Latino-Estadounidense: Cuando el guión no es necesario
Y
en este tema hay algo para todos. Están aquellos a quienes les desagrada que yo
use ambos términos, en lugar de limitarme al que ellos favorecen, y están los
no-hispanos a quienes les inquieta que yo no emplee guiones como los utilizados
en irlandeses-americanos o italianos-americanos.
Una
reciente serie de blogs agudos y conducentes a la reflexión redactados por
Stanley Renshon, miembro del Center for Immigration Studies, una organización
que favorece restricciones tanto para la inmigración legal como la ilegal,
examinó el valor de la identidad con guión.
"Las
identidades estadounidenses con guión han ayudado a muchos millones de nuevos
inmigrantes legales en los Estados Unidos, de todos los continentes del mundo,
a encontrar, tarde o temprano, su camino hacia la conversión en miembros plenos
de nuestra comunidad nacional", escribió Renshon. "¿Por qué, entonces,
parecemos haber desechado ese historial de éxito sin paralelo, cuando se trata
del nuevo grupo de inmigrantes más numeroso y de mayor crecimiento en Estados
Unidos—'hispanos'/'latinos'?"
Renshon
citó una encuesta de 2006 del Pew Hispanic Center, que halló que el 48 por
ciento de los adultos latinos se describen generalmente primero por su país de
origen; el 26 por ciento generalmente utiliza los términos latino o hispano
primero; y el 24 por ciento generalmente se autodenomina estadounidense en la
primera referencia.
Renshon
no mencionó que el informe señaló específicamente que "las etiquetas no han
sido adoptadas universalmente por la comunidad que ha sido así etiquetada" y
que no comparó ni estableció una correlación de actitudes entre los inmigrantes
y los estadounidenses nativos —una distinción importante.
Al
leer esto, mi reacción —reacción que creo que muchos latinos nacidos en Estados
Unidos reconocerán— es que siempre pensé en mí misma como estadounidense, hasta
que una persona de buenas intenciones me exigió más explicaciones como
respuesta a la pregunta "¿De dónde eres?", porque "de Chicago" nunca fue
suficiente.
Y
como muchos otros cuyos padres provienen de los 20 países diferentes de América
Latina, nunca me autodenominaré exclusivamente como mexicano-americana o
ecuatoriana-americana, porque eso deja demasiadas cosas fuera de la historia.
Todos
seguimos las normas establecidas por la Oficina de Censos de Estados Unidos, y
hoy en día la mayoría de la gente sabe que dicha oficina utiliza hispano/latino
en forma intercambiable, con la nota de que "las personas de origen hispano
pueden pertenecer a cualquier raza".
Algunas
personas toman estas etiquetas muy seriamente, aún cuando una encuesta de 2008
del Pew Hispanic Center halló que el 36 por ciento de los encuestados latinos
prefieren el término "hispano", el 21 por ciento prefiere "latino" y el resto
no tiene preferencia. Recibo apasionados mensajes electrónicos de gente que
prefiere "latino" y que considera que el término "hispano" nos remite a la
conquista española y niega la orgullosa herencia de los incas, aztecas y mayas,
porque se refiere a América Latina en su totalidad. Yo utilizo los términos de
manera intercambiable para ser inclusiva y evitar el tedio.
En
su último blog de la serie, Renshon sugiere que una "identidad
hispano-americana" "ayudaría a llevar a los miembros de este grupo a pensar y
caracterizarse como estadounidenses con el correr del tiempo, y este país
debería alentar esa manera de pensar".
La
simple respuesta es que no necesitamos del guión, la parte "estadounidense" ya
está incorporada en los términos "latino" e "hispano".
Aprendí
esta importante lección hace unos años gracias a Jorge A. Girotti, director del
Centro de Excelencia Hispana de la Universidad de Illinois-Chicago, que es
argentino y está casado con una mujer venezolana con hijos nacidos en Estados
Unidos. "Uno sabe que es estadounidense si se autodenomina con cualquiera de
los dos términos porque éstos no existen en ningún otro lugar que no sea
Estados Unidos", expresó una vez Girotti a un grupo de no-hispanos reunidos
para aprender más sobre los latinos. "En cualquier otro lugar del mundo uno es
simplemente de su país".
Me
encanta esa ironía. Los no-hispanos se preocupan por la capacidad de la
comunidad latina de integrarse plenamente a la cultura estadounidense general y
sin embargo, en un nivel bien elemental, anunciamos ya esa integración al resto
del mundo, por la adopción, por falta de otra cosa —y a veces con pasión— de
las etiquetas que la Oficina de Censos de Estados Unidos nos asignó. ¿Qué puede
ser más estadounidense que eso?
La
dirección electrónica de Esther Cepeda es estherjcepeda@washpost.com.
© 2011, The Washington Post Writers Group
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