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Alejandra Pizarnik. Photo: Archivo Flia d'Amico-Digisi / Editorial Huso. 
Alejandra Pizarnik. Photo: Archivo Flia d'Amico-Digisi / Editorial Huso. 

Los versos contagiosos de Alejandra Pizarnik

Para el 50 aniversario de la muerte de la escritora argentina salen a la luz nuevos libros sobre su obra y su enigmática vida.

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¿Por qué será que todo el que habla de Pizarnik lo hace casi bajo el signo de Pizarnik, como si al recordarla tratase de emularla?

“Le costaba lo grupal, en el sentido de integrarse a la vida, a camadas de vida, a movimientos. Ella estaba ya separada, recortada en su nicho”, declaró alguna vez la escritora Tamara Kamenszain. 

También la amiga de la poeta, Ivonne Bordelois, dijo en una entrevista: “Se sentía totalmente abandonada por el mundo: qué diría el mundo si dios lo hubiera abandonado así, como me abandonó a mí, decía. Tenía una sensación de total desamparo”.

Tal vez la clave de cómo una gran poeta inspira a que se haga poesía de ella la tenga una de sus biógrafas, Cristina Piña, quien señaló en una entrevista a El País que los versos de Pizarnik son peligrosos, impregnan la escritura de quien los lee. E incluso, a tenor de las declaraciones sobre su figura, también el habla.  

Más allá de la romantización de su depresión y suicidio, o sus comparaciones con Rimbaud, que al contrario que ella jamás aspiró a ser escritor sino que era un traficante de armas y esclavos que hizo suyo el “vive rápido, deja un bonito cadáver y un puñado de poemas colosales”, Alejandra Pizarnik es más que el mito de una poeta maldita. Sus versos hablan por sí mismos, pero también su teatro, su epistolario, sus escarceos con el periodismo…

Para el 50 aniversario de su muerte, editores, escritores y biógrafos han conspirado excepcionalmente para publicar libros que homenajean a la autora y ahondan en lugares muy poco comunes de su biografía. 

Por un lado, la editorial Huso ha reunido a 85 escritores de 15 países -España, Argentina, Chile, Cuba, Uruguay, Perú, México, Polonia, Bulgaria, Australia, Marruecos, Francia, Rumanía, Italia e Israel- en un libro que celebra a la escritora y que está editado por Mayda Bustamante, quien con mucho humor escribe en el prólogo que a Pizarnik "el suicidio le jugó una mala pasada. Nunca contó con que su muerte la hiciera inmortal ".

También la editorial española Lumen publicará en 2022 Alejandra Pizarnik. Biografía de un mito, de Cristina Piña y Patricia Venti -saldrá este julio en Argentina-, una biografía que saca a la luz facetas muy poco conocidas de la deslumbrante poeta:

“Hoy sabemos que fue mucho más: una diarista fascinante, una crítica literaria sagaz y, también, la autora de textos narrativos profundamente transgresores que empezaron a conocerse a partir de 1982”, dijo Piña. 

La fama de Alejandra Pizarnik empezó a crecer a partir del año 2000 cuando se publicó gran parte de su poesía, prosa y diarios, al cuidado de su albacea, la escritora Ana Becciu. Pero aún quedan muchos inéditos en la Universidad de Princeton que prometen revelar muchas sorpresas sobre la poeta argentina de la que el escritor César Aira, algo desafortunadamente, dijo que era “el último objeto de lujo de la literatura argentina”.

En 2018 su hermana Myriam Pizarnik donó a la Biblioteca Nacional de Argentina 122 volúmenes y carpetas del trabajo de Alejandra (nacida Flora) , que se sumaron a los 650 que ya había adquirido la institución. Todos ellos protagonizarán a buen seguro los homenajes de su muerte. 

Mientras tanto, el legado de Alejandra Pizarnik puede seguirse en obras como El Árbol de Diana, La tierra más ajena, Un infierno musical o el relato "La Condesa Sangrienta". 

Eso sí, cuídense de quedar impregnados por su lenguaje herido. O mucho mejor, dejen que les salpique enteros.