Editorial: Crímenes de guerra en Irak auspiciados o ignorados
Los reportes de guerra compartidos por WikiLeaks parecen veraces, revelan una dolorosa realidad de crímenes de guerra tanto directamente perpetrados o auspiciados.
En lugar de negar su veracidad el Departamento de Defensa se limitó a "deplorar a WikiLeaks por inducir a individuos a quebrantar la ley, filtrando documentos clasificados y luego irresponsablemente compartiendo información secreta con el mundo", según manifestó en su respuesta al New York Times.
"No obstante, sí revela información secreta" continuó el Departamento de Defensa, luego de calificar los reportes filtrados como meras "crudas observaciones por parte de unidades tácticas… de eventos tanto trágicos como corrientes, y no cuentan la historia completa".
Según el análisis del New York Times de los 391.832 reportes, éstos "iluminan" algunos aspectos de la guerra tales como: Subcontratación sin precedentes de operaciones de combate a contratistas privados a una escala "previamente desconocida en la guerras estadounidenses"; muertes de civiles iraquíes en cifras por encima de las reveladas por el gobierno Bush –los reportes detallan al menos 109.032 muertes; abuso de prisioneros iraquíes por parte de otros iraquíes aliados de Estados Unidos– "de una brutalidad tal que los estadounidenses a ratos debían apartar sus ojos", concluyó el New York Times.
The Guardian en Gran Bretaña fue más allá en clarificar qué estaba tras este "apartar" de la vista de los actos brutales, extrajo de los reportes de guerra en Irak la denominada "orden fragmentada" conocida como "Frago 242" que curiosamente el New York Times ni el Washington Post siquiera mencionan.
Expedida en junio del 2004 Frago 242 "ordena a las tropas de la coalición que no investiguen cualquier violación a las leyes que gobiernan los conflictos armados, a menos que directamente involucren a miembros de la coalición. Cuando el abuso es cometido por parte de iraquíes en contra de otros iraquíes", continúa The Guardian citando de los reportes "sólo un reporte inicial se preparará…Ninguna investigación adicional será requerida a menos que así lo ordene el Cuartel General".
La orden Frago 242 trágicamente se asemeja a otra política similar empleada en las décadas de los 70 y 80 aplicada en Centroamérica como una estrategia de "contrainsurgencia". Un manual secreto recientemente desclasificado provisto por las fuerzas estadounidenses a sus aliados facilitaba instrucciones conocidas como la "opción salvadoreña" incluyendo "recomendaciones que incluían el uso selectivo de 'violencia con fines propagandísticos' y la movilización de "criminales profesionales" para ejecutar "trabajos selectos", según explicó el profesor Phil Marfleet, de la Universidad de East London.
"¿Quién era el embajador estadounidense en Irak durante el período crucial 2004-05?", preguntaba el profesor Marfleet en una carta dirigida a The Guardian, y contesta: "fue John Negroponte, veterano de operaciones estadounidenses de contrainsurgencia en el sudeste asiático y en Centroamérica y arquitecto de la opción salvadoreña".
Quizá cuestionemos al mensajero o la oportunidad con la cual algunos hechos se revelan; con todo no podemos tapar el sol con un dedo. Revelar la verdad es un imperativo moral, más aún cuando la tortura y la guerra son demasiado familiares para los inmigrantes forzados a huir de la conmoción auspiciada al estilo salvadoreño en otras partes del mundo.
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