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President Bukele's crackdown on gang violence has seen the mass arrests of thousands.
La ofensiva del presidente Bukele contra la violencia de las bandas ha supuesto la detención masiva de miles de personas. Foto: Alex Pena/Anadolu Agency via Getty Images.

El Estado de Excepción de El Salvador se convierte en una guerra contra su pueblo

La guerra del presidente Nayib Bukele contra la violencia de las bandas ha provocado la detención masiva de más de 43.000 jóvenes.

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A finales de marzo de este año, en El Salvador se produjeron 87 asesinatos relacionados con la violencia de las bandas en el transcurso de un fin de semana. En respuesta, el presidente Nayib Bukele, de mentalidad autoritaria, ordenó la represión de la violencia de las pandillas que ha asolado el país centroamericano invocando un "Estado de Excepción", que da libertad al gobierno y a las fuerzas del orden para detener y encarcelar sin motivo ni orden judicial. 

Nadie está a salvo en ningún momento. 

El dos por ciento de la población se encuentra ahora encarcelada, con 43.000 detenciones y más en los últimos meses. 

El Estado de Excepción, que entra ahora en su cuarto mes, ha supuesto el encarcelamiento masivo de decenas de miles de jóvenes en El Salvador, muchos de los cuales sólo coinciden con la apariencia de un miembro de una banda, pero sin estar realmente vinculados a ninguna. Muchos jóvenes inocentes y empobrecidos se encuentran entre rejas simplemente por ser jóvenes. Los tatuajes y la ropa son la única señal que necesitan las fuerzas del orden para llevarse a alguien. 

Y con los líderes de las bandas emigrando a México hasta que se acabe el actual Estado de Excepción, deja a muchos miembros en El Salvador pagando el precio. Si el número de detenciones en los últimos tres meses es exacto, se trata de más personas que las detenidas en todo el año pasado.

En virtud del Estado de Excepción, se suspenden ciertos derechos constitucionales, como la libertad de asociación, el derecho a ser informado de los motivos que hay tras las rejas, la suspensión de las garantías sobre el tiempo que se puede estar detenido y la protección de la intimidad en relación con la comunicación y la correspondencia. 

Amnistía Internacional ha acusado al gobierno salvadoreño de graves violaciones de los derechos humanos como consecuencia de las detenciones masivas, con más de 50 muertes de reclusos en circunstancias misteriosas.

Sin embargo, el presidente Bukele ha prometido intensificar el Estado de Excepción después de que tres policías fueran emboscados y asesinados por miembros de la banda Barrio 18, en respuesta a la represión de Bukele. El Presidente pretende salvar al país de la violencia de las pandillas y de otros problemas, llegando a comparar el problema de la delincuencia en El Salvador con un "cáncer metastásico" 

Según su lógica, su respuesta es la "quimioterapia" necesaria para erradicar el cáncer de la delincuencia. 

"Si pensaban que se había desatado toda la fuerza del Estado sobre estos delincuentes, ahora verán realmente lo que significa desatar toda la fuerza del Estado... Si nos detenemos ahora se reagruparán... y será imposible erradicar este cáncer de nuestro país", dijo Bukele. 

A pesar de la controversia, las encuestas independientes muestran que la mayor parte de los 6 millones de habitantes de El Salvador apoyan las acciones del Presidente y que éste cuenta con altos índices de aprobación como resultado. El popular presidente millennial tiene más de 4 millones de seguidores en Twitter e incluso se ha autodenominado sarcásticamente "el dictador más cool". Con ciertas similitudes con el ex presidente Donald Trump, Bukele ha sido acuñado como un "mini-Trump". 

El Estado de Excepción de Bukele sólo se permitió porque el partido del presidente, Nueva Ideas, obtuvo una supermayoría que le dio un enorme poder para impulsar cualquier tipo de legislación, por extrema que fuera. 

Ahora, en su tercer año de mandato, con el significativo descenso de la delincuencia conseguido bajo el mandato de Bukele, la mayoría de los votantes lo conmemoran a él y a sus acciones, mientras El Salvador sigue empujando sin fin a la vista. En algún momento habría que preguntarse "¿a qué precio?".