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Alessandro Baricco. Vía: CCCB.
Alessandro Baricco. Vía: CCCB.

La pandemia digital: Cómo el coronavirus va a cambiar nuestras vidas

El escritor y pensador italiano Alessandro Baricco reflexiona desde su confinamiento sobre la primera pandemia de la revolución digital, y nuestro futuro no…

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Pedro & Daniel

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Más de 350 personas ancladas a sus pantallas no perdimos comba de la conversación que el lunes tuvo lugar entre el italiano Alessandro Baricco, autor de la mítica novela ‘Seda’, y el también escritor y pensador español Jorge Carrión. La prueba de que algo en el mundo ya está cambiando, dice Baricco. La vida como un larguísimo ‘streaming’.

Para el escritor, que vive confinado en su casa de Turín y sólo sale a la calle para ir al supermercado -algo que ya es una experiencia colectiva de aislamiento solidario-, el coronavirus ha sido “un accidente de coche mundial” y sólo empezaremos a preguntarnos qué fue lo que sucedió a toro pasado, cuando hayamos sacado a “los muertos y los heridos del amasijo de hierro en que ha quedado convertido el monstruoso vehículo en el que viajábamos”. 

“La democracia en este momento funciona como sistema de emergencia”, añade Baricco. “Venimos de años de crisis profunda de confianza en la clase política y científica, y en una semana es lo único que tenemos. Parece que sólo somos capaces de vivir juntos cuando se nos obliga a ser disciplinados”.

Advierte que éste sólo ha sido un “ensayo general”, que pasaremos el próximo medio siglo así. “El planeta se está acabando”, vaticina. 

En su último libro, The Game, abordaba cómo las nuevas tecnologías han cambiado nuestra forma de relacionarnos con la realidad, así como sus peligros y desafíos. Ahora, la obra parece haberse convertido en una suerte de profecía autocumplida y una advertencia de lo que está por llegar. Un espectáculo histórico al que todos los pensadores -y él no es una excepción- asisten asustados y maravillados al mismo tiempo. 

“Para la mente del intelectual, lo que está ocurriendo, pese a la pena, es una fiesta porque todo lo que ves está cambiando el mundo. El pensador está viviendo un momento mágico”, le explica a Carrión durante la conferencia en ‘streaming’ organizada por el Centro de Cultura Contemporánea de Barcelona (CCCB)

Pero, ¿cómo exactamente va a cambiar el mundo?

La piel digital que nos alimenta

Baricco compara nuestra vivencia de esta pandemia global con cómo nuestros padres y abuelos vivieron las guerras. “Ellos contaban cosas peores, pero pudieron soportarlo, nosotros también podemos”, dijo. 

Cree que la nueva crisis económica y social va a obligar a una redistribución de las riquezas, ya que “no hay dinero público para paliar los efectos de lo que se avecina”. También advierte de lo que ya está ocurriendo en el ánimo de la gente: “Nos sumiremos en una depresión y no tendremos nada que nos distraiga, porque el mundo del espectáculo está parado”. -Él mismo lleva días visionando tres y cuatro veces los mismo partidos de fútbol que retransmite la televisión italiana. 

¿Es posible que acabemos acostumbrándonos a esta situación o volverán las viejas costumbres, las viejas formas de relacionarnos face to face, ahora que ya no podemos siquiera abrazarnos?

Según Baricco, lo que está sucediendo es típico del Game, de ese sustrato digital que nos alimenta desde hace una década y en el que han nacido las nuevas generaciones. Una sociedad, dice, de la “superficie”, del entretenimiento y lo virtual donde se prefiere la rapidez y las soluciones fáciles.

“Nada de lo que está ocurriendo habría sido posible antes de la revolución digital”, asegura. “No podríamos cerrar un país de la manera en que lo estamos haciendo sin los instrumentos digitales de los que disponemos”.

Sin ir más lejos, añade, la propagación del virus nos habría pillado por sorpresa, no habríamos visto las imágenes de lo que estaba sucediendo en China. 

Pero también que situaciones como la vivida el lunes, con cientos de internautas siguiendo un acto desde casa, va a ser cada vez más frecuente. Hasta el punto de que un buen día no hagamos distinción entre nuestro brazo y el ordenador. Hablaremos de “un brazo que puede llegar mucho más lejos”. 

“Dentro de 20 días nos parecerá muy normal tener una conversación como esta. Lo habremos convertido en algo rutinario”, concluye. 

Un mundo más rápido. Donde la paciencia es un chiste y nadie tiene tiempo ni capacidad de concentración para novelas de 300 páginas. Donde los desenlaces no llegan, porque todo se mueve. Nada permanece. 

Tampoco se detiene. Imparable como un virus.