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Cover What We Know
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What We Know: un libro que marca la ruta a la reforma del sistema de justicia criminal en EE.UU.

La reforma al sistema de justicia criminal en Estados Unidos necesita contar con voces que han visto las cosas desde adentro.

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Pedro & Daniel

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Las presiones de opinión pública devenidas del movimiento de Black Lives Matter y los brotes de coronavirus en las cárceles han dejado claro que tiene que haber una reforma al sistema de justicia criminal en Estados Unidos.

Y esta reforma tiene que empezar pronto, ya sea por convicción real de los políticos o por temor a la reacción de los votantes en época de elecciones.

Pero, así como un cambio en las regulaciones a los derechos reproductivos y sexuales de las mujeres debe contar con voces femeninas para ser hecha con coherencia y razón, así como debe contar con las recomendaciones de médicos y juristas, la reforma al sistema judicial debe contar necesariamente con las personas que se van a ver más directamente afectadas por él: los presos.

Y aún a pesar de que Estados Unidos sea el país que más personas pone tras las rejas cada año –tanto en números absolutos como en relación con el porcentaje de la población–, la población encarcelada es uno de los grupos menos escuchados del país.

Algunas iniciativas, como el exitoso podcast Ear Hustle, grabado desde el interior de la Prisión Estatal de San Quentin en California por Nigel Poor y Earlonne Woods, han ayudado a ampliar las perspectivas sobre quienes han cometido delitos que han tenido que expurgar con tiempo en la cárcel, pero es necesario traer más voces a la discusión.

El libro What We Know: Solutions from Our Experiences in the Justice System, editado por Vivian Nixon y Daryl V. Atkinson, busca justamente eso.
 
What We Know es un proyecto ideado por The New Press, el Center for American Progress y el Formerly Incarcerated and Convicted Peoples and Family Movement. Lo que hicieron fue abrir la convocatoria a ideas para reformar el sistema judicial.
 
Más de trescientas personas, tanto convictos como exconvictos, respondieron con sus propuestas de políticas para cambiar el sistema: para hacerlo justo en sus decisiones, para despojarlo de los vestigios de la época de la esclavitus aún presentes en él –como el trabajo forzado–, mejorar la calidad de vida de quienes expurgan sus faltas y darles más y mejores oportunidades tanto dentro como afuera de la cárcel, de modo tal que al terminar la sentencia puedan hacer su vida por otros caminos.
 
Bien puede ser que no todas estas propuestas sean viables –podría incluso llegar a suceder que ninguna lo sea– pero el hecho de atender a estas voces arroja luz sobre aquello que íntimamente les preocupa, cuáles son los problemas más acuciantes para ellos y los posibles caminos a seguir.