Dr. José Russo: Una vida consagrada a la investigación contra el cáncer
Con una carrera que abarca casi 60 años, el Dr. Jose Russo, un inmigrante argentino, ha dedicado gran parte de su tiempo, energía y dedicación a la búsqueda de…
José Russo todavía recuerda cuando al final de cuarto grado su maestro le dio una tarea especial: averiguar todo lo que pudiera sobre el escritor de principios del siglo XX Luis Russo.
Con la intención de completarla, Russo acudió a la Biblioteca Pública de San Martín, la única biblioteca pública que había en Mendoza (Argentina). Allí localizó, en una enciclopedia, el nombre de este escritor, tomó todas las notas que pudo, y al día siguiente le entregó el trabajo a su maestro.
A pesar de que nunca consiguió averiguar exactamente por qué su maestro le dio esa tarea, esa visita abrió un mundo completamente nuevo para Russo. “Fue en esa biblioteca donde aprendí sobre la existencia de la palabra ‘cáncer’”, recuerda. “Y fue allí donde comenzó mi búsqueda”.
Russo era de los que pasaba incontables horas solo en la biblioteca pública, buscando en viejos libros de ciencia y ampliando sus conocimientos.
“A partir de ahí, decidí que quería ser investigador, y que mi mejor opción para ser investigador era ser médico-científico e ir a la Escuela de Medicina”, explica.
Más de medio siglo después, los intereses del Dr. Russo no han cambiado. Actualmente, Russo, que ahora tiene 76 años, es director del Laboratorio de Investigación del Cáncer de Mama de Fox Chase, en Filadelfia, donde trabaja con el objetivo de prevenir el cáncer de mama de una vez por todas.
El próximo 10 de octubre, AL DÍA reconocerá la labor del Dr. Russo con el Premio a la Herencia Hispana (junto con otros cuatro homenajeados) en el tercer Almuerzo Anual de los Premios de la Herencia Hispana en el Union League of Philadelphia. El evento, que tendrá lugar dentro de las celebraciones del Mes de la Herencia Hispana (del 15 de septiembre hasta el 15 de octubre), pretende honrar a líderes de origen hispano por sus excepcionales contribuciones en diferentes sectores de la región de Filadelfia. Russo será homenajeado dentro del campo de la salud y a él se unirán:
• La Dra. Gloria Bonilla-Santiago: distinguida profesora de Rutgers University-Camden (educación).
• Peter Gonzales, presidente y director ejecutivo del Welcoming Center for New Pennsylvanians (asociaciones sin fines de lucro).
• L. Felipe Restrepo, juez del Tribunal de Apelaciones de los Estados Unidos para el Tercer Circuito (servicio público).
• Alba Martinez, directora de Vanguard Group (negocios).
Russo nació en Rivadavia (Argentina), un pequeño municipio al este de la ciudad de Mendoza, en 1942. Llegó a los Estados Unidos durante la década de los 70 y pasó 19 años en Detroit (Michigan), antes de establecerse en Filadelfia en 1991.
Los padres de este médico, Teresa Pagano y Felipe Russo, eran de ascendencia italiana —su padre de Laboulaye y su madre de San Martín—. Sus abuelos, María Belfiore y José Russo, vivieron en Catania (Sicilia, Italia) antes de emigrar a Córdoba (Argentina) a comienzos del siglo XX, igual que hicieron otras muchas familias italianas durante este periodo.
Durante su último año en la escuela primaria, Russo ya había decidido que asistiría al Colegio Nacional Agustín Álvarez en Mendoza. Pese a que muchos de sus familiares mayores —preocupados por el hecho de que una licenciatura en Ciencias limitase sus opciones de encontrar un buen trabajo— le aconsejaron que no lo hiciera, Russo decidió arriesgarse.
Era muy consciente de que su deseo de ir a la Escuela de Medicina no era un sueño fácil de conseguir. Según explica, había un proceso de selección muy exhaustivo para entrar en la escuela a la que él quería asistir, ya que solo 80 estudiantes de entre más de 400 aspirantes eran aceptados cada año. Las pruebas para ingresar en la Escuela de Medicina incluyeron exámenes escritos y orales en Matemáticas, Física, Química, Biología e Inglés Médico.
Fue en el National College donde Russo aprendió lo que necesitaba para estudiar Medicina. Después de aquello y tras pasar el corte, se matriculó en la Escuela de Medicina de la Universidad Nacional de Cuyo, también en Mendoza, donde estudió Patología Experimental.
Russo conoció Irma, la mujer que posteriormente se convertiría en su esposa, en 1961, durante su segundo año de Medicina. Sin embargo, no comenzaron a hablar hasta 1968, después de que sus caminos se cruzarse en varias ocasiones.
Ambos habían coincidido en el Instituto de Histología y Desarrollo Humano, donde compartían el mismo laboratorio. Russo cuenta que un año de paseos diarios les dio tiempo para conocerse y aprender mucho sobre los rasgos y las cualidades (en gran parte opuestas). Desde el carácter entregado y cuidadoso de ella y la naturaleza enérgica de él, a la paciencia de Irma y la impaciencia de Russo; pasando por la tolerancia de ella hacia el descaro de él. Precisamente fueron esas diferencias las que crearon una fuerza tan atractiva entre ellos. Se casaron en febrero de 1969 y después se mudaron a Estados Unidos.
“Llegamos a este país en 1971 y tuvimos la oportunidad de comenzar a centrar toda nuestra energía en la investigación contra el cáncer, especialmente el de mama”, detalla Russo.
Juntos fundaron el Laboratorio de Investigación del Cáncer de Mama, a través del cual publicaron más de 200 artículos y consiguieron más de 30 millones de dólares en fondos para su investigación.
“Creo que he sido muy afortunado por formar parte de ese 10 por ciento que ha conseguido financiación para realizar este tipo de investigación”, asegura. Lo llama el único “parámetro interno fiable” que muestra que sus ideas en materia de investigación son lo suficientemente atractivas para sus compañeros de profesión como para recibir el dinero necesario para llevar a cabo proyectos de investigación.
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Tras varios años como miembro del Departamento de Patología de la Fundación contra el Cáncer de Michigan, Russo fue ascendido a presidente, un cargo que compatibilizó con su trabajo como profesor clínico asociado de Patología en la Facultad de Medicina de la Universidad Estatal de Wayne.
El laboratorio se trasladó a Filadelfia en 1991 y Russo se convirtió en presidente del Departamento de Patología de la División Médica en Fox Chase Cancer Center. En 1994, con la ayuda de personal en expansión y el apoyo de subvenciones, se estableció el Laboratorio de Investigación contra el Cáncer de Mama (BCRL, según sus siglas en inglés); una entidad separada del Departamento de Patología de Fox Chase.
Cuando Irma falleció en 2013, como testimonio de sus muchas contribuciones a su campo y en su memoria, el BCRL cambió su nombre por ‘Irma H. Russo, MD, Laboratorio de Investigación del Cáncer de Mama’.
Aproximadamente una de cada ocho mujeres desarrollará cáncer de mama a lo largo de su vida. Lo que se traduce en entre 30.000 y 40.000 diagnósticos al año de esta dolencia, explica Russo.
La enorme cantidad de mujeres afectadas anualmente por esta enfermedad es la razón por la cual el trabajo de Russo es tan crucial. “Estamos trabajando para tratar de desarrollar algunas estrategias preventivas”, cuenta Russo.
Dos de las mutaciones genéticas responsables del desarrollo del cáncer de mama son las BRCA1 y BRCA2, explica Russo. Las mujeres que portan la mutación BRCA1 tienen alrededor de un 80 por ciento de probabilidades de desarrollar cáncer de mama, mientras que las portadoras de las mutaciones BRCA2 tienen alrededor de un 60 por ciento de posibilidades de padecerlo.
Actualmente Russo y su equipo están desarrollando un ensayo clínico en colaboración con la escuela de medicina de la Universidad de Ghent, en Bélgica. La prueba incluye el uso de una hormona natural en mujeres jóvenes (con edades comprendidas entre los 19 y los 29) que portan las mutaciones BRCA1 o BRCA2, pero todavía no han desarrollado cáncer de mama.
“El estudio que estamos haciendo en Europa nos dará una idea significativa de si estamos en el camino correcto o no”, aclara Russo. Y añade que de tener éxito, la hormona natural también se probará en mujeres sin las mutaciones BRCA1 o BRCA2. Los resultados podrían ser útiles en el desarrollo de una nueva estrategia para la prevención del cáncer de mama.
A sus 76 años, Russo lleva casi 60 años trabajando, a lo largo de los cuales ha demostrado un profundo compromiso con la mejora de la existencia humana.
“He dedicado mi vida a la ciencia para tratar de hacer algo por la humanidad”, confiesa.
Esta siempre ha sido la mentalidad de Russo, desde el momento en el que aprendió la palabra ‘cáncer’ cuando tan solo era un niño sentado en una biblioteca pública. Y lo ha llevado a cabo a través de sus numerosos roles en la investigación del cáncer y más allá, incluida su capacitación de más de cincuenta Ph.D. y M.D. en la investigación del cáncer en los últimos años.
“Lo que me alegra el día es la urgencia de llevar a cabo mi legado en este mundo”, dijo Russo. “Y eso es proporcionar una estrategia para prevenir el cáncer de mama”.
La esperanza es que llegue a buen término más temprano que tarde.
Russo publicará su nuevo libro, ‘Memorias de un investigador contra el cáncer’ en febrero de 2019.
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