LIVE STREAMING
¿La poeta estadounidense Louise Glück está enterada del dilema moral en que su agente la ha involucrado? Photo: Robin Marchant / Getty Images / AFP
¿La poeta estadounidense Louise Glück está enterada del dilema moral en que su agente la ha involucrado? Photo: Robin Marchant / Getty Images / AFP

Polémica en el mundo hispano por los derechos de las obras de la Nobel 2020 Louise Glück

¿Fidelidad editorial o libre mercado? Las propias reglas del juego facilitan la creación de monopolios culturales.

MÁS EN ESTA SECCIÓN

Pedro & Daniel

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

Salta de nuevo la polémica a través de una carta abierta de periodistas, profesionales del mundo de la cultura y escritores, que pretende funcionar como queja y denuncia a la noticia de los últimos días. En la palestra estaba que la estadounidense ganadora del Premio Nobel de Literatura 2020, la poeta Louise Glück, decidía retirar los derechos de la única editorial que antes del galardón había traducido sus derechos al castellano con pequeñas tiradas.

El ojo del huracán se concentraba en su agente Andrew Wylie, apodado El Chacal, acusándole de praxis agresivas. Wylie tiene varios premios Nobel en su cartera y autores míticos como Jorge Luis Borges, Roberto Bolaño, Phillip Roth o William Burroughs. En general su firma abarca hasta doscientos autores, con sede estratégica en varios países como en España.

Los lectores respondieron indignados en el post compartido en las redes y se multiplicaron los mensajes de solidaridad. Manuel Borrás, el editor de Pre-Textos responsable hasta la fecha constataba que “el agente Wylie ha roto en muchas ocasiones cualquier código moral. No somos nosotros sus únicas víctimas. Es gente que ve la cultura solo como una máquina de hacer dinero y al precio que sea”.

Por todo ello, en la carta abierta del Club de Traductores Literarios de Buenos Aires al que cada vez se suman más profesionales de la cultura, se reclama una relación de fidelidad y alianza.

Hace solo apenas unas semanas que sucedía un evento similar cuando la editorial Gigamesh, responsable de la traducción de Juego de Tronos mucho antes de la serie, anunciaba que dejaría de publicar la saga debido a parecidas desavenencias con el agente de George R. R. Martin: “el agente nos exige demasiado. Hay riesgos que no podemos asumir”. Dicho mensaje provocaba una oleada de indignación y solidaridad de miles de personas en las redes.

El panorama tras el escenario de dichas polémicas tiene varios entresijos. En primer lugar habría que aclarar que, pese a los confinamientos en diversas partes del globo, este no ha sido un buen año para ninguna de las pequeñas y grandes editoriales, que se han visto obligadas a retrasar sus propios lanzamientos, pese a ya estar impresos y en sus almacenes, para intentar por lo menos recuperar el gasto de las tiradas.

Esta estrategia comercial tiene un importante riesgo, y es el hecho de que algunos de los contratos contienen cláusulas con fecha de caducidad. Éstas implican que, si un libro no sale a tiempo o dentro de un plazo, se deba tener que indemnizar a su autor. Así pues, algunas grandes empresas han quedado atrapadas en su propia estrategia entre recuperar la inversión y el riesgo del gasto añadido de una indemnización.

En un escenario de languidez económica todavía recobran más valor las apuestas seguras que suponen los grandes premios como el Nobel o autores de la talla de Martin, que son un long-seller gracias a las series de televisión. La segunda consideración radica en el gran mercado que supone Latinoamérica y la pésima distribución que tienen allí los pequeños sellos españoles.

Por todo ello no es de extrañar que en primer lugar los agentes traten de incrementar el alcance de su negocio con exigencias relativas a una gran distribución que al final, por su propia propuesta logística, solo pueden asumir los grandes grupos, que prefieren concentrar su apuesta antes que arriesgar durante esta tormenta. En ocasiones sucedía a la inversa en el sector de la ciencia ficción, cuando se apostaba por pequeños sellos para la traducción de nuevos autores en detrimento de que posteriormente no podrían ser bien distribuidos.

Así pues, tal vez algunas de las conclusiones de toda esta polémica, más allá de culpar a los agentes en juego de los beneficios de otros agentes en juego, sea la llamada a solventar la ceguera española al mercado latino y la necesidad de ciertos pactos interestatales que protejan la diversidad del panorama editorial permitiendo más igualdad de condiciones y facilidades a las pequeñas editoriales para evitar grandes monopolios culturales.