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En este nuevo panorama del streaming se revaloriza de repente el gran éxito o canción de repertorio. FOTOGRAFÍA: Getty Images
En este nuevo panorama del streaming se revaloriza de repente el gran éxito o canción de repertorio. FOTOGRAFÍA: Getty Images

Shakira vende todo su catálogo musical a Hipgnosis Songs Fund

¿Cuál es el futuro de la música al que apuestan artistas como Shakira, Taylor Swift o Bob Dylan? Hipgnosis prosigue con la compra de catálogos musicales de…

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La famosa cantante colombiana Shakira se suma al fin a una incipiente pero fuerte tendencia de los negocios musicales internacionales. Hizo oficial ayer miércoles la venta de la totalidad de los derechos de publicación musical de sus 145 canciones a la firma británica Hipgnosis Song Fund por una cantidad que no ha sido confirmado pero que se supone de varios cientos de millones y que permite que la discográfica Sony siga teniendo el control los próximos siete años.

Hipgnosis fue fundada como compañía de inversión musical en 2018 por el músico Nile Rodgers y el representante Merck Mercuriadis, quien ya había llevado la cartera de artistas como Beyoncé, Iron Maiden o Elthon John. Se calcula que desde entonces han logrado superar el billón en inversiones y que tienen ya más de 5.000 canciones en su catálogo.

Mercuriadis ha alabado la trayectoria de Shakira como “reina de la música latina” y su exitosa labor como compositora. La cantante ha manifestado entonces su confianza en que “será un gran hogar para mi catálogo” y su intención de que así sigan siendo bien representados sus éxitos vitalicios.

La barranquillera era una de las últimas en sumarse al carro de esta mutación de la industria que se espera que sea confirmada durante el presente año. Unos día antes era Ryan Tedder, líder de One Republic, quien vendía el catálogo de la banda por $200 millones a KKR; Neil Young se deshacía del 50% de más de mil canciones conservando cierto poder de decisión; Lindsay Buckingham de Fleetwood Mac, Blondie, Eurythmcs…

La primera operación que hizo saltar la liebre fue hace unos meses cuando el músico y ganador del Nobel Bob Dylan vendía a Universal sus 600 canciones por 250 millones de euros, seguido por Taylor Swift que despachaba el suyo por $300 millones a Shamrock Capital.

Shakira empezó a labrar su carrera en 1991 con Magia y remó duro como compositora durante toda la década con discos como Pies descalzos que provocan melancolía a sus más veteranos seguidores.

En 2001 se convertía en éxito internacional con Laundry Service que vendía más de trece millones de copias de discos justo en el albor de la mutación de la industria musical, que con la piratería del nuevo milenio debía dejar atrás el modelo discográfico hacia el de las giras, el merchandising y los directos.

Sin embargo la cantante en la cresta de la ola supo surfear el cambio y en su gira de 2006 a 2008 (Tour Fijación Oral) llegaba a más de dos millones y medio de asistentes y superaba los $180 millones. Su último espectáculo internacional en 2018 (Dorado World Tour) visitaba más de cincuenta países y recaudaba unos $75 millones.

Los nueve meses de parón en la industria del show en directo -y los que calculen que se vaya a extender- que han causado estragos en pequeños artistas y profesionales de la música causan pérdidas enormes en ese segundo modelo de la industria musical.

Si se suma ese factor a la conquista de las plataformas de streaming sobre las productoras y la victoria de Biden que se espera suponga gravámenes más altos es comprensible que algunos hayan sido convencidos para esta nueva operación, deseosos y deseosas de seguir surfeando la industria.

También hay que mencionar que mientras que el segundo modelo generaba numerosos ingresos basados en el principio de las novedades impulsado por las radios en este nuevo panorama del streaming se revaloriza de repente el greatest hit o canción de repertorio.

Ese es el motivo por el que ahora mismo estos artistas encuentren su obra en la mayor calificación posible mientras que, por otro largo, grupos financieros y de inversión encuentren en ese producto un valor en el que todavía pueda invertirse al alza en momentos como estos de tribulación.

Un negocio que por el momento parece redondo para ambas partes pero que sin ningún tipo de duda resulta en una nueva apuesta del futuro de la industria musical.