El cierre de la mente conservadora
El cierre de la mente conservadora ha venido elaborándose hace mucho tiempo. Se ha convertido ahora en algo tan surrealista como un cuadro de Salvador Dalí o un encuentro con el Sombrerero de Alicia en el país de las maravillas.
Tenemos mucha razón por estar muy preocupados por esto.
Escritor prolífico del libros y por blogs, Bruce Bartlett, recientemente salió a la defensa de David Frum, a quien despidieron del centro de investigación conservador, American Enterprise Institute (AEI). A Bartlett mismo también lo habían despedido en el 2005 de otro centro de investigación de derechas, el National Center for Policy Analysis, por escribir, "The Impostor: How George W. Bush Bankrupted America and Betrayed the Reagan Legacy", en el que criticó la política de Medicare de Bush.
Bartlett fue asistente de política interior del gobierno de Reagan y sub asistente del Tesoro bajo el primer presidente Bush. Admite haber perdido amistades desde el 2005 y de haber sido obviado "por la sociedad conservadora en Washington, D.C.".
A Frum se le despidió supuestamente por criticar la exagerada retórica y fomento del miedo de los republicanos referente a la propuesta por el sistema de salud de Obama. Bartlett reportó que Frum le había confiado que el personal de AEI recibieron instrucciones de no hablar a los medios sobre la reforma del sistema de salud por lo que muchos entre ellos estaban de acuerdo con la orientación que tomaba Obama.
La soga que aprieta el cuello de los pensadores independientes (en un centro de investigaciones, nada menos) es una muestra del problema. A su vez, al público se le negó la oportunidad de oír de unas voces razonadas.
En cierto sentido esto explica la Palintología, el Brewerismo, el Porta Armismo, la animación del Nadie-Come-Gratis-Sino-Los-Míos, los sistemas financieros de Llevarse-el-Dinero-Y-Correr, las Inversiones Dejar-La-Banca-En-Bancarrota, el Separatismo de Texas de Perry, y el falso regocijo amoroso con los inmigrantes – sólo los legales, claro está.
Todo esto resulta deshonesto intelectualmente, y bien que lo sabe todo el mundo. Pero no hay nadie de derechas lo suficientemente inteligente como para desenmascararlo.
Los intelectuales huérfanos y los inmigrantes ilegales tienen mucho en común. Ambos resultan purgados de un pogromo que hace tiempo ya se está realizando. No obstante, la diferencia radica en que los padres sin documentos podrán contar, por lo menos, con un lugar alquilado en el que a gritos sus niños documentados claman que regresen a casa. Ni siquiera eso tienen los intelectuales conservadores.
El desbarajuste de la mente conservadora es el resultado de una historia que tiene dos vertientes. Una comenzó analizando la política interna desde una perspectiva desapasionada, analítica, hasta pragmática. Sus dirigentes centrales de los años 70 y 80 incluían profesores de Harvard, James Q. Wilson, Daniel Bell, Daniel Patrick Moynihan y otros que contribuían con frecuencia a la revista académica, The Public Interest. Su perspectiva económica partía con frecuencia de los seguidores de Milton Friedman, de la tendencia de la Universidad de Chicago. La RAND Corporation también ofrecía una dosis saludable de analítica y programas pilotos.
Los neoconservadores tuvieron éxito porque los enfoques de sus predecesores, los tecnócratas, que habían prometido victoria en Viet Nam, en realidad llevaron a manifestaciones, protestas callejeras, enojo y una nación dividida. Las ideas sobre políticas neoconservadoras eran el caudal del programa de la reducción de la delincuencia del alcalde de Nueva York, Rudolph Guiliani, en la década de los 1990, y la renovación que se convirtió en la ley de bienestar de Bill Clinton en 1996, Welfare Reform Act.
Otra vertiente neoconservadora era polémica, con enfoque sobre los temas política exterior. Después del 11 de septiembre, se volvieron los que principalmente promovían la doctrina unilateral de George W. Bush, la de convencer a punta de pistola y guerra de preventiva en Irak. Un libro reciente de Damon Linker, "Norman Podhoeretz: A Biography", trata de uno de los principales exponentes de esta doctrina.
Hoy, el lado doméstico del pensamiento conservador está virtualmente tan muerto como el ave dodo. Lo que queda son los clisés, las emociones agitadas y la manipulación legislativa, cosas por las que no brillan los intelectuales.
El poder asombroso intelectual con el que antes contaban los conservadores ahora es como un casquillo gastado en el desierto iraquí.
Cuando se vuelva a constituir aquel frente neoconservador, ha de tener una tendencia futurista ya que no existe un pasado al cual volver. Debería responder a la dirección liberal/progresista que intenta regresarnos a los 1990 y a puntos de los años 30 desde allí.
Hasta entonces, el malestar de momento parte de alto que escribió Bartlett en marzo referente a la obligación a un "conformismo rígido" que impone en conservadurismo. Dijo que si "no se permite ninguna disensión…el cerebro conservador se encogerá lentamente hasta llegar a la demencia, si no ha llegado ya".
[José de la Isla redacta un comentario semanal para Hispanic Link News Service y es autor de The Rise of Hispanic Political Power (2003). Su último libro, auspiciado por la Fundación Ford, se encuentra en versión digital gratuita en www.DayNightLifeDeathHope.com. Comuníquese con él a: joseisla3@yahoo.com].
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