SB1070, Arpaio y amuletos
En la yerbería, como en varios negocios hispanos de Phoenix, no hay casi clientes. María, la encargada, dice que muchos de los que sí vienen compran el aceite o la veladora "Contra la Ley" que usualmente usan si enfrentan algún caso legal. Ahora lo emplean "para protegerse" de la SB1070 y del alguacil Joe Arpaio.
Al aceite le suman estampitas de San Judas Tadeo, de la Virgen, medallitas y amuletos de todo tipo. "Una medallita guardada en la bolsa, entre su ropa, en el carro. La gente hace de todo porque el miedo siempre está", indica.
La jueza federal Susan Bolton bloqueó algunas de las cláusulas más onerosas de la SB1070. Para muchos eso nada cambia. Arpaio sigue aplicando el programa 287(g) y usando perfiles raciales.
"Igualmente el señor que hace redadas siempre lo ha estado haciendo, y ahora de lo enojado, lo va a seguir haciendo igual", dice María sobre Arpaio.
Fuera del hervidero de manifestaciones en contra y a favor de la SB1070 y de Arpaio, muchos se sienten acechados.
En uno de los mercados latinos más grandes cautivan los colores y olores de platillos mexicanos, frutas y verduras. Pero más llama la atención tan poca gente.
"Hemos sentido el impacto en las ventas. Lo que más afecta a la economía es la atmósfera antiinmigrante, el racismo que se vive en Arizona", explica el gerente.
Muchos han regresado a México, otros van a estados vecinos como Utah, Nevada y California a seguir viviendo ocultos.
Eliodoro Rangel atribuye la falta de gente al "día de operativo".
Se refiere al decimoséptimo operativo de Arpaio el jueves. Las protestas lo retrasaron, pero duró hasta el viernes. Cuando hay operativo hay más cautela.
Rangel, de Ciudad Juárez, lleva 23 años en Phoenix.
"Con o sin documentos, de todos modos afecta. La actitud de racismo que hay en Arizona es incomparable... Vas manejando y no hay razón de que se te pegue un policía detrás… Yo me siento perseguido y no me estoy poniendo como víctima. Es la vida de Arizona", asegura.
Se queda por sus nietos, ciudadanos estadounidenses.
"Siempre he sabido que este no es mi país, pero lo quiero y ahora lo quiero más porque aquí hay sangre mía… No entiendo la posición del gobierno de Arizona. Aparentemente quieren dejar de ser estado para hacerse un país y es la única forma que se pueden limpiar de gente que no quieren", agrega.
Para Berta "lo que nos está afectando mucho es el perfil racial. Yo sé que Arpaio está cumpliendo con su trabajo, pero que de veras se enfocara en los criminales... pero nada más ven el colorcito de la piel y luego, luego".
"No es como dicen que somos criminales, que nos colgamos mucho del gobierno. Habemos personas que nunca hemos pedido ayuda al gobierno para que al rato nos quieran decir 'ustedes son hijos del gobierno'. No. Nosotros somos hijos del trabajo", declara.
Lleva 22 años en Arizona y no ha pensado mudarse. "Estamos esperando a ver qué pasa".
Rumbo al Capitolio estatal, donde grupos antiinmigrantes conducían un "congreso", abundan letreros de 'McCain 2010'. El senador republicano, ex promotor de la reforma migratoria, se ha olvidado de los "Hijos de Dios", como llamó a los indocumentados, y ahora compite con el antiinmigrante J.D. Hayworth por su escaño y por demostrar quién es más duro en inmigración.
Sus colegas republicanos, Jon Kyl, de Arizona, y Lindsey Graham, de Carolina del Sur, ambos ex promotores de la reforma, ahora hablan de negar la ciudadanía a niños nacidos en Estados Unidos de padres indocumentados.
En temporada electoral los políticos siguen explotando el tema migratorio a conveniencia.
Mientras continúa el proceso legal sobre la SB1070 y se polariza todavía más el debate, los inmigrantes de Arizona tienen que seguir lidiando con Arpaio.
Ya que el gobierno federal no hace nada contra el alguacil, quizá en la yerbería haya un remedio: "Amansa Guapos".
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