Inmigrantes de vuelta en México se organizan para apoyar a deportados
¿Qué sucede con los inmigrantes que son deportados y deben comenzar una vida desde cero en su país de origen?
Hace una semana CNN reportaba la feliz historia de un hombre deportado desde Texas de vuelta a México, quien consiguió el amor en su país natal y logró reconstruir su vida.
Óscar López fue llevado a Estados Unidos por sus padres cuando tenía tan sólo tres años. A pesar de haber sido un buen estudiante en una escuela secundaria en Fort Worth (Texas), también formaba parte de una pandilla y debió pasar siete años tras las rejas. Tras lograr obtener su certificado de estudios desde prisión, fue deportado de vuelta a México cuando cumplió su sentencia, teniendo tan sólo 24 años.
López asegura que de haber seguido en Estados Unidos, “hubiera sido una estadística”. Ahora, con 38 años, vive en Chihuahua México, encontró el amor y tiene una hija.
Según indicó López a CNN, su herramienta para adaptarse y conseguir un trabajo fue su alto nivel de inglés: “López dijo que alrededor del 30% de los trabajadores en el call center de Chihuahua creció en Estados Unidos y fueron expulsados o regresaron por su propia cuenta a México. Esa mezcla ha ayudado a mantener una cultura muy estadounidense en la oficina, pero, aún así, los nuevos trabajadores sienten nostalgia de Estados Unidos”.
La experiencia de López no es única. Muchos de los inmigrantes que deben volver a su país de origen después de haber crecido en Estados Unidos enfrentan dificultades a la hora de adaptarse a las circunstancias - desde el ritmo de vida hasta la idiosincrasia del país que les vio nacer.
El mismo López aseguró que regresar a México es encontrarse con un país totalmente diferente, pero que las opciones no son tan devastadoras: “Aunque tu jaula sea dorada, no deja de ser una prisión”, aseguró sobre la vida en Estados Unidos. “En México, al menos eres libre”.
Volver a México no sólo trae consigo la dificultad de no conocer el lugar, tener pocos o ningún contacto o luchar contra la nostalgia de lo que se dejó atrás, también representa un obstáculo infranqueable el no poder conseguir un trabajo y vivir con el estigma de “delincuente”.
Pero no todos los casos son iguales. Roger Pérez, de 21 años, fue deportado a México. A la hora de llegar al aeropuerto, fue recibido por un funcionario del gobierno que le dio indicaciones sobre las planillas de desempleo que podría rellenar, pero también fue interpelado por Diego María, un hombre de 36 años cuya tarjeta de negocios rezaba “Estamos aquí para ayudarte. Juntos somos más fuertes”.
La historia, publicada originalmente por LA Times, reporta el esfuerzo de inmigrantes deportados como María (de 36 años) que se llaman a sí mismos “Deportees United in the Fight” (Deportados Unidos en la Lucha).
El grupo asiste a los recién llegados con llamadas telefónicas para sus familiares, indicaciones de transporte y la inscripción en los pocos beneficios dispuestos por el gobierno para ayudar a los migrantes; pero, sobre todo, van al aeropuerto para “hacerles sentir que no están solos”.
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“Ser deportado es la experiencia más traumática de tu vida”, dijo María a LA Times hablando por experiencia propia, pues vivió en Estados Unidos por 17 años antes de ser deportado el verano pasado.
Deportees United forma parte de una red de grupos comunitarios organizados desde hace algunos años para ayudar a los mexicanos que han llegado de vuelta al país. Según reporta el diario, desde el 2009 más mexicanos han salido que entrado a Estados Unidos, según una investigación del Pew Research Center, “esta tendencia de migración inversa ha sido impulsada por la pérdida de empleos después de la Gran Recesión y por el aumento en las deportaciones bajo la administración Obama”.
Asimismo, el reporte indica que durante los primeros cuatro meses de este año, “más de 50.000 mexicanos han sido repatriados, de acuerdo al gobierno mexicano, una tasa de deportación similar a la del último año de la presidencia de Obama”.
Si bien el gobierno mexicano solía pasar por alto a los migrantes que regresaban, la retórica de la nueva administración en La Casa Blanca ha impulsado varias medidas por parte de los líderes políticos como conferencias de prensa en los aeropuertos para recibir a los deportados y programas de integración.
Pero esto no ha sido suficiente. Si bien los deportados reciben “seis meses de ayuda, que incluyen 100 dólares mensuales”, las medidas no han logrado solventar el problema de raíz.
Deportees United organiza por su parte centros de residencias temporales y ha abierto recientemente un centro de impresiones digitales que sólo contrata a mexicanos deportados, en un gesto que intenta desmantelar el estigma de “criminal” que pesa sobre los ciudadanos.
De esta manera, los jóvenes “extranjeros en su propia tierra” logran estar en una pequeña comunidad que entiende sus gustos “extraños” y sus nuevas tradiciones, intentando hacer de una terrible experiencia una nueva oportunidad.
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