Como la mayoría de países, México se prepara para una grave recesión económica por efecto de la pandemia de COVID-19 que podría hacer caer la economía del país hasta un 9%, anticipan los expertos. 

Ante el terrible escenario, el gobierno de López Obrador se ha puesto a trabajar en un plan fiscal expansivo para paliar la crisis que en algunos sectores se ha recibido con verdadero pavor. Sobre todo porque cuando se gana algo, siempre se pierde algo. Lo que está en juego esta vez es el futuro del cine. 

Así lo ha asegurado el oscarizado director Guillermo del Toro, que ayer debía reunirse con otros miembros de la industria del cine mexicano para un careo virtual con el gobierno por la propuesta de recortes al sector anunciada a principios de semana. 

"Si se le permite al gobierno hacer esto, será devastación dentro de una estructura de un ecosistema ya muy frágil", dijo el director de películas como El laberinto del fauno a Screen. “Es como una deforestación". 

Del Toro advirtió también que generaciones de narradores se verán afectados si los legisladores llegan a aprobar su propuesta de eliminar el fondo Fidecine de ayuda a las producciones nacionales. 

"Después de que pensáramos que habíamos llegado a una solución, ellos (el gobierno) han hecho este movimiento unilateral", se quejó el mexicano, quien señaló que el estos fondos no son solo necesarios para fomentar nuevas voces, sino para ofrecer una mayor diversidad en un momento en que las superproducciones de Hollywood dominan la taquilla local.

A principios de semana, el director de la agencia nacional de cine Imcine se había comprometido a que las nuevas medidas de austeridad del gobierno de López Obrador no afectarían a la comunidad cinematográfica. Sin embargo, el miércoles el Ejecutivo mexicano anunció su propuesta de hacer desaparecer los fondos de ayuda para el sector, lo que provocó un estallido de indignación general entre los creadores. 

"Si no continuamos con esta tradición, todo el mundo trabajará en anuncios y telenovelas".

Para el cineasta, que obtuvo dos Oscars en 2018 por La Forma del Agua,  el fondo nacional Fidecine (para películas de mayor presupuesto y más convencionales) y el fondo Foprocine (para obras de autor) han sido un salvavidas para las generaciones de narradores. La comunidad cinematográfica teme que los recortes retrasen la industria local por años. 

"Esta muleta económica permitió a los cineastas novatos hacer películas - sin ella no habría habido una nueva generación cuando yo estaba subiendo a finales de los 80 y principios de los 90", dijo. "No habría habido ningún (Alfonso) Cuarón, ningún (Alejandro González) Iñárritu, ningún (Emmanuel) Lubezki, o (Carlos) Reygadas y las generaciones posteriores".

En los últimos años el cine mexicano ha alcanzado una reputación internacional sin mácula, con grandes y premiadas producciones como Roma, de Alfonso Cuarón, que ganó el Oscar a Mejor director y a Mejor película de habla no inglesa el pasado año. 

Los recortes al cine en méxico podrían retrasar la industria local en comparación a la estadounidense por años. 

"Cuando yo llegaba a los 80 se podía contar el número de películas mexicanas que se producían, era de menos de dos dígitos", dijo. "Ahora tenemos una industria saludable que, sin embargo, todavía tiene que ser sostenida. Tiene una huella de carbono cero y emplea a cientos y cientos y cientos de familias que están sosteniendo una tradición que viene de nuestra edad de oro del cine - gente como los grips y los que trabajan en efectos y artesanías cuyos padres o padres de familia trabajaron con Gabriel Figueroa y Emilio ("El Indio") Fernández”, concluye Del Toro. 

"Si no continuamos con esta tradición, todo el mundo trabajará en anuncios y telenovelas".