Un bocado dulce del sur: el regalo de Chile a Filadelfia
¿Alguna vez se han preguntado de dónde vienen las fresas que acompañan el desayuno? ¿O las papayas, mangos y piñas que componen sus fantásticos smoothies? Si…
Pensar que aquella dulce y gustosa manzana viajó desde un largo y estrecho país al sur del continente americano para terminar en nuestra mesa, es una reflexión que pocos nos hacemos.
Aún menos podríamos imaginar que casi la totalidad de las frutas que conseguimos en los supermercados provienen -orgullosamente- de Chile.
Este fue nuestro grato descubrimiento tras asistir a la Rueda Internacional de Negocios, Frutas y Hortalizas Chilenas de Exportación (Fruittrade), que tuvo lugar los pasados 27 y 28 de septiembre en Santiago de Chile. Este evento anual tiene como objetivo “poner en contacto directo a productores/exportadores chilenos con compradores tanto de Chile como del exterior”, siendo uno de los principales compradores Estados Unidos.
Organizado por Fedefruta (Federación de Productores de Frutas de Chile), y con el apoyo del gobierno chileno a través del Ministerio de Agricultura y el Ministerio de Relaciones Exteriores, el evento pone a disposición de productores e inversores una plataforma de intercambio que prevé llevar frutas a la mesa de millones de personas alrededor del mundo.
Es por ello que Christina Lista, directora ejecutiva de La Cámara Chileno-Americana de Comercio de Filadelfia (CACCGP), y Miriam Borja-Fisher, directora principal de desarrollo comercial de Western Fumigation y tesorera de la CACCGP, estuvieron presentes para conocer de primera mano el origen de tantos productos que alimentan a los estadounidenses hoy en día.
“Estamos aquí para reunirnos con nuestros socios, con quienes hemos estado trabajando por casi 30 años a través de la Cámara”, comenta Lista, contenta de participar en este encuentro por primera vez.
La CACCGP es una organización sin ánimos de lucro y sin afiliación política que funciona a través de la membresía, y cuyo objetivo es apoyar y mejorar las relaciones comerciales y de intercambio entre la República de Chile y la región de Filadelfia. Representa asimismo a la región de Nueva York, Delaware y Pittsburgh, a los que provee de una plataforma de intercambio para la participación en gran variedad de actividades y programas de comercio.
“Casi el 70% de la importación de frutas que entra a Estados Unidos lo hace a través del área de Filadelfia. Desde mi perspectiva, creo que ello se debe a las relaciones que hemos forjado entre personas de nuestra región y de Chile. Nos han recibido con brazos abiertos y ha sido una experiencia increíble”, asegura Lista.
Y no es para menos: la gran producción de fruta que se importa desde territorio chileno pasa desapercibida para gran parte de la población de EE.UU.
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Cuando nos referimos a “frutas latinoamericanas” la imagen que nos suele venir a la cabeza inmediatamente es la de Carmen Miranda, la actriz brasileña que en la década de los 40 se transformó en un ícono del sabor del “trópico” por la cesta de frutas que cargaba sobre su cabeza.
Pocos entienden y asumen que la producción de frutas en Latinoamérica es una empresa que ha despegado y que parece no tener techo.
Con un promedio de 300.000 hectáreas sembradas entre las regiones de Atacama y Los Lagos, Chile es hoy por hoy el mayor productor de frutas y productos silvícolas del hemisferio sur. Según el informe de la Oficina de Estudios y Políticas Agrarias, este sector produce “cerca de 5 millones de toneladas de fruta, de las cuales se exportan 2,6 millones como fruta fresca”, lo que genera un ingreso de 4.000 millones de dólares anuales, siendo sus productos estrella la uva de mesa y los arándanos.
Limones, almendras, fresas, cerezas, aguacates, kiwi, manzana y peras son tan sólo algunos de los productos chilenos que llegan a mesas tan distantes como las europeas y, ahora, las asiáticas, a través de alrededor de 800 empresas exportadoras nacionales e internacionales.
Como bien explicó Luis Schmidt, presidente de Fedefruta, los tres mercados más grandes de Chile son Estados Unidos, Europa y Latinoamérica. Desde el año 2016, el mercado se ha abierto a Asia, que hoy por hoy representa el 40% de la población mundial.
Tan sólo entre los años 2009 y 2017, la exportación de frutas por transporte marítimo a Estados Unidos aumentó de 2.500 millones de dólares a 3.000 millones, de los cuales el 70% desembarca, como bien indicó Christina Lista, a través del área de Filadelfia.
La importancia de este tipo de intercambio comercial para la población de Filadelfia no es para nada despreciable. Según Miriam Borja-Fisher, latina residente en EE.UU durante toda su vida, “hoy es algo muy conocido y aceptado, que los países del sur exportan y producen frutas cuando aquí es invierno. Algunos de nosotros, de edad más avanzada, podemos recordar cuán limitada era la oferta de fruta que se podía comer durante el invierno en los años 70 u 80. La uva producida en California, por ejemplo, no llegaba en invierno, ni tampoco todas las frutas frescas que ahora disfrutamos gracias a Chile, y gracias a todos los países latinos.”
La apertura de este comercio, si bien cumple casi 30 años como canal de intercambio, nos hace pensar en el potencial del rubro latino dentro y fuera de la comunidad estadounidense. El producto latinoamericano es hoy por hoy un tema de debate, sea por la fuerza laboral que representa en los Estados Unidos o por el creciente potencial económico que suponen las naciones latinas en el comercio internacional.
De una u otra manera, el sabor latino es no sólo idiosincrático sino económico, y demuestra la fortaleza y los beneficios que pueden surgir cuando, en vez de muros, forjamos puentes.
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