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Argentinian neuroscientist Mariano Sigman in Madrid, September 2022. Courtesy Espacio Fundación Telefónica
El neurocientífico argentino Mariano Sigman en Madrid, Septiembre 2022. Cortesía Espacio Fundación Telefónica

“Mi libro es una oda a la conversación como un espacio para aclarar ideas”

En “El poder de las palabras”, el neurocientífico argentino Mariano Sigman da consejos sobre cómo controlar nuestras emociones mediante la conversación

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Pedro & Daniel

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Mariano Sigman (Buenos Aires, 1972) es uno de los neurocientíficos y divulgadores más conocidos en lengua española, pero tiene un pequeño “defecto”: es nulo para la música. “Un burro completo”, como dice él mismo. Fue esa incapacidad para hacer o saber apreciar música lo que hace cuatro años lo impulsó a llevar un experimento: apuntarse a cuatro horas de canto por día (“y después de eso seguía siendo bastante malo”) para demostrarse a sí mismo que podía componer un disco, algo que desde niño había asumido que no podría.

“No fue un viaje agradable, especialmente para los otros, pero llegué a componer alguna canción más o menos digna, y eso me llenó de ilusión”, explicó Sigman en una conferencia reciente en el Espacio Fundación Telefónica de Madrid en motivo de la presentación de su nuevo libro, 'El Poder de las Palabras. Cómo cambiar tu cerebro (y tu vida) conversando' (Debate, 2022) .

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En el libro, Sigman, partiendo de sus investigaciones sobre el funcionamiento del cerebro, trata de dar respuesta a una serie de preguntas básicas que llevan conviviendo con la humanidad desde hace más de dos mil años : ¿cómo pensar con más claridad las cosas que nos importan?  ¿Cómo mejorar el vínculo con nuestra gente más cercana? ¿Cómo manejar mejor situaciones en nuestra vida emocional que se desbordan?  ¿Cómo llegar a aquellos lugares que habían estado prohibidos para nosotros (en su caso, la música)?

“Son preguntas que nos interpelan, que nos incumben a todos, preguntas viejas que ya se hacían los griegos y que sigue haciéndose la ficción, desde los relatos homéricos a Proust o Hollywood”, dijo el reconocido neurocientífico durante la conferencia. “Así que decidí reguntarle a la ciencia qué herramientas tenemos para responder a estas preguntas que nos plantean las humanidades”.

Según Sigman, doctorado en neurociencia por la universidad Rockefeller de Nueva York y uno de los directores del proyecto Human Brain Project, consorcio de investigadores europeos dedicado al estudio y comprensión del cerebro humano, tenemos el cerebro demasiado estructurado en ideas, hábitos, asunciones y automatismos que llevamos integrados desde niños, y para aprender a pensar de forma distinta uno de los instrumentos más eficaces a nuestro alcance es la conversación con los demás.  

“No hemos de quedarnos con el ronrón de nuestras ideas, hay que buscar otras personas, mejor si no piensan como nosotros, para que nos saquen de nuestra zona de comodidad”, comentó el neurocientífico, asegurando que muchas de nuestras conversaciones se estancan porque el cerebro tiene tendencia natural a la pereza. 

“La mayoría de nuestras conversaciones son las que no pasaría nada si no pasaran. En cambio, recordamos las que nos marcaron, las que aprendimos algo, las que nos pusieron en situación incómoda”, detalló. 

Para hacerse entender, el divulgador argentino comparó el ejercicio de conversar con los demás y con uno mismo con el ejercicio de escuchar música. “No es lo mismo escuchar música en baja resolución, cuando parece un murmurio, que hacerlo en alta, cuando se distinguen voces e instrumentos y melodías. “A la hora de escuchar nuestras ideas a veces hay que aprender a distinguir qué voces son más importantes que otras”, señaló. 

“Mi libro es una oda a la conversación como un espacio para aclarar ideas”, concluyó el neurocientífico, alertando del riesgo que supone la soledad. Y soledad no significa vivir solo, o no tener pareja, sino no tener con quien hablar las cosas que nos importan, como por ejemplo, una decisión médica importante cuando uno padece una enfermedad grave y tiene miedo. “Se toman mejores decisiones después de hablarlo con alguien”, dijo,  invitando al lector a pensar sobre si tiene a su lado ese confidente, “esa persona que no nos  juzga desde ningún lugar. “Si no la tienes, búscala”, insistió.

Por último, Sigman se plantea en el libro por qué solemos tener las conversaciones “más ásperas” con las personas que más queremos, y cómo aprender a manejarlas de otra manera. Para entender el por qué, pone un ejemplo muy sencillo: imaginarse que vamos por la calle y vemos caer a un desconocido. El impulso habitual es acudir en su ayuda, preguntarle si se ha hecho daño, movidos por el sentimiento de compasión. Pero cuando la persona que se cae es un ser querido, un progenitor, un hijo… entonces nuestro impulso es enfadarse, soltarle el “ya te lo dije” . 

“Al tratarse de un vínculo cercano, lo que ocurre es que uno tiene miedo. Lo  que quieres hacer es adoctrinar, hacer pedagogía, te ciega el amor por el otro. Pero la ciencia demuestra que hacer eso no sirve para nada. Hostigar es un reflejo bien intencionado, pero un mal reflejo”, explicó Sigman. Cambiar este hábito no es fácil, requiere esfuerzo y predisposición. Y de eso trata precisamente su libro: “de cómo tratar de armar mejores conversaciones con las personas que más queremos”, concluyó.

En 2017, Sigman publicó “La vida secreta de la mente” la bitácora de un viaje de 20 años recorriendo la neurociencia y los lugares "que son para mi más cándidos, memorables y fascinantes: la mente de los bebés, las razones y sinrazones de las decisiones que tomamos, la conciencia y sus viajes, el sueño, la memoria, el aprendizaje y de ahí a la  educación".

“La vida secreta de la mente” ha sido un éxito extraordinario de ventas. Ha sido traducido al inglés, italiano, portugués, y está siendo traducido al francés, turco, ucraniano, ruso y chino.