El arquitecto mexicano que cuenta historias a los niños durante la pandemia
"De la casa a la plaza" es un proyecto por Percibald García, arquitecto enfocado en la producción social, que entretiene a los niños atrapados durante la…
"Los niños han sido los olvidados durante todo este tiempo", dijo Percibald García, mientras explicaba la pandemia de coronavirus desde la perspectiva de un adulto.
La idea le vino a la cabeza hace un par de meses cuando un joven vecino rompió el silencio de la cuarentena con un grito.
"Estoy aburrido", gritó un chico desde su balcón.
En respuesta, García inventó la casi romántica iniciativa de llevar los cuentos hasta las ventanas de los niños. Su principal objetivo era entretener a los niños durante el encierro, pero también ayudar a que sus voces fueran escuchadas sin necesidad de gritar.
Explicó que la gente tiende a pensar en los niños como adultos en desarrollo, olvidando que son individuos inocentes cuya infancia, al igual que nuestras vidas, fueron detenidas de la noche a la mañana.
Según García, durante la pandemia mundial, las voces de los niños han sido "borradas durante el proceso de transición a la nueva normalidad".
El proyecto es un intento de construir un sentido de comunidad a través de las narraciones e historias que el arquitecto cuenta.
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"Las ciudades están hechas por individuos que interactúan entre sí", explicó Percibald, dejando claras las conexiones que existen entre la construcción de un edificio y la comprensión de las necesidades de todos sus habitantes, incluso las de los más jóvenes.
La narración de historias ha sido el vínculo que ha facilitado la interacción. Es la forma que García ha encontrado para conectar a las personas sin salir de sus hogares.
"Un día un niño bajó y me preguntó si podía leer un cuento escrito por él", dijo con una sonrisa en su rostro. "Después de todo, ese es el objetivo principal. Ayudar a los niños a entender que una plaza pública es un lugar donde los ciudadanos pueden interactuar y ser escuchados."
La iniciativa no sólo ayuda a que se escuchen las voces más débiles, sino que también es una forma de promover la lectura entre los niños que se han olvidado de los libros y no conciben la vida sin conexión a internet.
"Es una práctica que mi abuela me heredó y que me gustaría compartir con las nuevas generaciones", dijo Gracía.
"Hago esto porque quiero que sea una mejor comunidad", dijo García, residente de Tlatelolco, un barrio emblemático de la Ciudad de México desde la época prehispánica.
Aunque la narración de cuentos no suele durar más de media hora, las historias que se cuentan ayudan a los niños a superar la soledad a la que arrincona el encierro.
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