Jarana Beat: Fandango neoyorquino para “contraatacar” el bajón de la pandemia
Segundo disco de folclore urbano de la banda neoyorquina con una jugosa apuesta que invoca los aromas caribeños bajo las luces de la "Big Apple".
Jarana Beat lanza su segundo álbum de fandangos, Vibración por Simpatía, disponible ya en todas las plataformas digitales. Una compilación de pequeños EP, o movimientos, que culminaba en Yei Ollin: Movimiento III, un tema que dialoga directamente con los sentimientos inspirados en el "contrataque anímico" contra la pandemia.
Su propuesta de folclore urbano funciona perfectamente equilibrando la tradición musical mexicana y afroamerindia con la modernidad del South Bronk, New York. Allí se sitúa la banda desde 2007 y por ello el disco incluye las actuaciones en los siete primeros festivales Jaraneros en la ciudad.
Más de 55 artistas en total han colaborado en Vibración por Simpatía, ejemplarizando esos homenajes a las raíces que pretende la banda, que incluyen el mestizaje con toda una miríada de géneros: bomba, plena, chacarera, cumbia, landó o son jarocho.
Entre los colaboradores están Ana Tijoux, John Benitez, Felipe Fournier, Mireya Ramos, Mariana Carrizo o Shae Fiol (Mariachi Flor de Toloache), entre muchos otros.
Desde sus inicios y el primer disco (¡Echapalante!, 2011) la banda no solo ha crecido y adoptado bailarines sino que ha ampliado considerablemente el rango de influencias mexicanas y afroamerindias, investigando sonidos como el son huasteco o el son guerrense.
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Todo ello bajo la dirección de Sinuhé Padilla-Isunza, siempre atento a las mutaciones en el fandango en la escena neoyorquina, sobre lo que puntualiza: “En la mayoría de nuestros fandangos en Nueva York, hay gente de muy diversas culturas, algunos de otros países de América Latina y otros de rincones más lejanos del mundo, pero cuando se sumergen en el baile, tocando, aplaudiendo y cantando con nosotros, es como si formaran parte de él, aunque nunca hayan escuchado este tipo de música antes. Sus latidos la reconocen. Una parte de su alma resuena y nos conecta a todos”.
Pero para el espectador atento hay algo más que suena en todo aquello, una especie de operación de "contraataque mental uto-azteca":
El disco pretende funcionar, como su nombre indica, como un altavoz de las ondas del espacio electromagnético conocidas como "la resonancia Schuman", picos de banda de frecuencia muy baja, y que conectan nuestros cuerpos con la vitalidad terrestre.
Sus movimientos y la intensidad de más de cincuenta artistas, armados por invocaciones en lengua Náhuatl y la tradición musical de la que se empapan, junto a unas letras que claramente dialogan con las emociones causadas por la pandemia, nos transportan a un lado más amable del mundo bañado siempre por luces caribeñas y vibraciones más agradables.
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