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La colorida decoración chicana de los patios y el uso del "rasquache" son parte de una nueva planificación urbanística más sostenible y humana. Photo: Archinect.
La colorida decoración chicana de los patios y el uso del "rasquache" son parte de una nueva planificación urbanística más sostenible y humana. Photo: Archinect.

Urbanismo latino: La utopía soñada por el arquitecto James Rojas para L.A.

Ecología, libertad creativa y tradiciones chicanas son parte de una filosofía urbanística que pone a la comunidad en el centro del debate sobre el futuro de…

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Lego, papeles de colores o paletas de helado. En los inusuales talleres del visionario arquitecto latino James Rojas, los miembros de la comunidad se convierten en planificadores urbanísticos y transforman objetos cotidianos y recuerdos en placetas, calles y avenidas de la ciudad en la que les gustaría vivir. 

Una mucho más acogedora, donde el ciudadano no tenga que adaptarse al asfalto y los autores que corren veloces todo el tiempo, sino que está hecha a la medida de la gente. 

Su utopía soñada recibe el nombre de Urbanismo Latino y está basada en encontrar nuevas fórmulas de cohesión social a través del movimiento y la arquitectura. Porque las casas de los latinos, especialmente los chicanos del Este de L.A., la manera en que celebran sus fiestas de Quinceañera en los patios de sus casas y reinventan el espacio con el conocido como “rasquache” -el arte de adornar con objetos reutilizados o desechados, como platos rotos o alambres-, podría ser un puente para repensar la manera en que nos movemos globalmente.

Arcadas ‘home made’, santuarios en los jardines y una decoración que exprese quiénes somos, haciendo del caminar, como dijo en una ocasión el arquitecto, “una explosión visual, espacial y sensorial basada en la memoria, las necesidades y las aspiraciones”.

Lo contrario a la naturaleza apresurada de  la conducción, asegura James Rojas, que carece de auto por decisión propia desde hace muchos años, y está convencido a su vez de que “los arquitectos ya no son constructores sino sanadores. Tienen que bajar de sus computadoras y de sus autos para curar los aspectos sociales, físicos y ambientales de nuestro paisaje", declaró en la Universidad de Woodbury.  

Algo sobre lo que lleva meditando toda su vida y que ha convertido en su cruzada social y el ‘core’ de su estudio ‘Place it! Planificación interactiva’, desde donde dirige talleres y charlas destinadas a involucrar a la comunidad en reimaginar los espacios. 

Pero, ¿cuáles son las claves del llamado Urbanismo Latino?

En una  conferencia celebrada el pasado año 2019 en el East Los Angeles College, resumió su visión:

"Preservación sensorial, económica, cultural y social, Rasquache-Improvisado, Hacer arte y servir a la memoria, las necesidades y las aspiraciones".

Pensar desde el barrio

"Mientras que los ingenieros de transporte están obsesionados con el tiempo, la velocidad y el destino, las intervenciones de movilidad de los latinos DIY o 'rasquache' se centran en el momento o el viaje”, afirma Rojas. 

El suyo empezó en Boyle Heights, en el East L.A., un lugar que alimentó su imaginación durante más de tres décadas, cuando escribió a finales de los 80’ su tesis de maestría en el MIT. Y mucho antes de eso, caminando por las calles de su infancia, mientras que recordaba la diferencia que había entre las casas de su manzana y los céspedes perfectos de Montobello. 

“Los céspedes fueron la forma en que los estadounidenses se convirtieron en jugadores de equipo", dijo.

Decidido a cambiar el East L.A., más temprano que tarde se dio cuenta de que es imposible impulsar el cambio sin espontaneidad y libertad creativa, y eso estaba muy pegado a sus raíces. El “rasquache” -que es una palabra algo despreciativa en México- iba a ser su punta de lanza y lo usaría en múltiples performances e instalaciones a lo largo del barrio angelino y más allá. 

No es casualidad que alguien como James Rojas forjase una nueva idea de arquitectura sostenible en Los Ángeles, que desde los años 70’ fue una especie de utopía moderna. Justo por el tiempo que los estadounidenses de origen mexicano avanzaban posiciones como una fuerza cultural, política y social sobre todo en el este de la ciudad, centro del Movimiento Chicano

Arquitectos latinos como de finales de los 60’, como Frank Villalobos, Raúl Escobedo, David Angelo o Manual Orozco, ya habían impulsado un espacio de diseño comunitario llamado Planificadores de Barrio y materializaron su propia utopía chicana con diseños como el de El Mercadito -basado en un mercado en Guadalajara, México. 

Entendiendo a su vez que, como sostiene James Rojas, heredero de aquellos primeros artistas y diseñadores, que “lo que los arquitectos construyen no es un producto acabado sino una parte del cambiante ecosistema de una ciudad”.