Richard Montañez: Una historia de éxito gracias a la innovación
Richard Montañez, el creador de Flamin’ Hot Cheetos, vio algo que los otros no, una idea de mil millones de dólares.
En la primera versión del B.PHL Festival en Filadelfia el mes pasado, la innovación estuvo siempre en la jugada.
De entre docenas de paneles de discusión y conferencistas que pusieron sobre la mesa tantos temas enriquecedores, se destacó uno en particular: Richard Montañez.
Aunque su nombre y su rostro no estén en el radar para muchas personas, su innovadora idea probablemente sí lo está: Flamin’ Hot Cheetos.
El pasaboca es ahora un negocio de mil millones de dólares, que no habría llegado a ser lo que es hoy sin lo que Montañez llamó “una revelación”.
Montañez vino a Filadelfia, el jueves 17 de octubre, para hablar de su recorrido que inició desde que era el encargado del edificio en Frito-Lay para luego convertirse en el vice presidente de Ventas y Mercadeo Multicultural en las divisiones de Pepsi Co. de Estados Unidos.
El ascenso de Montañez es en particular interesante.
Al crecer en el sur de California, en un campamento de trabajadores del campo inmigrantes, durante la década de 1960, y ser uno de los 10 hijos de inmigrantes mexicanos; Montañez acostumbraba cosechar uvas junto con su familia. Por sus dificultades para aprender inglés, abandonó los estudios a una edad muy temprana.
“Pero yo digo que tengo un Ph.D”, dice. “Porque era pobre, hambriento y decidido”.
Después de abandonar el colegio, comenzó a trabajar tiempo completo en jardinería, sacrificando pollos, lavando autos, entre otros trabajos que pagaban poco.
Mientras trabajaba en un lavadero de autos, escuchó que Frito Lay estaba contratando. Fue a la planta, pidió una solicitud de empleo y le pidió a su esposa que la completara. Llevó su solicitud y enseguida lo contrataron como encargado del edificio.
Cuando lo contrataron, el abuelo de Montañez le dijo algo que, según él, “hizo que alcanzara el éxito hoy”.
“Dijo: ‘Cuando limpies ese piso, que te quede brillante, y que cuando la gente lo vea, sepan que lo limpió un Montañez’”.
Y ese fue su reto todos los días.
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“Todo lo que hago … tiene que ver con mi apellido”, dijo Montañez.
La idea de Flamin’ Hot Cheetos surgió de una mazorca a la parrilla con chile, queso, mantequilla y lima que compró a un vendedor de la calle.
Para Montañez, la innovación viene de una simple pregunta: “¿Qué tal si?”
“¿Qué tal si pongo chile en un cheeto?”, pensó. Esa fue su revelación.
Después de probar la idea con su familia, tuvo la oportunidad de presentarla al director general anterior; y como dicen, el resto es historia.
Después de casi 30 años, la marca Flamin’ Hot Cheetos se ha convertido en un fenómeno cultural.
El recorrido que hizo Montañez de encargado a vicepresidente se debe a no rendirse ante el miedo y la incertidumbre, sino a comprometerse osadamente a innovar y crear el camino.
Fue un destino improbable, pero Montañez es el mejor ejemplo de lo que la innovación puede hacer por alguien.
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