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Oprah Winfrey, derecha, y la candidata a la gobernación de Georgia, Stacey Abrams, saludan a una multitud reunida para una conversación en el ayuntamiento en el Teatro Jennie T. Anderson del Centro Cívico de Cobb en Marietta, Georgia, el jueves 1 de noviembre de 2018. (Alyssa Pointer/Atlanta Journal -Constitution)
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La Campaña electoral más racista desde la época de los Derechos Civiles

A tan sólo dos años de la inesperada victoria de Donald Trump, el fenómeno político en Estados Unidos pareciera ir copiando la fórmula para mantener este éxito…

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Si bien es cierto que la política es un deporte sangriento, el fenómeno Donald Trump en Estados Unidos ha demostrado que, cuando de votos se trata, todo es válido.

Desde que Trump inaugurara su campaña presidencial con un discurso en el que tildaba a los inmigrantes mexicanos de “violadores” y “traficantes”, la línea entre la corrección política y la Primera Enmienda de la Constitución se han vuelto borrosos, desencadenando uno de los episodios más preocupantes cuando de retórica se trata.

A tan sólo días de las elecciones de mitad de período, el país se ha visto envuelto en una atmósfera de anuncios publicitarios violentos, racistas e inexactos, que muestran no sólo la desesperación por el control del Congreso sino la verdadera faceta de la política en la era Trump.

Tan sólo hace una semana, el presidente compartió en Twitter una campaña contra la bancada Demócrata haciendo uso del caso de Luis Bracamontes, un inmigrante indocumentado que asesinó a dos policías en Sacramento en el 2014, y argumentando que “los Demócratas lo dejaron entrar al país”.

Este es uno de los muchos ejemplos del uso inadecuado de la demagogia política y la exacerbación de la realidad para dividir al país, una herramienta que Trump ha acuñado gracias a su éxito durante la campaña presidencial del 2016.

Con la aparición de una nueva Caravana de Refugiados en Centroamérica, la munición Republicana se ha vuelto cada vez más racista y xenófoba, intentando arrastrar consigo algo del apoyo que despierta el presidente.

Campañas como la de Marsha Blackburn en Tennessee, y anuncios contra candidatos como Antonio Delgado en Nueva York y Ammar Campa-Najjar en California, han subido el tono de la agresividad durante esta jornada electoral.

Para empeorar el asunto, candidatos para convertirse en los primeros gobernadores afroamericanos en regiones como Georgia o Florida, han sido objeto de ataques a través de mensajes robotizados que se mofan de su ascendencia y, en el caso particular de Andrew Gillum (Florida), los Republicanos han adoptado un lenguaje que no se había visto desde la Lucha por los Derechos Civiles, hace más de 50 años.

Después de que el oponente de Gillum, Ron DeSantis, le dijera a los votantes de Florida “no transformemos esto en una monería”, el secretario de agricultura de la Administración Trump, Sonny Perdue, instó a los votantes la semana pasada a no elegir a Andrew Gillum pues se trata de una “elección importante como la recolección de algodón”, según reportó el Washington Post.

Según dijo el profesor de ciencias políticas de la Universidad Emory, Alan Abramowitz, al medio, “los ataques son ahora mucho más flagrantes y abiertos, a un nivel que no se ha visto desde los años 50 y 60”.

“Es bastante extraordinario y va más allá de criticar los puntos de vista”, aseguró. “Esto es usar un lenguaje muy teñido racialmente. Es impresionante escuchar a un presidente, y ahora se está filtrando a candidatos que se encuentran por debajo del nivel presidencial, y pareciera estar extendiéndose más allá de la pequeña franja”.

Lo triste del caso, es que para gran parte de los Republicanos, el discurso racista y xenófobo instigado por el presidente podría resultar contraproducente a la hora de recolectar los votos necesarios este martes.

Altos funcionarios del partido han rogado al presidente que se enfoque en el desarrollo económico y deje de lado la campaña anti-inmigrante, a lo que Trump ha hecho caso omiso.

Finalmente, y sea cual sea el resultado del martes, el país parece haberse fracturado irreparablemente.