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Obama y su apuesta universitaria

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Siempre me he contado entre los inmigrantes afortunados que llegaron a este país no con la perspectiva de un trabajo, sino de una educación de calidad. Mi condición fue mucho más privilegiada, especialmente si se considera que muchos de los empleos obtenidos por recién llegados son de los peores, mientras que los estudiantes extranjeros disponen de una educación y oportunidades sin igual.

Cuando tenía 13 años tuve unos de esos momentos reveladores que le dieron forma al resto de mi vida. Sentada en mi pupitre del colegio en las afueras de Bogotá, comprendí que no podría haber una mejor ocupación en la vida que la de ser periodista. Mucho de lo que hice a partir de entonces se dirigió a alcanzar esa meta, incluido el año en que viví con familias estadounidenses y asistí a una escuela secundaria en Long Island (Nueva York), como estudiante de intercambio del Club Rotario. Sabía que si quería la oportunidad de acceder a la mejor educación en periodismo, tenía que empezar por aprender inglés.

Entre mis primeros amigos estadounidenses estaba Brian, un chico que parecía tan seguro como yo de su futuro, pero que no tenía ningún deseo de asistir a la universidad. Quería ser carpintero.

Yo, que venía de un país donde ser carpintero significa llevar una vida precaria, estaba sorprendida. Pero pronto descubrí que en Estados Unidos Brian podría llegar a tener una vida muy cómoda, incluso mucho antes que yo.

En otras palabras, en este país un diploma universitario no es requisito para la prosperidad o, por lo menos, no lo era a mediados de los años ochenta.

Ahora, la situación no parece ser la misma. En alguna ocasión un diploma de secundaria podría ser suficiente para obtener un buen trabajo; pero eso ya no es posible, advierte el presidente Obama. "La tasa de desempleo de aquellos que nunca han ido a la universidad es casi el doble de los que han ido", dijo el mandatario a estudiantes de la Universidad de Texas en Austin el 9 de agosto.

Por ello, Obama ha establecido la meta urgente de producir ocho millones más de egresados universitarios para el año 2020 y firmó una ley nueva que busca hacer la educación superior más asequible. El Gobierno ha empezado a administrar los préstamos estudiantiles directamente, eliminando el intermediario y ahorrando más de 50.000 millones de dólares en comisiones que acostumbraban pagar a los prestamistas privados. El dinero ahorrado es destinado a aumentar el número de becas a los alumnos de escasos recursos y prestar asistencia financiera a instituciones dirigidas a minorías hispanas y negras.

Según una encuesta de AP y Univisión emitida en julio, 94 por ciento de los latinos dice que espera  que sus hijos tengan una educación superior. Este porcentaje es significativamente alto si se considera que sólo 13 por ciento de los hispanos tiene un grado universitario, en comparación con 30 por ciento de los estadounidenses en general.

Obama está especialmente interesado en apoyar los centros comunitarios que ofrecen carreras intermedias de dos años de duración. Estos colleges son preferidos por estudiantes de bajos recursos y minorías. En California, por ejemplo, las universidades tradicionales que disponen de cursos de cuatro años cuestan, como mínimo, cinco veces más.

Según afirma Michael W. Kirst, profesor emérito de educación de la Universidad de Stanford, el reto no es únicamente aumentar el número de universitarios, sino asegurar que se gradúen. Muchos de los que ingresan a las instituciones comunitarias tienden a "perderse", dijo Kirst en una entrevista. Más de una tercera parte de los estadounidenses, versus una mitad de las minorías, no obtienen un grado aún después de seis años de estudios.

Claro está que la educación superior no es una panacea, como advierte Grover Whitehurst, de la Institución Brookings. Conseguir el tipo adecuado de entrenamiento vocacional en una actividad que esté en demanda puede todavía ser una buena opción para los Brian de hoy. En un comentario en Internet después del discurso de Obama en Texas, Whitehurst recordó que Alemania tiene una economía más fuerte que Francia, pero sólo la mitad de adultos jóvenes en la nación germana cuenta con un grado universitario.

Es posible que las circunstancias actuales hagan difícil lograr lo que ambiciona Obama. En medio de la recesión y con el público cada vez más escéptico ante un gobierno más grande, los fondos para la educación se están reduciendo. De hecho, muy buena parte del plan presidencial para la educación superior tendrá que esperar, dijo Kirst, ya que el Congreso redujo drásticamente los recursos solicitados para este fin de 12.000 millones de dólares a 2.500 millones.

Las minorías representarán más de la mitad de la juventud estadounidense en el año 2030. Hoy en día, la mayoría de estudiantes de educación primaria y secundaria en once estados del país son hispanos y negros. Claramente, el país debe hacer mucho más para lograr que estos grupos accedan a estudios superiores y culminen sus carreras. De lo contrario, la tendencia que llevó a que, en el transcurso de una generación, Estados Unidos pasara del primer al duodécimo lugar entre las naciones con mayor tasa de egresados universitarios, simplemente continuará.

(Marcela Sánchez ha sido periodista en Washington desde comienzos de los noventa y ha escrito una columna semanal hace siete años.)

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