El caso Junot Díaz abre la puerta al debate sobre la estigmatización
El laureado autor Junot Díaz ha sido acusado de abuso sexual y ha asumido sus consecuencias, pero muchos académicos advierten que se corre el riesgo de…
El coletazo del movimiento #MeToo no perdona estatus ni premios Pulitzer.
Durante el festival de escritores de Sidney (Australia) el pasado mes de mayo, el aclamado novelista estadounidense de origen dominicano, Junot Díaz, fue acusado en una rueda de prensa por la escritora Zinzi Clemmons por haberla “acorralado y besado” en contra de su voluntad, según reportó The Guardian.
La escritora repitió sus acusaciones a través de Twitter describiendo que “como estudiante de posgrado, invité a Junot Díaz a hablar en un taller sobre cuestiones de representación en la literatura. Yo era una desconocida de 26 años con los ojos abiertos, y (Díaz) lo usó como una oportunidad para acorralarme y besarme por la fuerza”, acusó. “Estoy lejos de ser la única a quien le hizo esto. Me niego a permanecer en silencio”.
La confrontación de Clemmons durante la rueda de prensa fue producto de un artículo publicado por Díaz semanas antes en el diario New Yorker donde confesaba haber sido violado en repetidas ocasiones cuando tenía ocho años. Clemmons entonces decidió preguntarle a Díaz por qué no había reflexionado sobre su propia conducta en los años posteriores.
Acusaciones simultáneas no tardaron en surgir, en especial dentro del gremio literario estadounidense, donde dos mujeres más describieron públicamente sus encuentros con Díaz, entre ellas la finalista del Premio Nacional del Libro 2017, Carmen María Machado, y Mónica Byrne.
En una declaración al New York Times, Díaz asumió la responsabilidad de su pasado, argumentando que esa fue una de las razones por las cuales desveló su trauma infantil durante el mes de abril.
“Esta conversación es importante y debe continuar”, reza el texto. “Estoy escuchando y aprendiendo de las historias de las mujeres en este movimiento tan esencial y pendiente desde hace mucho tiempo. Debemos continuar enseñando a todos los hombres sobre el consentimiento y los límites”.
Para los conocedores de la literatura de Díaz, estas acusaciones eran previsibles, considerando que “se hizo de una reputación a partir de relatos en los que abundan las relaciones sexuales sin un consentimiento claro, víctimas que quieren ser víctimas y personajes que buscan relaciones poco saludables”, describió AP.
Díaz se suma así a James Dashner, Jay Asher y David Díaz, tres escritores que desde principios de año se han visto enredados en circunstancias parecidas, y que les han costado contratos editoriales y la salida al mercado de libros ya editados.
Díaz nació en 1968 en Santo Domingo (República Dominicana) y a los 6 años emigró con su familia a la ciudad de New Jersey. Graduado de la Rutgers University y de la Cornell University, Díaz publicó su primer libro en 1995. En el 2008, su novela The Brief Wondrous Life of Oscar Wao le ganó el premio Pulitzer en la categoría de ficción, y desde el 2012 es poseedor de la Beca MacArthur.
Tras las acusaciones, sus eventos públicos han sido cancelados y el Instituto de Tecnología de Massachusetts (MIT), donde trabaja actualmente como profesor, ha iniciado una investigación sobre los alegatos de las víctimas.
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La organización del Pulitzer anunció hace algunos días que también llevará a cabo una investigación independiente, a pesar de que el autor ha renunciado a su premio pero se mantiene como miembro del directorio.
Sin embargo, dentro del gremio académico, hay quienes temen que la “demonización” de Junot Díaz se vaya de las manos.
En una carta abierta publicada por The Chronicle of Higher Education, 26 profesoras, investigadoras y autoras de universidades nacionales e internacionales (entre ellas Harvard, Yale, NYU, CUNY y Standford) han planteado su “profunda preocupación por la manera en la cual la prensa y las redes sociales” han volcado la ira hacia Díaz.
“No pretendemos descartar las acusaciones actuales o futuras de mala conducta por parte de Díaz o cualquier otra persona,” reza el texto, “Más bien, nuestra preocupación es con el registro sensacionalista en el que los medios y algunos usuarios de las redes sociales han retratado las acusaciones de mala conducta dirigidas contra el autor latino.
Las firmantes resaltan el hecho de que Díaz haya sido estigmatizado ya no por sus actos sino por su raza.
“La caracterización resultante de Díaz como un depredador sexual agresivo y peligroso del que todas las mujeres deben ser protegidas refuerza los estereotipos racistas que arrojan a los negros y latinos una ‘naturaleza’ sexual de carácter animal. Estos son los mismos estereotipos que conducen a la objetificación sexual de las mujeres negras y latinas, y a la estigmatización y el castigo físico de los hombres negros y latinos.”
“Cuando se detienen las voces críticas por miedo a la vergüenza de los medios sociales, o la posibilidad de repercusiones en nuestro entorno profesional o social, nos vemos atrapados en otra forma de violencia que ha afectado a las mujeres durante siglos: el silenciamiento. El tema que nos ocupa no es si uno cree en Díaz o sus acusadores, sino si uno aprueba el uso de los medios para hacer un espectáculo violento de una sola persona y, al mismo tiempo, cancela la posibilidad de desacuerdo sobre los hechos en de la mano, o borrando una atención sostenida de cómo la violencia del odio racial, la pobreza estructural y las historias de colonialismo se extienden a los espacios más íntimos.”
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