Comercializando alcohol a las mujeres
Por
eso es tan profundamente decepcionante que Longoria se haya avenido a ser el
rostro de una nueva campaña publicitaria para una bebida de sabor a fruta,
burbujeante, rosada y de alto contenido alcohólico. La mezcla de vodka, vino
blanco y jugo de frutas se llama Nuvo, es francesa y se ha producido desde
2007, pero espera incrementar sus ventas dirigiéndolas a las mujeres.
Nuvo
viene empaquetada en lo que parece ser una botella de perfume, con una tapa que
recuerda a un lápiz de labios. En su página Web se la describe como "el
accesorio por excelencia para una reunión ... que agrega brillo y ambiente a
todo acontecimiento".
Ese
enfoque continúa la larga tradición de promover alcohol entre mujeres jóvenes
mediante bebidas de tamaño pequeño o de brillantes colores, como vinos
refrescantes o diminutas botellas de champaña diseñadas para beberse con
popotes, pero le agrega la sofisticada starlet. La experta en mercadeo que hay
en mí, debe sacarse el sombrero ante el grupo Levinson Tractenberg por la
resonancia que su campaña "Sé glamorosa" tendrá entre las jóvenes. Todo el
asunto me pone la piel de gallina.
Soy
la primera en señalar que el alcohol es una sustancia lícita y que los anuncios
llevan su descargo de responsabilidad, pidiendo a los consumidores que beban "responsablemente"
—porque el alcohol es una droga peligrosa que requiere un cierto nivel de
madurez y autocontrol para usarlo sin perjudicarse a uno mismo ni a los demás.
Pero presentar el alcohol como un accesorio de la moda envía el mensaje
opuesto.
Dejemos
de lado el hecho de que la presentación en una botella parecida a las de
perfume será más atractiva para las jóvenes de entre 12 y 20 años de edad, que
tienen por costumbre examinar atentamente revistas tales como Cosmopolitan,
Elle y Marie Claire, imaginando sus vidas como mujeres de éxito. Es aún
perjudicial presentar una bebida con un contenido alcohólico del 15% como si
fuera algo que hay que tener, como un par de aros sexy o la cartera adecuada
para garantizar una noche de diversión.
Incluso
sin contar a aquellas mujeres que han padecido inestabilidad, o directamente
violencia, en su vida a causa de un familiar o de alguna pareja que abusa del
alcohol —y a aquellas que abusan ellas mismas del alcohol— la bebida afecta
profundamente la vida de las mujeres.
El
boletín sobre la salud de la mujer de 2010, producido por el National Women's
Law Center y la Oregon Health and Science University, halló un marcado aumento
entre las mujeres de incidentes de "beber hasta caer". En conjunto, hay más
casos de obesidad y diabetes y también de la enfermedad venérea clamidia en las
mujeres, que en 2007, cuando se emitió el último boletín. No se estableció
ninguna relación causal entre la bebida y los otros problemas de salud, pero
habría que hundir profundamente la cabeza en la arena para ignorar una posible
correlación.
Y,
lo que es escalofriante, los investigadores de la Universidad de California en
San Diego, analizaron más de 129.000 muertes atribuidas al síndrome de muerte
infantil súbita entre 1973 y 2006, y hallaron que las muertes aumentaron un 33
por ciento el Día de Año Nuevo —posterior a la noche en que millones de mujeres
en todo el país se emperifollan para ir a la ciudad y brindar por el nuevo año.
En todos los demás fines de semana del año, la conexión entre la incidencia de
SMIS y el consumo de alcohol se eleva y los bebés de madres que beben tienen el
doble de probabilidades de morir de SMIS que los de madres abstemias.
Éstos
son algunos de los deprimentes resultados de exitosas campañas publicitarias
que venden a las mujeres la diversión del alcohol.
Oigan,
sé que las empresas de alcohol tienen todo derecho a comercializar sus
productos al público adulto que deseen escoger. Eva Longoria tiene derecho a
hacer dinero vendiendo bebidas y aspiraciones, y las mujeres toman sus propias
decisiones.
Pero
yo puedo pedirle a la gente que no responda a los pedidos de esta campaña
particularmente atractiva. Digan "no gracias" a la rosada y bella invitación de
Nuvo para hacerles olvidar que, a diferencia del perfume, el alcohol puede ser
mortal.
© 2011, The Washington Post
Writers Group
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