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Richard Easterlin, 1926-2024. Foto tomada del sitio web de USC Dornsife.
Richard Easterlin, 1926-2024. Foto tomada del sitio web de USC Dornsife.

Richard A. Easterlin y la pregunta sobre si el dinero compra la felicidad

El economista de la Universidad del Sur de California fundó el concepto que vincula la economía con el sentido de la vida: una despedida.

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Richard A. Easterlin acaba de morir, dejando un legado para los estudiosos de los temas sociales y económicos. Es reconocido como el padre de la "economía de la felicidad", al conectar de manera única los indicadores económicos tradicionales con el bienestar subjetivo. Su punto: el Producto Interno Bruto, como medida de valor agregado es insuficiente para determinar el estado de bienestar de una sociedad.

Nacido el 12 de enero de 1926 en Nueva Jersey, Estados Unidos, Easterlin se formó como ingeniero, pero luego, como le ocurre a muchos en esta profesión, se especializó en economía en la Universidad de Pensilvania. Durante sus primeras décadas como economista, sus investigaciones se centraron en temas de historia económica y demografía, pero fue en la década de 1970 cuando sus trabajos comenzaron a llamar la atención.

En 1974, Easterlin publicó el artículo “Does Economic Growth Improve the Human Lot? Some Empirical Evidence”, donde introdujo lo que más tarde sería conocido como la “Paradoja de Easterlin”. En este documento, demostró que si bien las personas en países más ricos tienden a ser más felices que las de países más pobres, dentro de una misma sociedad, el aumento del ingreso promedio no necesariamente se traduce en un mayor nivel de felicidad a largo plazo. Este hallazgo desafió las bases de la economía clásica, que hasta entonces había asumido que el crecimiento económico era directamente proporcional al bienestar. En pocas palabras, no necesariamente el dinero y la prosperidad económica derivan en mayor bienestar.

¿Por qué? La Paradoja de Easterlin abrió un nuevo campo de estudio al evidenciar que factores como la comparación social y las expectativas influyen significativamente en el bienestar percibido. Según Easterlin, las personas tienden a evaluar su felicidad no solo en términos absolutos, sino también en relación con el éxito material de los demás. Además, el economista demostró que los aumentos en el ingreso conducen a una adaptación rápida, lo que minimiza su impacto positivo en el bienestar. Es decir: para alguien un incremento adicional en su ingreso, así sea considerable, puede volverse marginal porque no eleva su nivel de bienestar necesariamente.

Easterlin escribió numerosos artículos y libros que ampliaron sus ideas y fomentaron el desarrollo de la economía de la felicidad como disciplina. Su trabajo abrió una senda para otros investigadores economistas y psicólogos, que desarrollaron un enfoque más integral para medir el progreso de las naciones. Easterlin también abogó por la incorporación de indicadores de bienestar subjetivo en las políticas públicas, una idea que ha ganado terreno en organismos internacionales. Justamente, a partir de este enfoque, Programa de las Naciones Unidas para el Desarrollo (PNUD), de la mano con le Premio Nobel Amartya Sen construyeron el Índice de Desarrollo Humano (IDH) que incluye indicadores de salud (como esperanza de vida), educación y nivel de vida.

Otros ejemplos de este tipo de indicadores son las encuestas de felicidad que preguntan directamente sobre la satisfacción con la vida y la percepción de felicidad de los ciudadanos; indicadores ambientales como la huella ecológica, las medidas de calidad del aire y acceso a recursos naturales y medidas de capital social como los indicadores de confianza interpersonal, participación cívica y cohesión social.

Además de su influencia académica, Easterlin fue un mentor y una figura destacada en la Universidad del Sur de California, donde ocupó una cátedra de economía por muchos años.