"Negocios de propiedad de hispanos aumentaron a más del doble del índice nacional", anunció la Oficina del Censo el pasado martes.

Sin duda una espectacular toma instantánea de proeza empresarial, no solo para los hispanos sino para todos a quienes el Censo clasifica como "minorías" lo que hoy incluye grupos por género, etnicidad, raza, y veteranos de guerra.

El telón de fondo de esta encuesta de negocios que el Censo realiza cada 5 años es que las prometedoras cifras del 2007 retratan una era antes de la recesión económica y semejante crecimiento quizá no se dé nuevamente.

Consideremos un factor, el del mercado de vivienda, allá en el 2007 la fiebre de construir y vender vivienda fue hecha posible por la extrema facilidad de financiamiento, algo que hoy sabemos de seguro fue parte de un fraude financiero histórico.

En torno al espejismo de la construcción de viviendas arrancaron muchos negocios hispanos de construcción, y millones de trabajadores hispanos se sumaron a la mano de obra constructora.  El lado positivo de la encuesta del Censo es que florecieron casi 700.000 negocios de construcción y mantenimiento de propiedad hispana; sin embargo tan pronto se detuvo la economía los hispanos sufrieron una tasa de desempleo del 12 por ciento, mucho más alta que la tasa del 9 por ciento para la población estadounidense en general.

Allá en la era previa a la recesión del 2007, los negocios de propiedad de hispanos, casi la mitad de ellos (45.8 por ciento) perteneciente a mexicanos,  presenciaron hasta ese entonces muy poco de la virulencia anti-inmigrante que comenzara recién a mostrar sus dientes durante el 2006 con los intentos del Congreso de poner en vigencia una Ley de Reforma Migratoria.

Hoy los mismísimos inmigrantes que contribuyeron con la mano de obra para las construcciones, las fincas agrícolas y avícolas, los restaurantes y los hoteles, están sometidos al mayor combate a la inmigración indocumentada de la historia de los Estados Unidos. Aquella campaña apunta a todo tipo de empleadores también, desde la procesadora de carne en Iowa hasta el restaurante francés en San Diego.

La cuestión de estatus legal migratorio de una fuerza laboral que fue vorazmente apetecida por la economía estadounidense es casi igual a un suplicio de tántalo, donde a los inmigrantes se les hace tener ganas de un empleo y futuro mejor, pero todo es un engaño: "Los necesitamos pero no nos agradan" parece ser el lema.

Esos mismos hispanos se las ingeniaron para establecer 2,3 millones de empresas no agrarias, a un ritmo 3 veces más alto que todos los negocios de propiedad de no-hispanos.

Los negocios de propiedad de hispanos tuvieron éxito en el 2007, al igual que los asiáticos y los afro-americanos; pero eso fue ayer.

Hoy los hispanos pueden ser clave para una recuperación económica, pero una cosa es aguantar la tormenta de la recesión, y otra del todo diferente será mantenerse cuando se les vitupera y persigue a punta de odio e ignorancia.