Juliana Notari ha instalado una escultura con forma de vagina hecha de concreto y resina, de 33 metros y tallada por más de 20 hombres. El  antiguo ingenio azucarero en el estado de Pernambuco se ha convertido así en un museo de arte contemporáneo al aire libre.

Las reacciones en redes sociales no se hicieron esperar, a pesar de que mucha gente apoya y elogia la obra de la artista, muchos otros se escandalizaron y criticaron la escultura por parecerles vulgar o de mal gusto. El típico discurso conservador de aquellos a los que no les molesta el cuerpo de la mujer cuando es objeto de consumo y placer (para ellos)

El simpatizante de Bolsonaro, Olavo de Carvalho, propuso por Twitter “crear una escultura de un pene gigante como desafío” y sus comentarios atrajeron casi 700 retuits, muchos de ellos cargados de críticas abiertas contra los izquierdistas.

El concepto de ‘Diva’ es bastante  potente, a simple vista la escultura es una vagina gigante y esto despierta comentarios moralistas de los más conservadores, pero es además una herida en la tierra, en la madre de todo. “En ′′ Diva ′′ utilizo el arte para dialogar con cuestiones que remiten la problematización de género desde una perspectiva femenina aliada a una cosmovisión que cuestiona la relación entre la naturaleza y la cultura en nuestra sociedad occidental falocéntrica y antropocéntrica.” - explica la artista en su cuenta de Facebook. 

En el Brasil altamente machista de Bolsonaro, la obra de Notari es desafiante por su contenido simbólico:  “Esta herida (la obra) es, sin embargo, infinitamente menor en comparación con los traumas de la esclavitud, el empleo desprotegido, el ecocidio y los traumas violentos que ocurrieron en esta Usina, como en otras propiedades coloniales privadas” - explica en una entrevista para CNN.