Riesgos en la era de información
Eso abarca desde lo trágico los suicidios cometidos
por adolescentes tras haber sido acosados en la web hasta lo extraño, como el
caso reciente e inédito de una empleada despedida por sus comentarios poco
halagadores sobre el jefe en su página personal en Facebook.
Puede ser incluso fuente de conflicto entre
naciones, como es el caso de la última confrontación entre dos países de
nuestro hemisferio. El 31 de octubre, autoridades costarricenses recibieron
información de que una bandera de Costa Rica había sido misteriosamente
reemplazada por una de Nicaragua en la isla Calero. Días antes, ingenieros
nicaragüenses habían empezado un proyecto de dragado en el río San Juan, que
sirve de frontera natural entre los países centroamericanos, para luego
depositar los sedimentos en Calero.
El 3 de noviembre, Edén Pastora, el ex comandante
sandinista a quien el presidente nicaragüense, Daniel Ortega, encargó de
dirigir el dragado, le aseguró al diario La Nación de Costa Rica no haber
ordenado ninguna acción que violara territorio costarricense. ¿Cómo sustentó su
afirmación? Con mapas de Google.
"Vea la foto satelital de Google", Pastora le dijo
al reportero. "Ahí se ve la frontera", que determina que Calero es parte de
Nicaragua.
Las autoridades costarricenses no tardaron en
presentar una queja a Google. El 5 de noviembre, el gigante de internet emitió
una aclaración y reconoció que el mapa no era exacto, a pesar de que el
canciller nicaragüense también le había escrito a Google para asegurar que el
gráfico era "absolutamente correcto".
"Si bien los mapas de Google tienen una altísima
calidad y Google trabaja constantemente para mejorar y actualizar la
información existente", dijo Daniel Helft, alto gerente para políticas públicas
de Google América Latina, "de ninguna manera pueden ser tomados como referencia
al momento de decidir acciones militares entre dos naciones".
Nicaragua puso a sus vecinos especialmente nerviosos
al utilizar personal militar para llevar a cabo el proyecto en la frontera.
Costa Rica, que no tiene ejército desde 1948, comprensiblemente cuestionó la
intención nicaragüense y condenó ruidosamente lo que calificó de una invasión y
un acto de "agresión militar".
Hasta ahora, la Organización de Estados Americanos
ha convocado a cuatro sesiones extraordinarias del Consejo Permanente en un
esfuerzo por encontrar una resolución pacífica a la disputa. El secretario
general de la OEA, José Miguel Insulza, sobrevoló la zona en un helicóptero costarricense,
y luego en uno nicaragüense, para evaluar la situación y, sin duda, ver a
Calero desde ambas perspectivas. Al momento de este escrito, sin embargo, las
dos naciones no parecían estar cerca de solucionar la disputa.
El conflicto sobre la zona fronteriza tiene una
larga historia. Si bien Google jugó una parte en la polémica reciente, no puede
culpársele por la invasión. Ambas naciones casi fueron a la guerra por ese
mismo territorio en 1857. Luego, en 1897, ambas partes acordaron aceptar lo
establecido por un ingeniero nombrado por el presidente de Estados Unidos,
Grover Cleveland, quien determinó que el terreno en disputa pertenecía a Costa
Rica, mientras que el río San Juan que lo rodea era de Nicaragua.
Desde entonces, cambios geográficos y políticos han
llevado a ambos países a reinterpretar el lenguaje de ese arbitraje en su
propio beneficio. Así, la disputa no ha desaparecido nunca por completo.
El año pasado la Corte Internacional de Justicia
respondió a quejas de Costa Rica de que su vecino estaba restringiendo el
acceso al río San Juan injustamente. El tribunal falló a favor de que Costa
Rica pudiera usar esta vía para actividades comerciales, pero no para
patrullaje policial; de igual manera, determinó que funcionarios nicaragüenses
no podrían imponer visas u otras limitaciones a nacionales costarricenses en el
río.
Ahora Ortega esta justificando sus últimas acciones
con base en su lectura de un aparte del fallo de la corte; mientras Pastora
basa sus interpretaciones en un mapa de Google.
Con tanta información
disponible, hoy en día es mucho más fácil encontrar argumentos que sustenten la
posición más tendenciosa, que ponerse de acuerdo en torno a hechos
establecidos. No en vano, nos estamos polarizando más.
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