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 ¿Quién mató al DREAM Act?

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            Entonces,
¿quién mató realmente al Dream Act?

            Los
medios liberales, los grupos de incidencia para inmigrantes y los demócratas
latinos nos aseguran que fueron los republicanos del Senado. Caso cerrado. Es
una narrativa fácil de tragar por diversas razones.

            Primero,
tenemos las cifras. Cuarenta y un republicanos votaron contra la clausura(2),
impidiendo que de esa forma, la ley avanzara al Senado en pleno. Sólo Robert
Bennett de Utah; Lisa Murkowski, de Alaska y Richard Lugar, de Indiana,
favorecieron seguir adelante. Cincuenta demócratas y dos independientes votaron
a favor de la clausura. Cuatro senadores—tres republicanos y un demócrata—no
votaron.

            Segundo,
hubo aspectos desagradables. Aunque la mayoría de los republicanos del Senado
tuvo cuidado en no exaltar los ánimos sobre la ley, recibió parte de la culpa
de lo que ocurrió en la Cámara de Representantes, donde los republicanos
consideraron la ley como un regalo injusto para los inmigrantes ilegales. El
representante Dana Rohrabacher, republicano por California, quien tiene una
habilidad especial para jugar la carta racial en la política, se pasó de raya
cuando urgió a sus colegas a oponerse a una "amnistía de la acción afirmativa".

            (En
verdad, el Dream Act no era ningún regalo. Era un toma y daca. Ofrecía
"residencia permanente condicional" a jóvenes traídos a Estados Unidos
ilegalmente como menores por sus padres, si asistían a la universidad o se
integraban a las fuerzas armadas).

            Y
tercero, hubo tonterías. Al oponerse al Dream Act, los republicanos
traicionaron sus principios. ¿Recuerdan cuando el Partido Republicano pensaba
que había que asumir la responsabilidad de los actos propios y no obtener algo
por nada? En eso consiste el Dream Act. Los estudiantes que son inmigrantes
ilegales debían asumir la responsabilidad de estar en Estados Unidos
ilegalmente. Y no hubieran obtenido algo por nada dado que, para cumplir los
requisitos de la residencia, debían ir a la universidad o integrarse a las
fuerzas armadas.

            Así
pues, básicamente, hubo unos republicanos que actuaron como estúpidos
vociferantes e hipócritas en el asunto de la inmigración. Eso no es suficiente
para hundir una ley cuando se está en la minoría en el Senado. No, cuando se
pierden tres personas que se pasan al otro bando y se les unen tres
independientes. No, cuando los demócratas necesitaban 60 votos para la clausura
y no se tenían los votos para impedirlo.

            Si
están buscando quién mató el Dream Act, los republicanos tienen una coartada a
prueba de balas: Pueden ser desagradables, fríos, miopes y estar demasiado
conectados con elementos xenofóbicos en la base del Partido Republicano. Pero
también son suficientemente pequeños en número para ser totalmente irrelevantes
en este debate.

            ¿Quiénes
son los reales culpables? Elemental, amigo Watson.

            ¿Quiénes
han dado esperanzas falsas a los defensores de la reforma migratoria con
promesas de componer un sistema fallido, que por algún motivo nunca se arregla?
Los demócratas. ¿Quién controla la Casa Blanca y ambas cámaras del Congreso y
lo ha hecho en los últimos dos años? Los demócratas. ¿Quién ha controlado el
Congreso durante los últimos cuatro años, los dos primeros bajo George W. Bush,
que apoyó la reforma migratoria? Los demócratas. ¿Qué partido tiene terror a
que se lo vea blando con los inmigrantes ilegales y constantemente sus miembros
más vulnerables tratan de fortalecer sus credenciales al respecto oponiéndose
incluso a porciones sensatas de la ley de reforma? Los demócratas.

            Y,
lo que es más importante, ¿qué partido le negó al líder de la mayoría, Harry
Reid, los cinco votos que necesitaba para la clausura en el Dream Act? Los
demócratas. Olvídense de todos los rezongos de los republicanos. La clave de la
muerte del Dream Act son esos cinco desertores demócratas —Max Baucus y Jon
Tester de Montana; Kay Hagan, de Carolina del Norte; Ben Nelson, de Nebraska y
Mark Pryor, de Arkansas.

            ¿Me
están diciendo que Reid no tiene el poder necesario para presionar, ofrecer
incentivos o recurrir a amenazas a fin de obtener esos cinco miserables votos?
¿O que el presidente Obama, si lo quisiera, no podría hacer otro tanto?
Hicieron un buen trabajo en juntar a los descarriados durante el debate de la
asistencia médica. Pero entonces, se trataba de un asunto que realmente les
importaba a los demócratas.

            Asombrosamente,
cuando se les preguntó quién mató al Dream Act, aún con todas las pruebas
apuntando a los demócratas, algunos de la izquierda —entre ellos muchos
latinos— instintivamente acusaron a los republicanos.

            No
es de sorprender que los latinos no tengan respeto por ningún partido. Se
sintieron nuevamente heridos por el rechazo del Dream Act y ahora están
amenazando con devolver el golpe.

            Estoy
contento de oír eso. Pero, ¿cómo van a saber a quién devolvérselo si no prestan
atención?

Notas del traductor

(1)          
DREAM Act: Siglas en inglés
de Development, Relief and Education for Alien Minors Act, es decir "Ley para
el desarrollo, la asistencia y educación de menores extranjeros".      

(2)          
Cloture: clausura de un
debate para pasar a la votación.

© 2010, The Washington Post
Writers Group

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