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(c) Valerio Bispuri
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Valerio Bispuri: el fotógrafo de las cárceles sudamericanas

El reconocido fotoperiodista italiano vivió en Argentina durante una década y se dedicó a fotografiar cárceles de Sudamérica para su libro 'Encerrados'

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Valerio Bispuri (Roma, 1971) estudió Literatura en la universidad pero poco después de graduarse decidió que dedicaría su vida al fotoperiodismo, pero que lo suyo no sería cubrir temas de actualidad ni conflictos, sino buscar una mirada más profunda de la humanidad, aunque eso implicara trabajar a largo plazo.

Después de una temporada en Italia y Bosnia retratando a las comunidades gitanas, Bispuri se trasladó a Buenos Aires, Argentina, la ciudad que le sirvió de segunda residencia durante más de una década. Fue desde allí donde empezó a desarrollar sus proyectos más reconocidos: Encerrados (2015), fruto de visitar 74 cárceles de toda Sudamérica durante diez años, y Paco (2017), donde explora las historias de los suburbios argentinos y las vidas quemadas por el paco, una droga mortal que destruye el sistema nervioso y lleva a la muerte en pocos meses. 

Los dos proyectos tienen una cosa en común: su necesidad de retratar  aquellos individuos que por un motivo u otro han sido privados de libertad. Y eso incluye desde adictos a las drogas en los suburbios de Buenos Aires,a los presos de las cárceles sudamericanas o las víctimas de alguna enfermedad física o mental en África, el tema de su último proyecto. 

Su primer proyecto, Encerrados (2015), nace con la idea de reflejar verdades humanas universales como la desigualdad, el sufrimiento y la supervivencia, más allá de retratar a meros delincuentes.  

"Encerrados", combina la fotografía, la antropología y el periodismo para tratar de entender el continente a través de sus cárceles, que a su juicio representan la realidad brutal y oculta de un país. 

“Las cárceles son un reflejo de la sociedad, un espejo de lo que ocurre en un país, desde los pequeños dramas hasta las grandes crisis sociales y económicas", escribe él mismo en el fotolibro con el mismo nombre, disponible en inglés, con prólogos de Eduardo Galeano. 

Prootro lado,  Paco (2017), pone el enfoque en las víctimas de esta droga tan extendida en Latinoamérica.  En el suburbio de Lomas de Zamora, Buenos Aires, se encuentra el mayor mercado ilegal de Sudamérica, la Salada, una serie de almacenes que cubren una superficie equivalente a veinte campos de fútbol donde trabajan más de seis mil personas, con un volumen de negocio de nueve millones de dólares, según cuenta en el libro autobiográfico que acaba de publicar en Italia, Dentro una storia. Appunti sulla fotografia (Mimesis Edizioni, 2022).

 

encerrados  

Lejos de interesarse por guerras, conflictos y actualidad, Bispuri pone su enfoque en “mostrar el mundo de las personas invisibles, olvidadas por todos. Los presos, los drogadictos y los enfermos mentales forman parte del lado oscuro de la humanidad que nos negamos a ver porque simplemente nos aterra”, dijo en una entrevista con el diario francés L’independent a raíz de su reciente participación en el festival de fotoperiodismo Visa pour l’image de Perpiñán, Francia. 

¿Por qué sus fotografías son siempre en blanco y negro? “Porque tienen más fuerza, te permiten concentrarte en el rostro de la persona, son más emotivas que una foto en color. Si haces una foto de guerra, es más natural en color. Pero para mostrar la humanidad, el blanco y negro es mejor, en mi opinión”, explicó en otra entrevista con RFI.

Ganador de numerosos premios internacionales, Bispuri insiste en que su objetivo es hacer una fotografía de profundidad: “no me interesa lo bello o lo estético”, dijo el fotógrafo. “Básicamente”, escribe él mismo en el libro, “creo que la fotografía combina la posibilidad de seguir siendo un niño y ser un hombre fuerte, valiente e inconsciente, donde las emociones se reflejan al mismo tiempo en la velocidad del disparo y en la lentitud de poder mirar más allá, donde el momento puede permanecer en la superficie y al mismo tiempo tocar grandes profundidades, y donde el instinto sólo funciona cuando se mueve dentro del recinto de la razón.