Ansiedad, depresión y teléfonos móviles
Un nuevo estudio determinó que el uso de teléfonos móviles aumenta la ansiedad y la depresión en el 25% de los jóvenes.
El poder adictivo de la tecnología domina todos los aspectos de la vida diaria. En la actualidad los teléfonos móviles están recibiendo cada vez más atención por parte de sus usuarios, generando un cambio de conducta y uso en las generaciones contemporáneas y futuras.
Aproximadamente un 25% de los jóvenes experimentan depresión, ansiedad, falta de sueño y mucho estrés debido al "uso problemático de teléfonos inteligentes” (PSU), según informó un nuevo estudio publicado por la BMC Psychiatry.
La investigación confirma que la forma como los jóvenes usan los teléfonos inteligentes imita las formas de adicción de comportamiento, lo que podría ser perjudicial para la salud mental de los usuarios.
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Los jóvenes entre 17 y 19 años son los que sufren con mayor frecuencia “el uso problemático de teléfonos inteligentes”, así lo afirma más de una docena de estudios citados en el informe, donde los usuarios aseveraban que las redes sociales eran la parte más importante del uso de su teléfono celular.
Entre las causas de este “uso problemático” se encuentran la soledad y la baja autoestima, así como las formas de asumir riesgos o de evitarlos, las cuales están asociadas con un uso deficiente de los teléfonos celulares, así como usuarios con poco autocontrol, inestabilidad emocional, impulsividad o perfeccionismo.
Las población más joven es la más vulnerable a desarrollar trastornos psicopatológicos, y los comportamientos perjudiciales y las condiciones de salud mental establecidas durante la infancia pueden degenerarse en la vida madura del individuo.
La investigación afirma que se necesita desarrollar con urgencia herramientas de evaluación para prevenir los posibles efectos nocivos y generalizados en la salud mental y en el bienestar de las futuras generaciones.
El informe final de la BMC Psychiatry utilizó 41 estudios de los 924 que analizó, los cuales incluían a más de 40,000 niños y jóvenes, en rango de edad no mayor a los 25 años. Los investigadores utilizaron estudios de 2011 a 2017 y sin restricciones de idioma.
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