Los atrapados
Las autoridades calculaban que el rescate de los chilenos atrapados en la mina San José en Copiapó, Chile, tardaría más de tres meses y eso no los desanimó. Cada cuarenta y ocho horas saboreaban dos cucharadas de atún y medio vaso de leche. Pasaron sus primeros diecisiete días con tan sólo esa alimentación, sepultados a casi 700 metros de profundidad al interior del yacimiento de cobre y oro, sin contacto alguno con familiares o compañeros mineros ubicados en la superficie. Estaban sumidos en una oscuridad total apenas perturbada por los focos de sus cascos.
Los mineros tienen una lección muy valiosa que ofrecer al mundo: sólo en equipo se puede salir de una crisis. Cada uno de ellos asumió la responsabilidad de cuidarse a sí mismo y al compañero. La tolerancia de estos hombres valientes ante la tensión, el humor ante la angustia, y la esperanza ante la incertidumbre se consolidaron en su determinación de sobrevivir.
Los mineros decidieron ayudarse sin egoísmos; establecieron rutinas para sobrellevar el inevitable deterioro de su salud física y mental y se organizaron como un verdadero equipo. En lugar de lamentarse por los pocos recursos, fueron extremadamente creativos e inteligentes para usar bien los disponibles. El jefe de labores de salvamento, André Sougarret, informó que incluso confeccionaron un juego de dominó con pequeños papeles.
El accidente puso a prueba su cordura para superar comprensibles crisis en esta situación límite. A la escasez de alimentos se sumó una temperatura de 30 grados centígrados, una humedad del 88% y sólo cartones para amortiguar el piso de piedra al dormir, la angustia ante la incomunicación con el exterior y la incertidumbre sobre su futuro.
Sin embargo, desde que ocurrió el accidente acordaron enfrentar juntos el reto de salvar la vida. Aprovecharon al máximo lo que cada uno sabía y lo puso al servicio de los demás. ¡Solidaridad, normas de convivencia, disciplina, liderazgo, una ilusión compartida! Tolerancia ante la tensión, humor ante la angustia, esperanza ante la incertidumbre fueron los elementos que alimentaron a estos luchadores. Su objetivo era vivir, y la estrategia permanecer unidos y trabajar para facilitar el rescate. Los días en la obscuridad pondrían a prueba su cordura para superar comprensibles crisis en esta situación límite.
El papa Benedicto XVI recibió el jueves 7 de octubre una bandera de Chile firmada por los 33 mineros agradeciendo sus fervientes oraciones: "Estamos vivos en el refugio los 33". . Isabel Allende Bussi, senadora del Congreso en Chile, declaró que la lección de la tragedia es: "cómo cuidar a los trabajadores y mejorar sus condiciones de trabajo".
El columnista latinoamericano Alfredo Villavicencio comenta sobre la catástrofe: "Allá abajo ellos han dado lo mejor de sí mismos y triunfarán. Sus actitudes son ejemplares, no saldrán de esa profundidad como compañeros, sino como hermanos. No se quejan, se animan; no se recriminan, se apoyan. Son el equipo ideal.
"En cambio, aquí arriba y con tantos recursos, hay personas que se comportan atrapadas por prejuicios, egoísmo, indiferencia y avaricias. Se encierran en su mente, escondiéndose de quienes necesitan o les necesitan, sumidas en la oscuridad a pleno sol. ¿Quiénes estarán más tiempo atrapados? ¿Los mineros o los prisioneros de su pensamiento?
"Los 33 están ocupados en vivir, mientras que hay organizaciones y personas que pudiendo trabajar como los mineros apenas logran sobrevivir, debido al derrumbe de sus propias actitudes. ¿No es paradójico? ¿Cómo reaccionaría usted si estuviera en esa cavidad en tan difíciles circunstancias? Recuerde: un ser humano puede modificar su vida cambiando su actitud mental."
El rescate de los mineros será posible luego que finalice la construcción del túnel de 624 metros por donde serán sacados los mineros a la superficie uno a uno. Puede ser en los próximos días o en las próximas horas.
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