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Christine Blasey Ford, one of the alleged victims of abuse by Supreme Court nominee Brett Kavanaugh, during her appearance before the Senate Judiciary Committee on Capitol Hill, Washington DC. EFE
Christine Blasey Ford, una de las presuntas víctimas de abusos por parte del juez nominado al Tribunal Supremo Brett Kavanaugh, durante su comparecencia ante el comité judicial del Senado en el Capitolio, Washington DC. EFE

Un nuevo nivel de caciquismo en el GOP

La diatriba de los ataques contra el Juez Brett Kavanaugh ha puesto sobre el tapete la realidad que vive el Partido Republicano.

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El pasado jueves el país entero pudo conocer el rostro de Christine Blasey Ford, y escuchar de su propia voz la terrible experiencia que vivió en su adolescencia, cuando un joven Brett Kavanaugh intentaba abusar sexualmente de ella durante una fiesta.

Desde que su acusación se hizo pública por el Washington Post, Ford se ha transformado en el ejemplo de lo que millones de mujeres viven diariamente a nivel mundial. Entre militantes del movimiento #MeToo y activistas nacionales, la división de opinión fue clara: ¿A quién creemos?

Según escribió James Hohmann en su columna diaria para el Post, la división más radical se ve dentro de los dos partidos políticos del país. Entre republicanos, 59 por ciento cree a Kavanaugh, y un por ciento a Ford; mientras que entre los Demócratas, el 56 por ciento cree a Ford y un 8 por ciento a Kavanaugh.

Percibir esto como un debate político, más que moral, es sencillamente imposible.

Hohmann lo describe como “la ilustración más vívida hasta la fecha del creciente caciquismo durante la ‘Era Trump’”. Y el mismo presidente parece estar de acuerdo.

Durante su rueda de prensa del pasado miércoles –y tras la clara humillación de haber sido el hazmerreír de la Asamblea Anual de las Naciones Unidas– Trump aseguró que las acusaciones contra su nominado son nada menos que una “estafa” montada por el Partido Demócrata para impedir que Kavanaugh se siente de por vida en la Corte Suprema.

“Mira, si trajéramos aquí a George Washington los demócratas votarían en su contra”, aseguró. “George Washington sería votado un 100 por cien en contra por Schumer y sus estafadores”.

Este debate ha llegado más allá de una división de opinión en cuanto a género u oportunismo. Según reportó Domenico Montanaro en National Public Radio, las encuestas han determinado que dentro del Partido Republicano tanto hombres como mujeres creen en Kavanaugh más que en Ford en un estimado de 55 por ciento vs el 5 por ciento, mientras que en el Partido Demócrata las estadísticas son paralelamente invertidas.

De hecho, y según datos recogidos por el Post, la nominación de Kavanaugh ha sido “el asunto más polarizador” durante la presidencia de Trump, tan solo por debajo de la aceptación de los ciudadanos.

Y no es de extrañar que una presidencia que se inauguró con una de las manifestaciones opositoras más grandes de la historia –donde miles de mujeres y simpatizantes tomaron las calles para manifestar su rechazo a la inauguración de un presidente que aseguraba poder hacer lo que quisiera con las mujeres– divida aún más al país con su abierto apoyo a funcionarios acusados de abuso y agresión sexual.

Recordemos tan solo a Rob Porter (secretario de personal de la Casa Blanca acusado por dos exesposas de violencia doméstica), Roy Moore (juez de la Corte Suprema de Alabama, acusado de acosar a adolescentes) y a Corey Lewandowski (director de la campaña presidencial de Trump, quien fue acusado de violencia contra una reportera en el 2016), todos funcionarios o candidatos cercanos al presidente y a quienes él ha defendido a capa y espada.

Ahora es Brett Kavanaugh quien se suma a esta lista, epítome de la misoginia de la Administración Trump y del ferviente caciquismo del Partido Republicano, que se ha reducido a cerrar filas para cumplir con el mandamás de la Casa Blanca.