Editorial: En defensa de Julian Assange
Estamos deseosos de ver qué impacto tendrá esta vastísima luz sobre documentos secretos en los corruptos y asesinos mercaderes de la muerte.
No, no nos adscribimos al mórbido interés en los "Celebrity scandals" de los políticos y los diplomáticos, ni tampoco nos interesa lo que algunos consideran el más reciente y mundial "reality show".
El clamor de Michael Moore en defensa del papel de WikiLeaks y Julian Assange merece ser escuchado y ponderado –lo tradujimos al español para nuestros lectores aquí:
Mis razones para abonar a la fianza de Julian Assange
Nos sumamos al señor Moore en su poderoso ejercicio de imaginar cómo un sinnúmero de vidas pudo quizá salvarse si los reportes del FBI respecto, del en ese entonces ya en curso ataque del 9/11 por parte de Bin Laden, que emergieron tan solo a semanas del ataque y leídos por el entonces presidente George W. Bush se hubieran filtrado al público.
¿Qué hubiese sucedido si la egregia mentira sobre las "armas de destrucción masiva" de Sadam Hussein se hubiera destapado previo a la invasión?
Sí, somos un tanto escépticos respecto a la habilidad de WikiLeaks de verificar la autenticidad de cada uno de los últimos 250.000 cables; un ejército de voluntarios al margen de su pasión, no pueden estudiar con cuidado todo para determinar su veracidad. Pero eso es lo que ellos ofrecen, y se supone que debemos confiar de que unos 800 voluntarios revisaran los hechos.
En alguna medida, compartir la información con grandes organizaciones noticiosas como The New York Times o The Guardian en el Reino Unido quizá ayude a establecer la relevancia y veracidad de la información.
Sea como fuere Julian Assange ha facilitado el mecanismo mediante el cual las fuentes noticiosas puedan "depositar" la información anónimamente, electrónicamente de tal manera que en mucho excede la capacidad de antiguas y solitarias fuentes como "deep throat" que desataran el Watergate y tumbaran al Presidente Nixon.
Pero cuidado, no siempre podemos confiar en aquellas fuentes, o en sus intenciones. Es un hecho bien establecido de la praxis política de que "filtrar" información suele hacerse para neutralizar a opositores, para socavar políticas, pero ante todo para jugarle al gran y crédulo público.
Sabemos bien que pese a revelar la verdad aún en detalle, hay ocasiones en que el público, aún en calidad de jurado en un juicio por difamación traído por figuras públicas en contra de la prensa, decidirá en contra de la verdad y engullirá el cínico argumento del "y qué" ó "qué me importa".
La nuestra es de por sí una sociedad muy abierta, y un cúmulo de información estudiosamente compilada está allí para que la estudiemos; desafortunadamente pocos quieren saber y poquísimos siquiera se conmueven con ella.
Creemos en el poder de imaginarnos consecuencias diferentes gracias a revelar la verdad.
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