Al principio no quería a Filadelfia, ahora la ama como si fuera su ciudad natal
Venezolano y americano de racamandaca, así es Emilio Buitrago. Racamandaca, un dicho del argot colombiano que en esta ocasión significa que está profundamente…
Emilio llegó a Estados Unidos con visa de estudiante internacional en 1996. En ese momento, se encontraba terminando su carrera universitaria como ingeniero y trabajaba en la compañía de telecomunicaciones del país sudamericano, la famosa CANTV.
En esa época, la empresa había sido privatizada y una de las firmas compradoras fue la estadounidense AT&T, lo cual llevó a cientos de profesionales estadounidenses a ocupar cargos en la empresa venezolana.
Emilio quería perfeccionar su inglés para poder trabajar con sus compañeros americanos. Solicitó una licencia y viajó con ese objetivo. Llegó primero a Washington D.C. y de ahí pasó a Filadelfia. ¿Por qué se terminó quedando? Básicamente por lo mismo que nos quedamos todos: por las oportunidades que este país da.
Desde entonces, ha sido testigo y protagonista de los cambios que tuvo la ciudad durante la pasada década. Emilio es cofundador de Casa de Venezuela, una organización que en principio se dedicó a promover la cultura venezolana y, con los últimos años del chavismo, terminó siendo un refugio para muchos que han sido expulsados del país por la crisis política, económica y social.
Ser un inmigrante estadounidense es uno de los mayores orgullos que tengo en este momento. Ser parte de esta sociedad, ser parte de este crisol creado por personas de todo el mundo. Porque a menos que seas un nativo americano, todos tenemos ADN de inmigrante en nuestra sangre.
Al principio fue duro. Estaba en mis veinte y nunca había estado fuera de mi casa por más de una o dos semanas, luego llegué a los Estados Unidos y encontré esta oportunidad.
Antes de que se presentara la oportunidad, hice lo mismo que hacemos los inmigrantes al principio: lavé platos, fue mesero, hice pizzas, limpié escuelas y casas, telemercadeo para un agente de bienes raíces.
Creo que esas oportunidades me hicieron darme cuenta de que este país es realmente un país de sueños y oportunidades. Y si eres persistente y trabajas duro, te sucederán cosas buenas.
Debo admitir que al principio odiaba a Filadelfia. En 1997, Filadelfia era una ciudad difícil: era oscura, sucia, no era tan atractiva como Washington D.C.
CONTENIDO RELACIONADO
¿Cuándo sentí que Filadelfia era mi hogar? Probablemente cuando volví a Venezuela. Durante las vacaciones, generalmente me reúno con mis amigos. Y cuando le dices a la gente que vives en Filadelfia, Pensilvania, suceden dos cosas: primero, asocian Filadelfia con el queso crema, también con las películas Rocky yFiladelfia, de Tom Hanks. Y luego, cuando dices Pensilvania, la gente dice ‘de ahí viene Drácula’ (risas).
Cuando me vi explicándole a la gente y a mis amigos, las atracciones, las universidades, el hospital, hasta el punto de explicar los diferentes acentos en los Estados Unidos, fue cuando me di cuenta de que me volví filadelfiano.
El rol de los inmigrantes es excelente, va más allá de lo que las personas escuchan en las noticias. 14 por ciento de la población es inmigrante, gente que no nació en EE. UU. El 76 por ciento de esas 45 millones de personas son ciudadanos.
El rol que jugamos va más allá de simplemente ser una comunidad llamada latinos. Proporcionamos muchos recursos, creamos trabajos... una de las razones por las que Filadelfia mejoró fue que muchos inmigrantes crearon empresas y muchos de esos inmigrantes son latinos.
De hecho, conocí a Donald Trump en Puerto Rico, tengo una foto con él. Entonces creía que era un gran tipo. Yo era fan de The Apprentice y pensaba que era un tipo de éxito hasta que empecé a investigar lo que realmente es...
Si tuviera a Trump frente a mí, me gustaría tener a dos grupos de personas conmigo: al Partido Republicano y un grupo de líderes de la comunidad latina. No le diría nada a Trump, pero le preguntaría a los republicanos por qué permitieron que ese tipo llegara tan lejos.
Luego me dirigiría a los líderes latinos y les diría” “Es hora de despertar. Representamos un poder maravilloso e increíble y para mí, como latino, como ciudadano, como elector, es inaceptable que en 2016 hubo 27 millones de latinos registrados para votar, pero solo 13 millones lo hicieron.
DEJE UN COMENTARIO:
¡Únete a la discusión! Deja un comentario.