
'El Sistema' venezolano que sí quieren en EE.UU.
Más que un programa de enseñanza musical, "El Sistema" ha cambiado la vida de millones de niños pobres en Venezuela y otros países. Su impacto en Estados…
"La inmensa riqueza espiritual que engendra la música en sí misma, y que viene por la música y en la música, termina por vencer la pobreza material", dijo el doctor en economía, pianista, educador y político José Antonio Abreu, fundador del Sistema Nacional de Orquestas Juveniles e Infantiles de Venezuela (FESNOJIV), que se ha esparcido por el mundo para transformar la vida de los jóvenes y de su comunidad a través de la enseñanza de la música clásica. "Desde que el niño asume un instrumento con un maestro, ya no es un niño pobre, es un niño en ascenso hacia un nivel profesional de acción que lo convierte en un ciudadano pleno".
El programa, mejor conocido simplemente como "El Sistema", nació hace 33 años cuando Abreu reunió en la capital venezolana a 11 niños. Ahora el programa dicta clases a unos 350 mil niños pobres en Venezuela, y ha traspasado fronteras para llegar a 25 países en América, Europa y Asia.
Fruto de "El Sistema" en Venezuela es la Orquesta Juvenil Simón Bolívar, una de las más reconocidas de su tipo en el mundo, así como su carismático director Gustavo Dudamel, quien a la vez dirige la Orquesta Filarmónica de Los Ángeles y, por si fuera poco, es conductor de la Sinfónica de Gothenburg en Suecia.
En Estados Unidos, "El Sistema" apenas comenzó hace unos tres años, y ha sido implementado en más de 30 ciudades como Filadelfia, Chicago, Los Ángeles y San Antonio.
En la escuela Saint Francis De Sales en Filadelfia, donde el 70 por ciento de los estudiantes sufren de desventaja económica, niños del cuarto al octavo grado aprenden a tocar violín, viola, chelo, flauta, trompa, clarinete, trompeta y trombón.
La orquesta, formada por niños de entre ocho y doce años de edad, apenas comenzó a ensayar hace unos cuatro o cinco meses, y ya hace trabajo de ensamble. Su próximo concierto incluye piezas como la "Sinfonía del Nuevo Mundo", de Antonín Dvorák, "Simple Gifts", de Joseph Brackett, y "Allegro", de Shinichi Suzuki.
Resulta sorprendente que en un par de meses los niños hayan aprendido tanto, pero las clases de "El Sistema" son intensivas. Ellos han estado ensayando cinco días a la semana, durante dos horas y media cada día, después de sus clases regulares.
Pero el objetivo de "El Sistema" no es crear más músicos, sino abrir las oportunidades de los estudiantes para que puedan tener mayores aspiraciones y posibilidades educacionales. En Venezuela, por ejemplo, el 75 por ciento de estudiantes de medicina son graduados de "El Sistema", dijo a Christian Science Monitor Mark Churchill, decano emérito del Conservatorio de New England en Boston (NEC).
"A través de la música somos capaces de establecer metas para los niños que ellos pueden cumplir todos los días. Es muy importante que aprendan algo en una base regular. Cuando un niño se da cuenta que puede hacer algo muy bien, entonces va al salón de clase sabiendo que si presta más atención puede lograr más".
Esa es la filosofía detrás de "El Sistema", explicó Stanford Thompson, el responsable de implementar "El Sistema" en Filadelfia, o mejor dicho su versión de "El Sistema".
El joven de 24 años es un becario del programa de posgrado de "El Sistema" en NEC.
Allí, desde el año pasado, unos diez jóvenes músicos profesionales y profesores de música desarrollarán cada año un programa de educación infantil basado en el venezolano. Ellos toman clases de educación musical, técnicas de desarrollo infantil, estrategias creativas, técnicas de percusión e instrumentos musicales, y aprenden cuestiones organizacionales, de recaudación de fondos, administración de una organización no lucrativa, y de responsabilidad fiscal y social. Además tienen la oportunidad de poner en práctica lo aprendido en organizaciones locales en Estados Unidos y Venezuela, y deben implementar su propio "núcleo" de "El Sistema", como llaman a cada instalación del programa.
A diferencia de "El Sistema" venezolano, que depende del gobierno y de las estrictas reglas de Abreu, la aplicación del programa en Estados Unidos y alrededor del mundo es más flexible.
"En Venezuela el gobierno paga por el 90 por ciento de los gastos de 'El Sistema'; en Estados Unidos el gobierno federal no financia el programa y este depende de donaciones privadas", dijo Thompson. "En Venezuela Abreu básicamente hace todas las reglas, en Estados Unidos trabajamos independientemente para hacer lo mejor que podemos para crear modelos sostenibles".
Carole Haas Caravagno es el principal motor económico de "El Sistema" en Filadelfia. La filántropa ha financiado el programa ofreciendo igualar hasta por medio millón de dólares las otras donaciones e ingresos, en efectivo e instrumentos musicales, que recibe "El Sistema" de diversas corporaciones, organizaciones no lucrativas y del gobierno local. Además, ha ayudado a financiar el programa en su inicio.
"Hay una correlación entre las artes y el motivo que los niños tienen para mantenerse en la escuela. Utilizar las artes para la enseñanza tiene sentido total y hace el aprendizaje más interesante", dijo Haas.
"Leer música me ha ayudado a aprender las fracciones en matemáticas", dijo Akili, de 11 años y estudiante de quinto grado, mientras que a Charles, de 13 años, le ha facilitado la lectura. "Aprender a leer música también me ha ayudado a leer más rápido".
Para Trevor, quien cursa el cuarto grado a sus diez años de edad, su parte favorita de "El Sistema" es "competir con otros estudiantes".
Keyla, su compañera de la misma edad y el mismo grado, dijo que "cuando alguien se equivoca, siempre nos ayudan y nunca nos sentimos que nos dejan fuera".
Según Haas, "'El Sistema' ofrece a los niños algo en que enfocarse en vez de las armas y las drogas, les enseña disciplina y algo que cualquier ser humanos necesita saber: Que sí le importan a alguien y que son capaces de hacer algo".
En total, el millón de dólares que "El Sistema" en Filadelfia se ha propuesto recaudar servirá para asegurar el funcionamiento del programa durante tres años.
Aunque Saint Francis De Sales es una escuela privada y la matrícula anual cuesta unos $4.800 dólares, los casi cien niños que forman parte de "El Sistema" solo pagan una cuota mínima para asistir a clases y formar parte del grupo.
"Proveemos colegiatura completa para cada niño. Los estudiantes deben pagar $100 dólares de cuota de participación y otra de $60 dólares por alimentos, pero no andamos corriendo detrás de los padres", dijo Thompson. "Si no pueden pagar sugerimos que se ofrezcan de voluntarios".
Thompson busca diversificar el financiamiento de "El Sistema" en Filadelfia para llegar a más alumnos en la misma escuela, en donde prácticamente todos los estudiantes son afroamericanos, y además busca llegar a otras escuelas en la ciudad. Entre sus planes a futuro está la implementación del programa en el norte de Filadelfia, en donde predomina la población latina.
"Estamos trabajando muy duro para diversificar el financiamiento tan rápido como sea posible", dijo Thompson. "Tenemos unos 200 niños que querían participar y acabamos inscribiendo a unos 91 estudiantes de los cuales 84 aceptaron la posición".
Aunque todavía es muy pronto para medir con números el impacto de "El Sistema" en el desempeño académico de los estudiantes en Saint Francis De Sales, la hermana Mary McNulty, directora de la institución, considera que el progreso es evidente.
"Aún estamos desarrollando una forma de medir los resultados. Los niños disfrutan la disciplina, aprenden a leer y tocar música, su comportamiento ha mejorado, se han vuelto más seguros de sí mismos, están muy contentos y además se han calmado", dijo McNulty.
Efectivamente, mientras AL DÍA visitaba esta institución católica, los estudiantes estaban bastante calmados, contrario a lo que se observa en otras escuelas. Los niños de Saint Francis De Sales no corrían por los pasillos, ni gritaban, ni se empujaban entre sí o aventaban bolas de papel. Prácticamente ni emitían otro sonido que no fuera el que sale de sus instrumentos.
"En la historia de Saint Francis De Sales siempre ha habido un afán por asegurarse que haya un ambiente ordenado en el que los niños puedan aprender de la mejor manera", dijo McNulty. "'El Sistema' se ha integrado naturalmente a nuestra filosofía y ha ayudado a los niños a tener un mayor sentimiento de realización y orgullo".
Según Thompson, esta disciplina puede estar motivada por "El Sistema", ya que participar en el programa es prácticamente visto por los niños como una recompensa.
"Los niños se están manteniendo fuera de 'detención'. Todavía hay programas de disciplina, pero si uno de los estudiantes se mete en problemas durante las clases regulares, entonces no pueden participar en el programa ese día", dijo Thompson. "Es un incentivo extra para comportarse".
Aunque los instrumentos que los estudiantes utilizan generalmente permanecen en la escuela, en días pasados se les permitió a algunos niños llevarlos a su casa.
"Tenemos padres que nos dicen que sus hijos ya no quieren jugar videojuegos o ver televisión en la casa, y que prefieren tocar música", dijo Thompson.
Los comentarios internos sobre el éxito de "El Sistema" son numerosos y nada modestos. La hermana McNulty incluso calificó el programa como "excepcional".
"Ha sido un sueño que hemos soñado para nuestros niños y que se ha hecho realidad", agregó.
Por su parte, el Conservatorio de New England en Boston (NEC), que ha servido de sede para "El Sistema" en Estados Unidos, pretende hacer una investigación para medir y cuantificar el impacto del programa en la vida de sus participantes, además de expandirlo a más ciudades en la nación, y de compilar un directorio de las instalaciones del programa en el país.
Sin embargo, el costo de este esfuerzo excede por unos $400 mil dólares los fondos previstos por NEC, por lo que "El Sistema" eventualmente podría buscar un nuevo hogar en otra institución.
Thompson agregó que aunque "El Sistema" enfrenta sus propios retos, tiene la posibilidad de equilibrar las oportunidades para quienes de otra forma, podrían no tener un futuro muy prometedor.
"Con este esfuerzo hasta los niños más pobres pueden tener las mismas oportunidades que otros de tener éxito en la vida y de superarse si se aplican", dijo Thompson. "Por eso implementamos 'El Sistema' en una comunidad como esta".
Un ejemplo viviente
Mientras los efectos a corto y largo plazo de "El Sistema" en Estados Unidos están por verse, José Gregorio Sánchez Rodríguez, quien formó parte lo que fue prácticamente una de las primeras generaciones del programa en Venezuela, y ahora es profesor de "El Sistema" en Filadelfia, intenta replicar con sus estudiantes su propia historia de éxito.
En 1978, Sánchez, un niño pobre de 15 años que nunca conoció a su papá y se crió en Cubiro (Venezuela) con sus abuelos, comenzó su primer seminario de violín en Caracas.
"Eramos un grupo de niños sin formación, simplemente tocando y manteniéndonos ocupados en sociedad. Era un conservatorio, pero no el tradicional", dijo Sánchez, quien en ese entonces aprendió a tocar la Quinta Sinfonía de Beethoven, aunque saltándose algunas notas, según relató.
Tres años después, pasó de sembrar papas y tomates en el pueblo, y cantar en las calles, a formar parte de la Orquesta Infantil Simón Bolívar y a vivir con el mismo doctor Abreu a quien considera como el padre que nunca tuvo.
"Él es como el papá ideal para muchos estudiantes, es una persona con carácter y mucha firmeza, pero al mismo tiempo es una persona muy caritativa, muy noble y con un corazón muy grande", dijo Sánchez.
"Mi vida dio un giro de 180 grados... seguí progresando y conseguí una beca para estudiar en la escuela Juilliard en Nueva York, y mi vida cambió otra vez por completo", agregó.
Allí estudió una licenciatura y una maestría en ejecución de violín. Después dio clases en el Instituto Superior de Música del Estado de Veracruz, en México, en donde fundó una orquesta infantil replicando alguno de los elementos de "El Sistema" en el que creció.
Después "cambió las tortilla por las arepas" y regresó a su natal Venezuela tras una oferta de trabajo de Abreu, y ahí enfrentó otro sistema, pero político.
"Cuando yo me fui de Venezuela no estaba el presidente Hugo Chavez, y cuando regresé, el sistema había cambiado. Me costó muchísimo trabajo adaptarme", dijo Sánchez. "Ahora uno no puede andar en Caracas después de las 6 de la tarde porque es muy peligroso".
Luego de un intento fallido por implementar un programa que pretendía incorporar una mayor participación de los padres en Venezuela, así como el método Suzuki (basado en la hipótesis de que la habilidad musical no es un talento innato, sino una destreza que pueden aprender los niños así como desarrollan la capacidad de hablar su lengua materna), Sánchez decidió regresar a Estados Unidos.
"Estoy orgulloso de haber empezado en 'El Sistema' y de haber tenido la oportunidad de salir de Venezuela", dijo Sánchez. "Yo no se que hubiera sido de mi vida si no hubiera sido parte de 'El Sistema'".
De regreso en Filadelfia, Sánchez intenta minimizar la incertidumbre en la vida de sus estudiantes y espera que "El Sistema" pueda beneficiar a más niños alrededor del mundo.
"Millones de jóvenes pueden beneficiarse de la música... lo veo porque yo lo viví. No es solamente tocar un instrumento y cantar, es unir al mundo y darle una oportunidad".
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