WATCH LIVE

LIVE STREAMING
El escritor colombiano Juan Carlos Botero reside en Miami con su familia. Photo courtesy of the author/ Penguin Random House
El escritor colombiano Juan Carlos Botero reside en Miami con su familia. Photo courtesy of the author/ Penguin Random House

‘Los hechos insignificantes no existen’

El escritor colombiano Juan Carlos Botero publica ‘Los hechos casuales’, novela autobiográfica sobre la violencia, la culpa y el poder del azar.

MÁS EN ESTA SECCIÓN

100 años de Truman Capote

Cultura hispana literatura

10 Autores Hispanos

La luna fue volcánica

Un nuevo futuro en la luna.

110 años de Cortázar

Pedro & Daniel

COMPARTA ESTE CONTENIDO:

Juan Carlos Botero (Bogotá, 1960) no es un escritor cualquiera. Radicado en Miami, hijo del pintor y escultor Fernando Botero, creció en Estados Unidos y es autor de varias novelas, ensayos y libros de cuentos, por los que ha ganado varios premios. Además, es columnista del diario colombiano El Espectador. 

Acaba de  publicar  ‘Los hechos casuales’, una historia sobre la violencia, la culpa y el poder del azar protagonizada por Sebastián Sarmiento, un empresario colombiano exitoso y adinerado con un pasado enigmático. Su tragedia: haber perdido a sus seres más queridos. La consecuencia: un sentimiento de culpa que jamás lo abandona.

Botero new novel casual events

“Al igual que el personaje principal de la novela, Sebastián Sarmiento, soy consciente, desde hace mucho tiempo, de que todo lo que me ha ocurrido en la vida, desde lo mejor hasta lo peor y desde lo más grande hasta lo más elemental, es resultado de una serie de pequeños hechos casuales, encadenados por el azar, la suerte o el accidente, que adquieren un efecto dominó y alcanzan dimensiones gigantescas”, explicó Botero en una entrevista con AL DIA. 

La vida de Sebastián Sarmiento, marcada por el sentimiento de culpa por haber perdido a sus familiares, es en realidad una metáfora del pueblo colombiano. “Pocos países han sufrido una barbarie comparable con el mío. Claro, quisiéramos creer que esa violencia es culpa de unos pocos narcos, guerrilleros y paramilitares, un salvajismo puntual y aislado que no incumbe al resto de la población. Pero no es cierto. Esa violencia es nuestro pasado, que además sigue vigente, y lo tenemos que asumir como sociedad, porque todos tenemos que responder a la pregunta esencial: ¿Cómo permitimos esta barbarie y a esta escala colosal?”, dice, insistiendo en la necesidad de ahondar en ese sentimiento de culpa individual y colectiva.

La bondad es discreta

Curiosamente, a pesar de todos los horrores que ha visto y sufrido en Colombia, Botero se considera cada vez más optimista. “¿Y qué mejor lugar para sustentar esa tesis que Colombia?”, dice. “Si en un país como el mío, lleno de violencia, pobreza, desigualdad y maltrato a todo nivel, lo que triunfa es el bien (si no fuera así no existiría el país, así de simple), hay esperanza para el resto del planeta”, agrega. 

No es fácil ver las cosas de esta manera, aclara, porque la bondad es callada y discreta, mientras que la maldad es ruidosa y acapara los titulares. “Yo quería escribir esta novela para plantear varias tesis e inquietudes, y ésta, la de la bondad que prevalece y predomina, era una de las principales”, indica.

‘Los hechos casuales’ es también una novela plagada de elementos autobiográficos. “Mucho de lo que cuento en la historia lo viví en carne propia. Y el hecho de haber experimentado, directa o indirectamente, una tajada de la violencia nacional y sus secuelas, como el secuestro, el exilio, las amenazas, la muerte y tanto más, sentí que necesitaba quitarme algunas de esas vivencias de encima. Creo que la literatura permite exorcizar ciertas experiencias negativas, alcanzar una catarsis”, comenta.  

Creo que la literatura permite exorcizar ciertas experiencias negativas, alcanzar una catarsis

Criado en Estados Unidos, Botero fue aceptado en Harvard para estudiar Literatura, pero prefirió regresar a Colombia para terminar la carrera en la Universidad Javeriana, en Bogotá. 

El escritor explica que  “quise regresar a Colombia porque sentía que tenía un deber de escribir sobre lo que estaba pasando en mi país”. Admite que resistió hasta donde pudo, pero ya en el año 2000 la presión se volvió insostenible y se marchó con su esposa para siempre, una decisión nada fácil. “Así como no hay mayor placer que viajar cuando uno lo desea, es muy duro irse del país a la fuerza”, dice.

Hoy en día vive felizmente con su esposa y sus dos hijas en Miami. “El hecho es que amo a mi país, y siempre escribiré sobre Colombia, como novelista y como periodista, tratando de aportar mi grano de arena para ayudar a promover el progreso nacional. A fin de cuentas, eso es lo máximo que puede hacer cualquier ciudadano, ¿no les parece?”, concluye.