El síndrome de Jeanine Cummins
La escritora Alexandra Duncan ha cancelado la publicación de su próxima novela tras ser cuestionada en Twitter por escribir sobre otra raza y cultura.
Ember Days, la nueva novela de la autora de fantasía young adult Alexandra Duncan estaba prevista que se publicase en marzo del próximo año con el sello Greenwillow Books (HarperCollins), pero a una hora de que se compartiera la portada del libro, la escritora decidió echar marcha atrás.
Al parecer, otra escritora, Bethany C. Morrow, había cuestionado en Twitter la representación de las minorías raciales dentro de la novela basándose únicamente en la descripción del libro, y eso preocupó sobremanera a Duncan, según reportó Publishers Weekly.
En la sinopsis de Ember Days se explicaba:
“Naomi es la nieta de una poderosa mujer gullah conjuradora enviada a Charleston para combatir una fuerza maligna que rodea la ciudad y se esconde a plena vista como protegida de Deidre".
Los gullah son una comunidad de descendientes de africanos e indígenas que se conocen como Nación Gullah-Geeche, tienen su propia cultura y lengua, el ‘gullah’, y han vivido aislados en una marisma que se extiende desde el centro de Carolina del Norte al sur de Florida. Una población, ciertamente, muy olvidada por la historia.
Por este motivo, por el desconocimiento general sobre un grupo de personas tan poco representados y “borrado”, Morrow dijo que le preocupaba que una autora “aparentemente blanca no sólo escriba sobre un personaje gullah, sino también sobre una ‘conjure woman’”.
Duncan aceptó el golpe de buen grado y respondió que se había esforzado “por saber si estaba bien que escribiera sobre una cultura que era ajena a la mía”, y que su intención era escribir desde la perspectiva de un personaje con herencia Gullah Geechee porque le interesaban las tradiciones mágicas de esta “zona del Sur”.
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Un intercambio cortés de impresiones que hubiera aportado riqueza a la lectura del libro si no fuera porque Alexandra Duncan dio un paso más lejos y decidió que Ember Days no vería la luz y que había sido un intento equivocado de escribir un libro. La autora argumentó que su “propia y limitada visión del mundo como persona blanca” le había llevado a asumir que podía representar responsablemente esta cultura.
“Estoy profundamente avergonzado de haber cometido un error de esta magnitud y espero que mis acciones no afecten negativamente la causa de traer una mayor diversidad a la literatura infantil", añadió.
Duncan aún siguió flagelándose un poco más, asegurando que no se trataba de una censura, sino que con la cancelación del libro pretendía “mitigar el daño que he causado”. Luego continuó su declaración animando a los lectores a que lean autores negros.
La corrección política mata la literatura, eso lo han dicho y lo dirán los escritores más talentosos, muchos de los cuales han tenido que vérselas con el dedo censor de la sociedad. Duncan dijo que cancelar la publicación del libro no había sido un acto de autocensura, pero hasta la fecha ignoramos cuánto y de qué forma investigó para retratar de una forma verosímil a la comunidad Gullah y su magia. Tal vez no lo hiciera de manera muy precisa, y por eso le acabó temblando el pulso a la menor crítica. Quizás se temía correr la misma suerte que Jeanine Cummins, la verosimilitud de cuya novela, American Dirt, roza el insulto.
Pero un escritor sin libertad no es un escritor. Puede ser un activista, un educador social o, en el peor de los casos, un propagandista. Porque la buena literatura genera una feroz empatía y en el ejercicio de imaginarse dentro de otras vidas, otras culturas y otras razas, nos acercamos a los padecimientos, emociones e historias de quienes encarnamos en un libro.
¿No deberíamos dejar que los escritores de cualquier raza, género y condición se expresen con libertad y, sobre todo, responsabilidad? La misma responsabilidad con la que deberíamos acusar a otros de apropiacionismo cultural.
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