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Cid Wilson visitó la redacción de AL DÍA NEWS el pasado julio. Samantha Laub / AL DÍA News
Cid Wilson visitó la redacción de AL DÍA NEWS el pasado julio. Samantha Laub / AL DÍA News

Cid Wilson: "Cuando tenemos éxito, aportamos algo en retorno. Y aportamos algo en retorno, tenemos éxito”

Cid Wilson está orgulloso de ser dominicano-americano y sabe que cuando a los latinos se les da una oportunidad para competir en el mundo corporativo americano…

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Cid Wilson llegó a ser nombrado analista financiero número uno en el ranking de Forbes y fue una figura destacada en Wall Street.

En el plano ejecutivo, solía presentarse así:

My name is Cid Wilson, soy Dominicano de pura cepa de Barahona. ¿Ya tú sabes?”

Sin decir nada más, sus colegas comprendían que era latino, y que su latinidad no se queda en la puerta cuando entra en una sala. Ya desde joven quiso siempre que sus logros personales tuvieran una repercusión en la comunidad latina y sirvieran para reforzarla.

“Tenemos esa obligación moral de aportar algo en retorno cuando tenemos éxito, y cuando aportamos algo, tenemos éxito”, dijo Wilson.

Hoy, como presidente y CEO de la Asociación Hispana de Responsabilidad Corporativa (HACR, por sus siglas en inglés), Wilson trabaja para propulsar a los latinos en el mundo corporativo y que asuman puestos ejecutivos, desde puestos en la junta directiva a cargos como Director Financiero (CFO) o Director de Operaciones (COO). Viaja por todo el país, comprometiéndose con otros ejecutivos para que entiendan las ventajas, y la necesidad, de incluir a los hispanos en los niveles corporativos más altos de América, donde su presencia es considerablemente escasa, según Wilson.

Todos salen perdiendo

Cuando Wilson llegó a Wall Street, en 1993, empezó con un trabajo de prácticas no remuneradas en un departamento de correo y paquetería. No pidió nada a cambio, excepto que le pagaran el almuerzo y el boleto de autobús, y la oportunidad de ser el mejor repartidor de correo en la historia del distrito financiero, ya que era su única oportunidad de ir escalando puestos. En el año 2006, Wilson fue nombrado analista de retail especializado número uno en el ranking de la revista Forbes.

“Fue un gran logro pero, aún y así, un recordatorio de que todavía necesitamos a más latinos que se beneficien de nuestros éxitos para asegurar que la base de la escalera es fuerte, y que podremos ver a más latinos ascendiendo puestos, porque a medida que yo escalaba puestos en Wall Street, me iba quedando más solo”, dijo Wilson durante una entrevista con Greg DeShields, director ejecutivo de PHL Diversity, en la redacción de AL DÍA News.

Cuanto más alto ascendía en posiciones de liderazgo, menos y menos latinos se encontraba. Una desalentadora situación que todavía hoy es muy común en toda América. Según el último estudio sobre gobernanza corporativa de HACR, de 2013, solo 10 CEOs de las compañías listadas en Fortune 500 eran latinos. Ninguno de ellos era mujer. En la actualidad, solo hay una CEO latina en dicho listado.

En general, menos del 3 por ciento de los hispanos ocupan puestos en las juntas directivas de las empresas Fortune 500. Las mujeres latinas, a pesar de representar un poder de compra de más de 1,1 billones de dólares, todavía representan menos del 1 por ciento de esos puestos directivos. Sin embargo, como dice Wilson, “el gasto latino es impulsado por las latinas”, lo que significa que las mujeres hispanas son responsables de la mayor parte del gasto en un hogar latino.  

Si los latinos fueran un grupo independiente de EE.UU, representarían el séptimo PIB más grande del mundo, con un crecimiento un 70 por ciento más rápido que el resto de grupos del país y, aún y así, su presencia en puestos directivos de las compañías más influyentes de América apenas ha avanzado un ápice desde el año 2000.  

Estas cifras, que Wilson y HACR repiten constantemente a las empresas de todo el país una y otra vez, demuestran que existe un abismo de miles de millones de dólares entre la población, los ingresos y las contribuciones de los latinos a los EE.UU. y las posiciones que ocupan en oficinas y juntas directivas. Es difícil decir quiénes sufren más el impacto de la exclusión: los latinos que, “cuando se les da la oportunidad, tendrán éxito o se superarán”, como dijo Wilson, o las grandes empresas que han rechazado o ignorado que la base de los empleados y consumidores americanos será cada vez más latina.

“Si no se crea una cultura inclusiva, que ofrezca al empleado medio una visión de futuro, que le permita ver hasta dónde puede llegar como ejecutivo, éste abandonará la empresa”, explicó Wilson. “Si se marcha, todo el mundo sabe que un alto nivel de rotación de trabajadores es muy caro. Las eficiencias no se maximizan si no se permite que una persona desarrolle todo su verdadero potencial”.

“Además, si no lo haces tan bien como tu competencia, le estas dando una ventaja”, añadió Wilson. “Apostar por la diversidad y la inclusión no es simplemente hacer lo correcto, es una estrategia de negocio inteligente”.

Otra estrategia de negocio inteligente es ser incluído en la bonita lista de HACR. A través de su propio instituto de investigación, la asociación elabora informes donde valora por encima de todo la inclusividad hispana. Premia a las corporaciones “cinco estrellas” que participan en su Índice de Inclusión Corporativa, que clasifica a las empresas en base a cuatro pilares: inversión en filantropía latina, empleo, contrataciones y gobernanza.  

Así, los latinos pueden saber qué empresas aportan algo en retorno a su comunidad. Los latinos que buscan empleo pueden ver qué compañías tienen una cultura de trabajo respetuosa con los hispanos y los empleados latinos en general. También permite a los empresarios latinos saber cuales son las grandes empresas que cumplen monótonamente con los checklists de diversidad y cuales están dirigidas por gente que defiende activamente la inclusión hispana.

Construyendo un legado latino
Wilson nació y creció en Bergen County, N.J, que bordea el río Hudson frente a Manhattan, pero su pasión por empoderar y propulsar el éxtio latino se lo inculcaron sus padres, inmigrantes de la República Dominicana. Educado en la era post-derechos civiles, identificó la difícil situación de los dominicano-americanos con la de otros latinos y afroamericanos. Los dominicanos son afrolatinos— un doble agravante para ser discriminados, según Wilson.
 
Igual que a muchos otros hijos de inmigrantes, a Wilson le enseñaron a valorar la cultura y el idioma de su país de origen, además del sacrificio de su familia para que tuviera una vida mejor. Pero su historia de ambición, que le llevó a pasar de muchacho del correo a líder económico nacional, tiene poco que ver con su éxito individual porque, si fuera así, Wilson se hubiera quedado en Wall Street.
 
Wilson cree que las minorías no pueden quedarse de brazos cruzados y sostenerse simplemente sobre los hombros de activistas que lograron éxitos anteriormente, sino que deben ponerse en pie y tratar de llegar más arriba. Wilson quiere que los latinos asuman posiciones ejecutivas y que sus voces sean escuchadas en las juntas directivas, de manera que “cuando la siguiente generación esté preparada para respaldarse en nuestros hombros, tengamos unos hombros fuertes, preparados, de manera que puedan levantarse y ser visibles, ser reconocidos”.

Wilson logró convertir su ambición en una pasión y una misión, transformándose en una autoridad respetada, en representación de la comunidad latina. Naturalmente, eso le llevó hasta HACR, y en su mente no dará por terminada su misión hasta que los hispanos dejen de tener que luchar por encajar en la cultura corporativa americana.  

Wilson también forma parte de los esfuerzos por integrar la herencia latina en los fundamentos históricos de Washington D.C. en su papel de comisionado para la creación de un Museo Nacional del Latino Americano. La comisión fue creada en 2008 por 23 designados presidenciales y congresionales, y Wilson fue seleccionado por el ex presidente Barack Obama para sentarse junto a otras personalidades latinas como Eva Longoria y Emilio Estefan para llevar a cabo un estudio, presentar propuestas y presionar al Congreso para que apruebe la National Museum of the American Latino Act, un proyecto de ley para aprobar la construcción del museo en el National Mall.

La ley sigue pendiente de aprobación, a pesar de los esfuerzos llevados a cabo durante años por políticos latinos y defensores de la comunidad de ambos partidos. Wilson explicó que la creación de un nuevo Smithsonian para conmemorar las contribuciones de los latinos al establecimiento y el progreso de la nación es bien merecida, y serviría para instruir al público americano con historias como la de Cesar Chavez, Dolores Huerta o el movimiento de los trabajadores agrícolas; el patriotismo y los veteranos de guerra latinos; el dominicano Juan Rodriguez, primer inmigrante en llegar a Manhattan, antes de los holandeses y los ingleses; y la capital estatal más antigua del país, Santa Fe, N.M, fundada por colonos españoles en el siglo XVII.

“Son historias que necesitamos para iluminar, para que los americanos puedan comprender la larga historia de los latinos en los EE.UU.”, dijo Wilson, destacando que los museos Smithsonian dan a todos los americanos la oportunidad de valorar y comprender los beneficios que minorías y grupos inmigrantes representan para la nación. Wilson destacó también varios malentendidos sobre los latinos difundidos por los medios y el mundo corporativo americano, y que el Smithsonian Latino Americano y HACR tratan de eliminar del discurso nacional.

“El malentendido más grande, y que suele repetirse a menudo en los medios, es que acabamos de llegar… y que andamos pidiendo limosna, algo que no es cierto”, dijo Wilson. “Somos gente cualificada, si acaso más cualificada que cualquier otra, para desempeñar todos los empleos que se presentan. Queremos una oportunidad justa para competir por todas esas oportunidades. Cuando se nos da la opción de competir, competimos y ganamos”.