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Los residentes usan máscaras de protección mientras hacen cola en el supermercado el 12 de febrero de 2020 en Wuhan, provincia de Hubei, China. Foto: Stringer/Getty Images
Los residentes usan máscaras de protección mientras hacen cola en el supermercado el 12 de febrero de 2020 en Wuhan, provincia de Hubei, China. Foto: Stringer/Getty Images

Calma en tiempos de Coronavirus: Por qué no deberíamos dejarnos llevar por la histeria

La prevención es necesaria, pero no nos conviene como sociedad convertir esta epidemia en el escenario de una película de zombies.

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Calles vacías. Guantes de látex y mascarilla en el metro. Colegios cerrados y bares y colmados con la persiana bajada. ¡Se acaba el papel higiénico! ¡Hay que comprar conservas para sobrevivir varias semanas sin salir de casa! El recuento incesante del número de contagiados en todo el mundo como una lotería macabra. Y una pregunta en esta mente colmena envenenada: ¿Cuándo va a tocarme a mí? 

La palabra “pandemia” nos llena la boca. El coronavirus no solo se ha colado en nuestras ciudades, lo peor es que lo haya hecho también en nuestras mentes provocando una espiral de histeria que crece y crece a través de nuestros celulares, en las cadenas de mensajes y los titulares de los medios de comunicación. Convirtiéndose en trending topic. Con caídas de la bolsa en picado y miles de familias que van a ver su cuenta corriente a cero porque nadie sale, nadie compra. ¿Y luego?

En un interesante artículo publicado en El País en el mes de febrero, cuando el pánico había estallado pero aún no con la fuerza de ahora, el periodista Jorge Galindo analizaba el deseo de drama que anida en nuestros corazones.

“Nuestro cerebro percibe mejor los riesgos si los define de una manera dramática -escribía-. Necesitamos un personaje (la enfermedad) y un cambio drástico en el transcurso de los acontecimiento (la rutina diaria) para ponernos en alerta”.

Pero la enfermedad, como bien recuerda, “raramente se comporta conforme a este guión de Hollywood”, aunque nos empeñemos en colocarla en el relato.

El periodista ponía el ejemplo de la epidemia de gripe A ,porcina, surgida en México en 2009. De una semana a la siguiente, todo el mundo repetía las mismas siglas: H1N1. Una alarma global. 

No obstante, el desarrollo del virus fue mucho más gradual que este estallido y aunque fue muy peligrosa, sobre todo para los más jóvenes, según el Centro de Control de Enfermedades de los Estados Unidos, el H1N1 acabó con la vida del mismo número de personas que lo haría una gripe de temporada. 

Incertidumbre y redes sociales

Con ello no pretendemos restar gravedad a la situación, sino arrojar luz sobre cierto aspecto de la proliferación del coronavirus que está pasando desapercibido: El sentido de alarma global que está causando que se vivan situaciones de ansiedad y estrés que podrían combatirse. Y no aportan demasiado.

En la capital de España, Madrid, una de las ciudades que se ha convertido en zona 0 de este contagio, la coordinadora del grupo de Urgencias y Emergencias del Colegio de Psicólogos, Elena Herráez, hacía una llamada a la calma:

“Hay un episodio de histeria colectiva que está llevando a algunas personas a tomar medidas desproporcionadas”, declaró a la prensa. ¿El motivo? La incertidumbre.

“Estamos en una situación totalmente nueva, lo más parecido que recordamos lo tenemos en la posguerra (española). No sabemos qué va a pasar y es una reacción muy humana la de intentar protegerse”, añadió.

“Nuestro cerebro percibe mejor los riesgos si los define de una manera dramática"

El Covid-19 es la primera epidemia global de estas características en tiempos de redes sociales. Con las anteriores -el ébola, el SARS, la gripe A- la información (y la desinformación) no viajó tan rápido. 

“La ciudadanía está sometida a un bombardeo constante donde resulta muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso”, señalaba el presidente de la Sociedad Española de Salud Pública y Administración Sanitaria (Sespas).

Necesitamos higiene mental

Lavarse las manos muy a menudo, evitar las multitudes, no salir de casa si se notan síntomas como fiebre, tos o dificultad para respirar. Toda prevención es poca. En eso estamos de acuerdo. 

Sin embargo, no podemos permitir que la ansiedad y el estrés colonice nuestras vidas y que termine generando, advierte Herráez, “irritabilildad y malestar”.

“Todos necesitamos una rutina y cuando hay medidas como las que se están aplicando que la rompen, nos dejan en situación de alerta continua y eso acaba generando roces a nivel interpersonal”, indica.

“La ciudadanía está sometida a un bombardeo constante donde resulta muy difícil distinguir lo verdadero de lo falso”.

Aquí les damos tres sencillas recomendaciones de “higiene mental” para que el miedo al coronavirus no sea más letal que el propio virus:

1. Cuestione la información que le está llegando de los medios. 

Contraste, acuda a publicaciones científicas y evite imágenes y titulares que le suenen a argumentos de Hollywood. Recuerde que vivimos también en la época de las ‘fake news’.

2. Sea realista a la hora de informar a otros familiares o amigos.

No ayude a extender la epidemia de histeria con exageraciones o dando pábulo a informaciones no contrastadas y cadenas de mensajes que le llegaron por el celular.

3. Controle los pensamientos que le generan malestar.

No esté todo el tiempo en bucle pensando en la enfermedad y acepte y comparta con otros sus preocupaciones. Busque apoyo en su comunidad.

Con todo, recuerde algo: Ayer jueves, la Comisión Nacional de Salud de China declaró superado el pico de epidemia de la Covid-19, que infectó a 80.000 personas desde el pasado diciembre. El país vuelve lentamente a la normalidad. 

Tengamos paciencia, seamos responsables y facilitemos a las autoridades sanitarias el trabajo. Desde la tranquilidad.