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This year marks Alejandra Pizarnik's 50th anniversary of her death. GETTY IMAGES
Este año marca el 50 aniversario de la muerte de Alejandra Pizarnik. GETTY IMAGES

Alejandra Pizarnik, la poeta maldita

Se cumplen 50 años de la muerte de la poeta argentina, cuya rebeldía cambió la historia de la literatura hispanoamericana contemporánea

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El 25 de septiembre de 1972, en Buenos Aires, falleció por sobredosis Flora Alejandra Pizarnik, poetisa, ensayista y traductora argentina.

Nunca es fácil explicar un suicidio a los 36 años de edad. Pero su trágica muerte no impidió que dejase un legado de libros, poemas y ensayos que hoy la consolidan como una de las voces más destacadas de la literatura latinoamericana contemporánea.

Recientemente, el director de Casa América, Enrique Ojeda, en un homenaje a Pizarnik por el 50 aniversario de su muerte, la destacó “especialmente por lo que significó su poesía innovadora y vanguardista en ese contexto de los años 60 y 70, tan críticos y tan complejos en el mundo en general, y en América Latina en particular”.

Nació en el seno de una familia judía emigrada a Argentina para escapar del antisemitismo en el este de Europa. Pizarnik estudió Filosofía y Letras en la Universidad de Buenos Aires, aunque acabó abandonando la carrera para dedicarse a la pintura y a la poesía.

Más tarde, entre 1960 y 1964, vivió en París, donde se codeó con otros grandes del boom latinoamericano, como Octavio Paz, Julio Cortázar y Silvina Ocampo. Allí se dedicó a escribir poemas y críticas en varios diarios, además de traducir la obra de Antonin Artaud, Henri Michaux, Aimé Césaire e Yves Bonnefoy, entre otros. 

A pesar de las penurias económicas y de su debilitado estado de salud mental, Pizarnik permaneció esos cuatro años en París. “El dolor, las peregrinaciones nocturnas y la pobreza, esas eran las raíces del arte duradero, según Pizarnik”, indicó The Paris Review en 2018. 

Ese fue el período más productivo de Pizarnik, el año de El Árbol de Diana, su cuarto poemario, acompañado de un prólogo festivo de su amigo Octavio Paz, futuro Premio Nobel de Literatura. Publicado en diciembre de 1962 en Buenos Aires, este libro de poemas y prosas en español le permitió entrar inmediatamente en el panteón de la poesía latinoamericana.

"Fue un punto de inflexión también en la forma y el estilo. La brevedad de los textos sugería lo impersonal, lo anónimo, pero irradiaba extrañamente un aura de intimidad nocturna", indicó The Paris Review. 

POEMAS DE LOCURA Y MUERTE

Sin embargo, añoraba a su familia y a sus amigos de Buenos Aires y terminó regresando. De vuelta en su ciudad, Pizarnik publicó tres de sus principales volúmenes: Los trabajos y las noches, Extracción de la piedra de locura y El infierno musical, la mayoría de ellos traducidos al inglés. También su trabajo en prosa La condesa sangrienta, una reflexión sobre una húngara del siglo XVI que supuestamente ordenó la tortura y muerte de más de 600 jóvenes. 

“Su poesía está llena de silencios, de símbolos, de locura, de la sombra de la muerte, de delirios. Un diálogo infinito entre ella y todo lo que es ella”, manifestó Enrique Ojeda en el acto de homenaje en Madrid. 

Marcada por una infancia difícil, ya que creció a la sombra de la hermana mayor, propiciada por su madre y de la condición extranjera de la familia, la mayoría de sus poemas tratan sobre la crueldad, la infancia, el extrañamiento y la muerte. Fueron poemas que le merecieron ser galardonada con las prestigiosas becas Guggenheim (1969) y Fullbright (1971). Sin embargo, Pizarnik no llegó a completarlas debido a las crisis depresivas que atravesó antes de suicidarse.

La poetisa murió de una sobredosis, tras ingerir cincuenta pastillas de un psicotrópico conocido comercialmente como Seconal, mientras pasaba un fin de semana fuera de la clínica psiquiátrica donde estaba internada. "No quiero ir/nada más/que hasta el fondo", escribió poco antes de morir.

A pesar de haber sido bautizada por los críticos como la “poeta maldita”, la periodista Cristina Piña, coautora de Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito (Lumen, 2022), cree que su figura y su obra en realidad significan la unión entre escritura y vida. “Ese mito Pizarnik se fue agrandando con los años y hay muchísima gente que no la ha leído y conoce nada más que lo que se dice de la leyenda de Alejandra: la de la poeta que se suicida entregada totalmente a su escritura”, añadió la periodista argentina.

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