Narcotráfico y hostilidad contra el gobierno en México
Hoy sabemos que estamos en una crisis profunda, y lo
reconocemos: hemos antepuesto el poder político de los partidos al logro de
reformas integrales en todos los ámbitos que el país requiere para contar con
instituciones más eficaces en la lucha contra narcotraficantes, crimen
organizado y traficantes de blancas. La actualización de las instituciones
haría posible capitalizar la grandeza de México, de su gente, de sus recursos,
y la creación de empleos. Pero los partidos están en pugna, y no han pasado acuerdos
porque anteponen los intereses de su partido, al bien de la nación. Y nadie dice nada.
A pesar del bienestar social que todos anhelamos, se ha
generalizado el desaliento y la pérdida de objetividad al optar por la
satanización de nuestro Presidente. Él es el chivo expiatorio de todo lo que
nos sucede. Olvidamos que contamos con un Congreso de la Unión, formado por dos
cámaras, senadores y diputados de diferentes partidos, para tomar acuerdos y
dictar leyes, y olvidamos también que nuestra República tiene un Presidente, no
un dictador.
La
descalificación entre los partidos políticos no sólo atenta contra el buen
nombre de las personas al hacer juicios temerarios, sino que lesiona
profundamente el prestigio de la nación, y una vez que se pierde, es difícil
recuperarlo. Pierde México, y perdemos todos. Es difícil purificar la
comunicación y despojarla de contaminantes. Más difícil es desinfectar de
pasiones humanas y de intereses personales los mensajes. El poder político es
complejo y acumula intereses propios de su naturaleza y, sin embargo, en todo
momento y circunstancia, debe anteponer el apego nacionalista: México es
primero.
Los ciudadanos también debemos admitir que es
imprescindible fortalecer a nuestro gobierno, del partido que sea, para hacer
propicio el orden y generar una mayor calidad de gestión. Es urgente que
regrese la decencia al debate, y con ella la generosidad y la honorabilidad al debatir. Sólo mediante
reformas integrales estaremos en condiciones de lograr el bienestar colectivo
que todos exigen, pero que no todos procuran.
La lucha contra el crimen ha llenado muchos hogares de
luto. No fue fácil la decisión de lanzar los soldados a las calles en contra de
las bandas del crimen organizado: el asumir riesgos con reglas que no conocían;
incomprensión, desprestigio. Es mayúscula la preocupación del Ejército sobre el
marco legal en que se despliegan los operativos, y enorme la inquietud por
filtraciones dolosas de parte de soldados y policías corruptos, a pesar de lo
cual tratan de realizar un trabajo que es crucial para la viabilidad del país,
para su continuidad como Nación independiente.
El Gobierno de la República ha planteado la urgencia por
alcanzar los cambios que demanda el país, y para ello es necesario el trabajo
en equipo: gobernantes y representantes ciudadanos. Las palabras hostiles matan
el proyecto de nación. Nuestra comunicación exige alta fidelidad en el mirar,
sentir, hablar y actuar porque la solución a ésta problemática de nuestro
México es lograr la cohesión social y el acuerdo político. Prioridades: el bienestar de los
ciudadanos y el interés nacional.
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