No es ningún secreto que la identidad racial y la justicia en Estados Unidos son cada vez más relevantes. Las cuestiones raciales se filtran en todas las instituciones, como la sanidad la educación, la mano de obra, el sistema judicial y muchas otras. 

Los Estados Unidos han tenido que lidiar con un virus mortal que afecta de manera desproporcionada a las personas de color, con protestas históricas por la justicia racial que se manifestaron a escala mundial en el verano de 2020, y ahora la nueva administración presidencial está tomando medidas para hacer frente al racismo sistémico. 

El Racial Equity Anchor Collective, una coalición diversa de organizaciones nacionales de justicia racial y derechos civiles que representa y sirve a más de 53 millones de ciudadanos, está impulsando un movimiento para envalentonar a los líderes gubernamentales para que coloquen los esfuerzos de equidad racial en la vanguardia de sus políticas, prácticas y operaciones. 

En diciembre, la coalición esbozó el papel de una Oficina de Equidad e Inclusión Racial de la Casa Blanca en un memorándum dirigido al equipo de transición del presidente electo Biden. 

En el memorándum, la coalición sugería que esta propuesta de Oficina de la Casa Blanca adoptara medidas como el fomento de las asociaciones entre organismos y la colaboración con la Oficina de Gestión y Presupuesto y el Consejo de Política Interior para realizar evaluaciones de equidad racial en las medidas políticas. 

Una vez más, en el nuevo año, la coalición pide al presidente Joe Biden que establezca una Oficina de la Casa Blanca sobre Equidad e Inclusión Racial, centrada en la promesa de la administración de "sanar el alma de nuestra nación". 

El alma de esta nación tiene una necesidad crítica de curación racial. Las comunidades de color han sufrido casi tres veces más muertes por COVID-19 que las comunidades blancas. 

Los camboyanos-estadounidenses están considerados entre las comunidades de mayor riesgo de mortalidad debido al hacinamiento en las viviendas y a la vida intergeneracional, a su empleo como trabajadores esenciales y a las elevadas tasas de afecciones subyacentes como la diabetes, el TEPT y la hipertensión.

Las tasas de desempleo de los descendientes de negros, asiáticos y latinos también se han disparado hasta cerca del 15% y la tasa de desempleo de los indígenas estadounidenses refleja el impacto de la gran recesión.

Los negocios de negros y latinos han cerrado a un ritmo alarmante y, durante 2019, los delitos de odio han aumentado hasta su nivel más alto en más de una década. 

Es necesario equilibrar la balanza del poder, la riqueza y la influencia, controlar quién tiene acceso a ellas para alinearla de forma más justa. 

El gobierno de Estados Unidos también necesita compensar y enmendar las formas en que moldearon las condiciones de las comunidades negras, latinas, indígenas, de las islas del Pacífico, de Alaska y de los nativos de Hawái. 

La vicepresidenta Kamala Harris ha hecho historia al ser la primera mujer negra y asiático-americana en ocupar el cargo. Biden ha prometido nombrar "el gabinete más diverso de la historia". 

Además, el plan Biden-Harris Build Back Better hace mucho hincapié en la equidad racial en su objetivo de construir un futuro más fuerte para todos los estadounidenses. 

El Racial Equity Anchor Collective (Colectivo de Anclaje de la Equidad Racial) respalda este progreso pero se mantiene firme en el entendimiento de que las injusticias históricas no pueden superarse sin un compromiso sostenido y sin cambios en las infraestructuras institucionales.

"En 2020, el mundo vivió un capítulo histórico de reconocimiento de cómo el racismo sistémico impregna toda la sociedad civil. Pedimos a la administración Biden-Harris que lidere el país con un enfoque de todo el gobierno con el encargo de desmantelar el racismo institucionalizado, abordando las desigualdades profundamente arraigadas que existen para las comunidades de color, a la vez que eleva y celebra la resistencia y la brillantez de la diversidad que nuestras comunidades representan", dijo Juliet K. Choi, CEO del Asian & Pacific Islander American Health Forum. 

"Una oficina de la Casa Blanca dedicada a la equidad e inclusión racial centrará esa búsqueda [de la justicia] y nos permitirá movilizar nuestras considerables energías en todas las vías -social, económica, legal y política- para crear un marco orientado a la justicia para gobernar y crear un país que sea inclusivo y celebre la diversidad de todos sus residentes", señaló el reverendo Alvin Herring, director ejecutivo de Faith in Action.  

"El camino a seguir puede ser difícil, complicado y discutido, pero es esencial seguirlo. La creación de una oficina dentro de la Casa Blanca para coordinar los esfuerzos de la administración Biden-Harris para reducir la desigualdad racial en todas sus formas es un primer paso crucial para garantizar que nuestro país esté a la altura de su valor fundamental compartido de igualdad de oportunidades para todos los estadounidenses", declaró Janet Murguía, presidenta de UnidosUS.