Shine bright like a diamond es un absoluto temazo pero todavía más embriagador resulta en el camino hacia la meta. El viernes pasado fueron muchos los gritos de apoyo a la comunidad queer y muy variados. Uno de ellos fue la victoria de Envy Peru en la primera edición de Drag Race Holland, en la que Janey Jacké quedó subcampeona. Pero el momento más bonito de la noche fue cuando subió despampanante al escenario reivindicando sus raíces peruanas como un brillante grito latino. 

Casi podía palparse la alegría y satisfacción en su rostro cuando se arrodillaba para recibir la corona, que vendría acompañada por el reconocimiento y una portada para la revista Cosmopolitan, envuelta en un increíble vestido negro, con acabados plateados como los nudillos o el cinturón, una pieza de premio de Claes Iversen. Elle misma aclara en sus redes sociales que “espero que con mi participación en el show y narrando mis historias haya inspirado a la gente a sentirse más orgullosa de sí misma”. 

Envy Peru es el nombre artístico de Boris Itzkovich Escobar, nacido en Trujillo en 1989. Se mudó con su madre y su tía a Holanda a los cuatro años de edad, donde empezó a trabajar en el mundo del teatro y el maquillaje. De hecho, ya era conocida en su país como uno de los tres presentadores queer del programa De diva in miji o por películas como Verliefd op Cuba (2019). No solo ha logrado ser la ganadora de las diez participantes de la primera edición de Drag Race Holland que empezó en septiembre sino que también es la drag con más seguidores en la zona de los Países Bajos. 

Siempre ha confesado estar influenciada por Miss Fame, de la séptima temporada de la ya legendaria RuPaul’s Drag Race. Su nombre es una referencia a su futura hija y, por supuesto, a sus raíces peruanas.  Algo que puso encima de la mesa cuando en el sexto capítulo tuvo la oportunidad de subir a su madre al escenario, lo que describió como un círculo que se cerraba. Incluso en varias ocasiones los colores de su look han sido una referencia a sus raíces, aderezados por propuestas futuristas, una constante del universo queer que pretendía reivindicar cuando en la victoria chillaba “¡Que viva Perú, carajo!”

En una entrevista para Metro explicó que la victoria implicaba “muchos años de duro trabajo, reconocimiento internacional por tu artesanía, tu estilo drag y tu arte y, por supuesto, convertirse en representante de la comunidad queer”. En otro reportaje para Digital Spy aclaró también como se sentía al representar al Perú en un escenario global: “Representar América del Sur, y especialmente Perú, es un gran honor para mi porque sé que necesitamos mucho más representación de la cultura latina y les artistes queer latines”.