Inusualmente rico Standard & Poor's
¿Qué le da a Standard & Poor's el derecho
de dictar cómo se le debe juzgar financieramente a nuestra nación? Allá en 1860 la experticia del señor
Poor estaba limitada a compañías ferrocarriles, pero su éxito evaluando "a la
industria más grande e intensiva en capital de los Estados Unidos" dio paso a
evaluar bonos municipales en 1922, y para 1941 su "Guía de Bonos" listaba
ratings de 7,000 municipalidades.
No fue hasta 1982 que comenzó a evaluar deudas municipales "augurando la
entrada de ciudades, estados, e instituciones públicas al mercado global de
capitales" según nos cuenta S&P en su historia.
Oráculo autonombrado S&P, convencida de
su clarividencia, afirma haber anticipado la crisis financiera de 1929 porque
"con gran anticipación a la caída del mercado de valores en Octubre…asesoró a
sus clientes que liquidaran sus activos, reconociendo que la especulación
provocó que los precios de los valores alcanzaran niveles insostenibles."
En el 2008 sin embargo, Standard & Poor's
justificó su propia "ceguera financiera" en su documento "¿Por qué Lehman
Brothers fue calificado "A"? Su
respuesta fue culpar al mercado y al público. Sus ratings, asegura S&P eran demasiado sofisticados
para "meramente reflejar" los caprichos de "los sentimientos del mercado".
En una penosa crónica de 4 trimestres entre
el otoño del 2007 y la caída de Lehman en septiembre del 2008, Standard &
Poor's explica cómo se mantuvo imposiblemente optimista sin poder 'ver la luz',
no por culpa propia, sino porque el gobierno estadounidense y Wall Street
"declinaron apoyar" a Lehamn permitiéndole quemarse por la "escalada de temores
que acabó en la pérdida de confianza."
La verdad a los ojos de Standard & Poor's
realmente se nubló algunas décadas atrás.
La "gran anticipación" de S&P a la caída
de la Bolsa de Valores en 1929 irónicamente no la salvó de irse a la quiebra en
1930, y de allí en adelante, el resto es historia.
En 1962 S&P comenzó a tranzar sus propias
acciones en el mercado de valores, convirtiéndose en juez y parte del caprichoso
mercado. ¿Podría acaso mantenerse
cual juez imparcial del resto de jugadores corporativos, mientras se convertía
en un jugador más?
En 1974 el imparcial juez y gurú del
"análisis fundamental crediticio" comenzó "a cobrar a los emisores de bonos por
sus ratings corporativos", desde luego una práctica legal y común, pero los
límites entre el objetivo evaluador y sus clientes se comenzó a perder, como lo
ilustra el caso de la debacle de Enron y su cómplice auditor Arthur Andersen.
Dar ratings o juzgar las finanzas
gubernamentales es un asunto serio, y también una forma efectiva de ejercer el
poder. Recordemos los humildes
inicios de S&P cuando evaluaba bonos municipales. El poder sobre municipalidades se volvió aparente en 1975
cuando S&P suspendió los ratings de los bonos de Nueva York porque nadie
quería garantizar las deudas de la ciudad.
Pequeñas naciones no tienen chance alguno y
fácilmente sucumben a los ratings y las bajas calificaciones; ¿podrá el sufrido gobierno
estadounidense aguantar esa presión?
En tales instancias es sabio seguir la pista
del dinero. Hasta donde sabemos,
el gobierno estadounidense no paga por sus ratings, ¿por qué entonces no
averiguamos quién los paga? Quizá
se trate de alguien inusualmente rico.
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