de la población estadounidense, aunque
casi el 80 por ciento de los desparecidos son menores de 18 años.
Si
parece que casi 700.000 personas desaparecidas en un año son muchas, es porque,
efectivamente, lo son. Y éstos son sólo los casos que se reportan al centro de
información federal. Según un vocero del FBI, las agencias de seguridad
reportan los casos de adultos desparecidos cuando quieren —sólo están obligados
por ley a reportar la desaparición de menores.
Pero,
para explicar la constante frustración de la población de que las fuerzas de
seguridad no llevan a cabo campañas mediáticas masivas cada vez que alguien
desaparece, hay que comprender que la mayoría de los desaparecidos vuelve. El
31 de diciembre de 2010, después de que se agregaran todas esas personas nuevas
al número del año anterior de personas nunca halladas, 749.713 personas fueron
eliminadas de la lista porque fueron localizadas por algún organismo de
seguridad, porque volvieron a su casa o porque se determinó que los
antecedentes eran inválidos. Así quedaron sólo 85.820 personas en la lista de
personas activamente desaparecidas —cifra que se ha reducido en cada uno de los
tres años pasados.
Utilizar
la palabra "sólo" es terrible —ilumina los finales felices, mientras se
entiende el trauma de las familias obsesionadas a diario por la incertidumbre
de lo que podría haber ocurrido. Y las estadísticas no ofrecen patrones claros.
Desde
julio de 1999, cuando el NCIC comenzó a mantener expedientes más amplios sobre
los motivos más probables por que la gente desaparecía, sólo alrededor de la
mitad de los organismos de seguridad han incluido la información en sus
expedientes oficiales. Pero de los reportes nuevos de personas desaparecidas en
2010 que incluyen información sobre las circunstancias, un abrumador 96,9 por
ciento de todas las personas desaparecidas eran sospechosas de haberse escapado
de la casa, número distorsionado por el hecho de que muchos de los
desaparecidos eran menores de 21 años. Se consideraba que un escaso 0,1 por
ciento había sido secuestrado por un extraño. En comparación, el 0,8 por ciento
había sido secuestrado por un padre que no tenía la custodia.
Lo
que nos lleva de vuelta a Melissa Best. Se la encontró a unas pocas millas de
su casa y aún hay muchas preguntas sobre las circunstancias de su muerte. Pero
al menos, ahora su esposo e hijos tendrán la oportunidad de despedirse de ella.
No
permanecerá en el insoportable limbo de las estadísticas de personas desaparecidas
y nunca halladas. Trágicamente —pero al menos definitivamente— no se unió a los
85,820 hombres, mujeres y niños perdidos, cuyas ausencias continúan horadando
un agujero en los corazones de sus seres queridos —desaparecidos pero nunca
olvidados.
© 2011, The Washington Post
Writers Group
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