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Virginia Woolf es una de las escritoras favoritas de la autora chilena. Photo: 65ymás.
Virginia Woolf es una de las escritoras favoritas de la autora chilena. Photo: 65ymás.

Isabel Allende tiene una habitación propia, ¿pero qué pasa con las demás?

La escritora publica Mujeres del Alma Mía, una reflexión sobre el feminismo que la acompañó toda su vida, entre otras cosas. ¿Quiénes son sus compañeras de…

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Heredera de García Márquez en cuya novela, Cien Años de Soledad, se inspiró para escribir La Casa de los Espíritus, el libro que la catapultó a la fama hasta convertirse en una de las escritoras más leídas de todo el mundo, Allende tiene en su haber obras que han marcado un hito y llegado a los corazones de muchos lectores. Como Paula, sobre la vivencia de la enfermedad y muerte de su hija, o Inés del Alma Mía, donde relata la vida de la primera española en llegar a Chile.

Su última obra, Mujeres del alma mía (Plaza&Janés), publicada en inglés bajo el título de The Soul of a Woman (Ballentine Books) no sólo es su primer libro de no ficción en más de una década sino también unas sinceras memorias donde recoge su relación con el feminismo desde que estaba, asegura, en el kindergarten, su exilio de Chile e incluso su relación con otras mujeres que la marcaron, como su madre Pachita, su hija Paula, la agente que le dio su primera oportunidad -la española Carmen Balcells- o las escritoras a las que se ha sentido más vinculadas: Virginia Woolf y Margaret Atwood. 

Allende incluso se anima a reflexionar sobre el movimiento #MeToo o las revueltas sociales en Chile. 

Una publicación que casi coincide en el tiempo con el estreno de la miniserie Isabel en HBO Max, una ficción basada en la vida de la escritora chilena de la que afirma ha conseguido conmoverla a ella y a su familia en muchos momentos.

“Hay partes del mundo en que las mujeres valen menos que ganado”, dijo la autora, feminista confesa, cuando el libro salió a la luz. 

Allende, de 78 años, recordaba que cuando ella empezó a dar sus primeros pasos en el feminismo, a muy temprana edad, su madre temía que fuera a ser agredida por este motivo -”era hasta grosero ser feminista”, dijo. Y también: ”Por cada cachetada que recibí, pude dar dos”.

La escritora, cuya fundación respalda numerosos proyectos sociales que tienen a las mujeres y los niños migrantes como protagonistas, define el feminismo como la revolución más importante de la historia -una “irreversible”, dice- y como una filosofía ante la vida y contra un sistema donde impera la opresión política, económica, social, cultural o religiosa. Es decir, un feminismo interseccional que planta cara a un patriarcado que excluye y somete.

“Ahí estarían otras razas, los pobres, los deshabilitados, los que llaman 'los perdedores'.  Se trata de liberar eso y de tener una gerencia del mundo y que valores femeninos y masculinos tengan el mismo peso, que nos repartamos en iguales términos la administración de este planeta. Eso significa cambios fundamentales que no los vamos a lograr en mi vida, pero no importa . Yo soy un eslabón en esa cadena de personas, y no solo mujeres, que han logrado mucho y siguen luchando para que mis nietas y mis bisnietas vivan en un mundo que ya no es un patriarcado. Ese es mi sueño“, dijo a Efe.

Sin embargo, más allá de su labor filantrópica, estas memorias parecen llegar en un momento muy oportuno u “oportunista”, pues Isabel Allende, a la que muchas veces se le reconoce como la única mujer del boom latinoamericano, y otras tantas del “post-boom” -ella se desentiende de la etiqueta en algunas entrevistas-, no ha gastado demasiada saliva o aprovechado su privilegio para poner en primer plano a otras autoras de su generación ocultas bajo la alargada sombra de los Vargas Llosa y los García Márquez -por otro lado, declarados machistas.  

Entre sus autoras favoritas destacan Woolf, Simone de Beauvoir o Eve Ensler. Es decir, ni una sola autora latina, ni una de las compañeras de generación o de las que le sucedieron. Además de que algunas de las escritoras citadas en las que Allende pone el foco no sólo son un tópico galopante sino la antítesis de ese feminismo interseccional del que la chilena presume.

Sin ir más lejos, Virginia Woolf, el paradigma de una mujer victoriana en la que en algunas biografías y a partir de sus cartas y diarios se la muestra como íntegramente xenófoba, clasista y tóxica con sus amigos y familiares. 

Les recomendamos Virginia Woolf. La Vida por escrito (Taurus), la más completa biografía sobre la autora de Orlando y Una Habitación Propia, escrita por la argentina Irene Chikiar Bauer, que en sus 900 páginas nos describe a una brillantísima autora que rechazaba ser el “ángel del hogar”, reivindicaba escribir como un hombre y se alejaba del ámbito doméstico y la sensiblería al tiempo que se nos muestra como un referente de un feminismo eminentemente blanco y de clase que trataba a las obreras de las que fue profesora como unas chismosas e incultas, o que llegó al sufragismo gracias a su esposo y no por méritos propios.

O que vivió atormentada en el tiempo previo a su suicidio porque su Leonard Woolf decidió generosamente cobijar en su casa en el campo a personas humildes en tiempos de la guerra. 

El feminismo, dice Allende, es una postura frente a la vida. Pero una sabe dónde está en relación a las demás y con las demás. 

La sutil diferencia entre el eslogan y la chapa y la acción que es infinitamente más potente que la palabra. Sobre todo en un tiempo en que se habla demasiado.